Adiós al cemento. Las ciudades chicas atraen a porteños desencantados
Por las restricciones de la pandemia, muchos vecinos de la Capital y el conurbano intentan cumplir su sueño de vivir más cerca de la naturaleza
“Qué voy a hacer, con tanto cielo para mí/ Voy a volar, yo soy un bicho de ciudad/¿qué voy a hacer, cuál es el camino a seguir?/ Voy a soñar con ese beso al regresar”.
Cada vez son más los “bichos de ciudad” que, como dice el tema de Los Piojos, se deciden a volar. En las urbes del interior, intendentes, desarrolladores inmobiliarios y educadores revelaron a que reciben la nacion cada vez más consultas de familias desde el área metropolitana de Buenos Aires. Según los expertos, hace décadas que está en marcha una paulatina desconcentración de las grandes ciudades y ese proceso, lento hasta ahora, podría acelerarse con la pandemia.
Aún es temprano para saber la cantidad de porteños y bonaerenses que efectivamente se mudarán al interior del país, pero los gobiernos de varias ciudades “intermedias” (es decir, de menos de 500.000 habitantes) planifican políticas contra reloj para hacer frente al potencial aluvión. El intendente de Pinamar, Martín Yeza, asegura que recibe mensajes a diario de turistas que van durante la temporada y atraviesan la cuarentena en sus viviendas en la Capital. “Me dicen: ‘Estoy en un balcón, no entiendo por qué no estoy allá’. Y yo los aliento a venirse”, cuenta.
El aislamiento, el riesgo de contagio de coronavirus y la posibilidad de trabajar de forma remota se sumaron a factores previos de descontento a la hora de elegir un lugar donde vivir. Quienes buscan mudarse se ven expulsados por la inseguridad, la contaminación y el costo de vida. En paralelo, son atraídos por la cercanía con la naturaleza y las distancias más acotadas entre trabajo, hogar y esparcimiento.
Buena parte de quienes planifican migrar con sus familias hacia otras ciudades consideraron destinos cercanos en el exterior, como Uruguay o Chile, o lejanos, como Estados Unidos o Europa, pero privilegiaron opciones intermedias en la Argentina. La decisión responde al deseo de preservar un contacto más fluido con sus allegados, a la necesidad de mantener su esquema laboral dentro del país y, en algunos casos, a la falta de documentación de residencia en el exterior.
San Antonio de Areco
San Antonio de Areco está 112 kilómetros al noroeste de la ciudad de Buenos Aires. “Somos una ciudad, pero tenemos espíritu de pueblo y ese es el principal atractivo que ve la gente”, dice Francisco Ratto, el intendente. La inauguración de la autopista que reemplaza un tramo de la ruta 8 mejoró el acceso desde la Capital. Desde entonces, sus autoridades detectaron un incremento en el interés, que se profundizó durante la pandemia.
Los interesados ya conocen las ciudades sobre las que consultan, ya sea porque las visitaron en algún momento como turistas o porque sus familiares o amigos viven en esos lugares. Es el caso de Martín Caputo (31) y Felicitas de Achaval (28), que se conocieron en la Facultad de Agronomía de la UBA y pasaron la mayor parte de sus vidas entre sus casas en Pilar, Benavídez y la Capital, pero anhelaban un entorno de paz. “Siempre nos gustó la vida en el interior, pero también somos familieros. Durante dos años vivimos en Australia y solíamos preguntarnos si queríamos estar en un lugar tan lejano. Areco nos atrajo por la cercanía, por su belleza y porque tenemos varios amigos que se criaron y viven ahí”, contó Caputo a la nacion.
Caputo consiguió trabajo en una empresa local como ingeniero agrónomo. Achaval, por ahora, decidió dedicarse al arte. “Estamos muy contentos. La gente es muy buena y el lugar es hermoso”, describe.
Tandil
Unos 400 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires, muchos porteños también miran con cariño a Tandil. El presidente del Colegio de Martilleros, Gustavo Favre, aseguró que en los últimos tres meses registraron un aumento de entre el 20 y el 30 por ciento en las consultas. “La mayoría pregunta por rentas, que pagarían con el alquiler de sus propiedades de la Capital. Quieren mudarse, pero prefieren primero venir a probar, y vender después, si deciden quedarse”, cuenta Favre.
Por ahora, las posibles transacciones y mudanzas están restringidas al ámbito de las consultas. Los martilleros estiman que cuando “afloje” la cuarentena empezarán a cerrarse varios contratos de alquiler y se concretarán las compras.
Pinamar
También en Pinamar, a 360 kilómetros de la Capital, las consultas por alquileres aumentaron significativamente. Algunos ya lo concretaron, como María Gabriela Jiménez (46) y Daniel Fasano (50). El matrimonio pasaba la mayor parte del año en su departamento de Ramos Mejía, y en la temporada de verano se instalaba en Pinamar con sus hijos, que hoy tienen 10 y 20 años. Mantuvieron esa dinámica hasta la pandemia de coronavirus. “Siempre pensamos que cuando nuestro hijo más chico terminara la primaria nos vendríamos a vivir acá. Con la pandemia adelantamos nuestros planes”, cuentan por teléfono.
La incógnita para la pareja era cómo vivir durante el invierno en una ciudad veraniega como Pinamar, y quedaron satisfechos con la respuesta: “Nos gustó mucho la vida fuera de la temporada. Hay gente, vida social, sin la vorágine de Buenos Aires”, asegura Fasano.
Tornquist y Sierra de la Ventana
En el partido de Tornquist, a 550 kilómetros de la ciudad, también se preparan para un incremento poblacional. El subsecretario de Turismo, Gustavo Sadoval, asegura que muchos ven en Sierra de la Ventana un destino “con mucho potencial”.
Luciano Novomisky, propietario del resort Balcón del Golf, en Sierra de la Ventana, cuenta que durante los meses de aislamiento trabajó junto al municipio desarrollando incentivos para atraer mudanzas. “Pensamos que iba a ser un boom, recibí 400 consultas. Había mucha gente interesada en venir, pero luego, por las trabas que impuso la misma pandemia, muchos creyeron que no era el momento para mudarse, pero siguen con la idea en la cabeza –dice–. Este es un lugar con una naturaleza brutal y, al mismo tiempo, está la ciudad de Tornquist, que tiene un perfil comercial”.
Jorge Savisky, dueño de una inmobiliaria, asegura que todos los días recibe consultas de vecinos de la ciudad y el conurbano que buscan un cambio de vida: “Tenemos casas ya alquiladas de gente que solo vio las fotos de la propiedad. Tengo más de 30 años como martillero, esto nunca me pasó”.
En el caso de Novomisky, como la pandemia afectó su rubro, el turístico, decidió ofrecer las 19 cabañas del resort para alquilarlas por varios meses. Hasta ahora se mudaron ocho familias, entre ellas, la de Melina Troilo, de 31 años, y Ricardo Jauregui, de 38, que tienen un hijo de cuatro años y otro en camino. Ella es médica, él trabajaba en una empresa de transporte y vivían en La Matanza. Se mudaron a Tornquist hace un año y medio, luego de sufrir varios hechos de inseguridad. Antes de que nazca su segundo hijo, planean volver a La Matanza para estar cerca de sus familias. Pero no tienen dudas de que volverán a Sierra de la Ventana.
Bariloche
La tendencia de las familias a buscar una mezcla de naturaleza y comodidades urbanas también se replica en lugares más alejados, como San Carlos de Bariloche. Sergio González, presidente del Colegio de Martilleros de esa ciudad, revela que en los primeros meses de pandemia las consultas crecieron de manera exponencial.
“Muchos empezaron a soñar con un cambio de vida. Descubrieron que esta era una posibilidad por primera vez a raíz de la angustia del encierro”, analiza González.
Los intendentes consideran que el fenómeno de migraciones a sus ciudades es inevitable, analizan las consecuencias que podría tener un incremento de su población y planifican cómo hacerles frente
Solo en la inmobiliaria de González, Los Cerros Propiedades, recibieron en los primeros 20 días 150 consultas. Gustavo Gennuso, intendente de Bariloche, asegura que no solo están al tanto del interés de muchos porteños y bonaerenses de mudarse, sino que, además, tratan de incentivarlo, aunque de manera planificada para no tensionar los recursos actuales de la ciudad. Gennuso señala que Bariloche es la ciudad con más científicos por habitante de todo el país, y que apunta a atraer una migración vinculada con la ciencia y la tecnología.
¿Ciudades dormitorio?
Los intendentes consideran que el fenómeno de migraciones a sus ciudades es inevitable y planifican cómo hacerles frente. Las autoridades de Areco trabajan en un nuevo código de ordenamiento. “Tiene que ser un proceso lo más participativo posible”, evalúan. Mientras tanto, en Pinamar analizan las estadísticas demográficas. Hoy, calculan, su población es de 50.000 habitantes y hacia 2030 esperan contar con 70.000. Con esas cifras en mente, apuntan a mejoras en la infraestructura, y la cantidad y calidad de la oferta educativa y cultural.
Lucas Delfino, a cargo de la Subsecretaría de Cooperación Urbana Federal del gobierno de la ciudad, aseguró que para pensar un esquema de desarrollo más equitativo, también hay que desarrollar los municipios dentro del AMBA para evitar los barrios “dormitorio”, es decir, un lugar en donde los vecinos se van temprano a trabajar a otra ciudad y solo vuelven a dormir.
“Creo que las ciudades deberían empezar a tener un perfil productivo propio. Pero, por supuesto, también hay que pensar en desarrollar ciudades del interior. El 90% de los argentinos viven en el 0,5% del territorio nacional. Uno de cada dos ciudadanos vive en un radio de 400 kilómetros de distancia desde el Obelisco. Somos un país en el que solo 12 municipios tienen más de 500.000 habitantes”, señala Delfino.
El demógrafo e investigador del Conicet Jorge Paz asegura que la desconcentración demográfica de las grandes ciudades es una tendencia clara. “Los grandes centros urbanos vienen perdiendo población, mientras que las ciudades intermedias, sobre todo en el sur, desde Neuquén a Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, van ganando”, asegura.
Las migraciones, asegura el experto, suelen obedecer principalmente a cuestiones económicas, laborales y de calidad de vida en general. Las epidemias y pandemias, señala, suelen acelerar estos procesos.