Las claves tácticas para jugar en la altura de La Paz
Desde la tenencia de la pelota y los pases al pie a los tiros libres en contra para Armani
Está claro que el fútbol no ofrece soluciones mágicas desde los estilos o estrategias. Y si así es en contextos normales, más se potencia la afirmación cuando un equipo debe afrontar un partido en los 3600 metros de La Paz. Jugar en la altura condiciona e influye. Eso es innegable, aunque no implica que no se pueda ganar. La mayoría de los futbolistas sufren la experiencia. Incluso aquellos que durante el partido lo sobrellevaron bien (como los ejemplos de Galetti, Gago o Di María), terminaron padeciendo los síntomas después del juego.
Scaloni, que tuvo su experiencia como lateral de la selección ante Bolivia, en La Paz, le pidió consejos a Miguel Portugal, que fue DT suyo y dirigió en Bolivia: “Tomaremos nuestros recaudos. El plan es tener la pelota y –cuando se pueda– ser punzantes. Si hay un robo, que sea un ataque rápido, aunque tenga que ser muy preciso. Lo táctico puede ser importante. Intentar tener la pelota, que ellos también corran y –cuando esté la oportunidad– hacerles daño.”
Hay claves a tener en cuenta, esas relaciones que se generan entre los efectos de los 3600 metros y las decisiones futbolísticas que se pueden tomar para reducir los condicionamientos de ese factor. La primera variable en un entrenador está desde el armado del equipo, en función de las características de los jugadores que elija para –sobre todo– el medio campo, esa zona central donde se definen los partidos.
Para ese control de la pelota al que se refiere Scaloni será clave el rendimiento que tenga el doble 5 entre Leandro Paredes y Rodrigo De Paul. Buena técnica para las entregas cortas, al pie, y también para ser una alternativa de pase para el otro. Pero además será muy importante el trabajo de espaldas al arco rival que hagan Lautaro Martínez, Messi y ocampos, para aguantar las pelotas que les jueguen Paredes y De Paul y ganar infracciones que les permitan a la Argentina una pelota parada, o ganar metros en campo rival de manera progresiva y más lenta de lo normal.
Jugar al golpe por golpe no sería aconsejable, teniendo en cuenta que la altura genera un cansancio mayor y un ahogo. Los cinco cambios que permite ahora el reglamento pueden ser una ventaja con respecto a otras presentaciones. Si el DT está evaluando en la inclusión de un mediocampista con mayor posesión como Palacios o Nico Domínguez, tiene que ver con eso y con que, incluso, desde el dibujo táctico la Argentina se pare 4-4-11, con ocampos tirado a una banda, Messi suelto como enganche y Lautaro Martínez como la principal referencia ofensiva.
Los remates de media distancia serán otro ítem a considerar. Lautaro tiene la capacidad para convertir desde lejos, pero sobre todo Paredes y De Paul necesitan recibir la pelota mucho más adelantados de lo que lo hicieron ante Ecuador. Por eso el ítem anterior de filtrar pases pero –al mismo tiempo– respaldar (eligiendo los momentos) esas entregas. Si van a quedarse casi siempre en campo propio, difícil que tengan la chance de convertir con un disparo desde afuera del área, por más buena pegada que tengan.
El vuelo de la pelota es distinto, para atacar y también para defender. Alejandro Sabella, en la previa de un partido en La Paz, dijo mientras fue DT de la selección: “La pelota dobla más tarde porque pierde velocidad. Por eso se patea desde lejos”.
En ese sentido, otra clave estará en el rendimiento de Franco Armani. El arquero de River es casi perfecto, aunque uno de sus puntos débiles está en el juego aéreo, por lo que sería importante no hacer muchas infracciones. Hay goles que le hacen de córner o tiros libres laterales o frontales que no son responsabilidad suya, pero en otros sí. Y muchas veces no se ve una falla puntual suya, pero –cuando los propios compañeros no sienten mucha seguridad en ese rubro en su arquero– quizás se terminan metiendo muy cerca de su línea. Eso solo puede condicionar la defensa de ese balón aéreo. Y más si no dobla como en el llano y el efecto puede jugar una mala pasada.