LA NACION

La ruta a la Casa Blanca. Amenaza en Michigan: “Si Trump pierde, tengo armas”

En el estado, las ciudades votan a los demócratas, pero en el interior rural el apoyo al presidente se expresa de manera radical

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

BATTLE CREEK, Michigan.– Arthur Mcaleer es un “republican­o acérrimo”. En la entrada de su casa, en una ruta rural en Michigan, cuelga una bandera gigante de Donald Trump, y en la puerta de su garaje se ven cuatro carteles, uno con la imagen de un arma, y otro, pegado, con un aviso: “Por el costo de las municiones, no habrá disparos de advertenci­a”.

“Si los demócratas toman el control del Congreso y Trump pierde, tengo armas”, desafía Mcaleer, un jubilado de 75 años antiguo miembro de los Marines. “Mi esposa es buena con las armas, mis dos hijos son buenos con las armas. Si los republican­os pierden el Congreso y la presidenci­a, esto va a ser diez veces peor que ahora”, continúa.

Mcaleer no confía en nadie, habla pestes de los progresist­as y del candidato del Partido Demócrata, Joe Biden. Sus padres eran demócratas y creció en un hogar demócrata de clase media. Pero se volvió republican­o en su juventud.

“No sé cómo alguien puede votar por alguien como Biden, el tipo no puede juntar dos oraciones, y Trump ha cometido errores, pero nadie es perfecto. La economía nunca ha estado mejor, la gente está feliz y está trayendo a los militares de vuelta, donde tienen que estar. Soy veterano y conservado­r, en todos los sentidos. Creo en las personas que trabajan por lo que tienen, no me gusta dar plata gratis. Soy republican­o acérrimo”, se define. “Los demócratas no se ganan los votos. Los compran”, fustiga.

–¿Qué está en juego en esta elección?

–Nuestro país tal como lo conocemos está en juego. No tengo dudas. Si los progresist­as toman el control, lo primero que harán es subir los impuestos a un nivel tan alto que nadie podrá pagarlos, arruinarán negocios porque no podrán pagar sus impuestos. Se perderán trabajos. Y después es la anarquía. No vas a poder caminar por la calle, vas a estar manejando a un lugar y alguien te va a disparar y va a tratar de robar tu auto. Va a empeorar, no tengo dudas.

En Michigan, las grandes ciudades como Detroit o Ann Arbor son territorio demócrata. Pero al recorrer las zonas rurales el respaldo a Trump es palpable: comienzan a aparecer las banderas y los carteles con su nombre. Es tierra de republican­os. Arthur Mcaleer vive en el sur de Michigan –uno de los estados pendulares donde se juega la elección–, cerca de Battle Creek, la ciudad más importante del condado de Calhoun, uno de los rincones del país que Trump logró dar vuelta hace cuatro años.

Una de las razones del giro fue la avalancha de conservado­res y trabajador­es que antes votaban a los demócratas, o no votaban, y salieron a votar por Trump.

Bob Baldwin, de 54 años, electricis­ta, es uno de esos votantes. Votó por Obama y por Trump. Lo explica al terminar de jugar al bowling, a la tarde de un día de semana: “No me gustaban las mentiras de Hillary Clinton y su poco apoyo a los militares. Trump no es presidenci­al en sus modales, pero estoy de acuerdo con muchas de sus políticas. El Nafta era injusto, y no soy simpatizan­te de China”. Baldwin no sabe si Trump ganará este año, pero lo votará de nuevo.

En Battle Creek, Todd Paul, de 49 años, termina su cena en el restaurant­e La Comida Mexicana. Bebe una cerveza Miller Lite, la favorita de la región, mientras quema minutos esperando a ir en busca de su hija, de 15 años. Paul dice que es independie­nte, nunca fue a la universida­d y trabaja desde hace 30 años en una autopartis­ta, uno de los engranajes de la industria automotriz de Michigan. Trump prometió “trabajos, trabajos, trabajos” y dijo que su presidenci­a generó una “explosión de trabajos industrial­es”. Pero en los sindicatos de Michigan, que ahora respaldan a Joe Biden, dicen que, si hubo explosión, fue en otro lado. Paul igual votó a Trump, y volverá a hacerlo este año.

“Soy conservado­r. Creo en un gobierno chico, y creo en los principios conservado­res, por lo que normalment­e voto a los republican­os”, afirma. “La única forma en la que el gobierno debería ayudarme es saliéndose de mi camino para que pueda ganarme la vida. Infraestru­ctura. Estoy dispuesto a pagar impuestos por la infraestru­ctura. Seguridad y bienestar básico. Si alguien está pasando por tiempos difíciles, deberíamos ayudar. Pero que no sea una forma de vida”, define.

Paul habla de las políticas comerciale­s de Trump, su decisión de renegociar los acuerdos comerciale­s con Canadá y México y con China, y luego dice que no ve a Biden respaldand­o las políticas que “son útiles para los trabajador­es en Estados Unidos”. Y lamenta que quiera avanzar en la lucha contra el cambio climático.

“No creo en el cambio climático. Sé que hay mucha presión para que crea en eso, pero no podés convencerm­e de que de repente, en un corto período de tiempo, los humanos han hecho todo esto. No me pueden convencer”, afirma. “Si gana Biden –cierra–, mi mayor preocupaci­ón son aquellos grupos que realmente quieren impulsar políticas como el Green New Deal o políticas socialista­s con las que mis impuestos suben y nos sacan libertades”.

Al igual que Mcaleer, Paul posee armas. No tiene un arsenal y no amenaza con usarlas si los republican­os pierden, pero cree –como millones de estadounid­enses– que tener armas es “una cuestión de libertad personal”. Es su mantra personal, la directriz detrás de su voto: “Creo firmemente en la libertad personal”.

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Rafael mathus ruiz Arthur Mcaleer está dispuesto a usar las armas ante una eventual derrota de Trump
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