Gabriel Tokatlian. “Ningún presidente trató con más desdén a la región que Trump”
El experto en relaciones internacionales habló del rol de América Latina en la campaña
Con horas de diferencia, Donald Trump y Joe Biden visitaron esta semana Florida, un estado pendular que en 2016 le dio la victoria al magnate por apenas más de un punto. En un estado con 26% de población latina, ambos incorporan en su mensaje referencias a los regímenes latinoamericanos, como Cuba y Venezuela. Más allá de la diatriba de campaña, la región está lejos de ocupar un lugar relevante en la agenda de la Casa Blanca. “Diría que es difícil encontrar desde la Segunda Guerra Mundial un presidente que haya tratado con más desdén, desinterés y desánimo a América Latina que Trump”, sentenció en una entrevista con la nacion el vicerrector de la Universidad Torcuato di Tella, Juan Gabriel Tokatlian.
–Al margen de la campaña, ¿qué lugar ocupa América Latina en la agenda de política exterior de Estados Unidos?
–Hay dos formas de ver el tema. El primero es la elección propiamente dicha. En ese sentido casi ningún tema, ni siquiera la relación con China, ha estado en el corazón del debate electoral entre Trump y Biden. En buena medida porque el supuesto debate presidencial sobre temas de política internacional no se realizará, y también porque los asuntos económicos y aquellos vinculados a la pandemia han concentrado la mayor atención, tanto del electorado como de los candidatos. En este contexto, América Latina es un no tema formalmente desde el punto de vista electoral. Aunque sí es gravitante dependiendo de las dinámicas de los estados. –Cobra relevancia en los estados donde buscan el voto latino. –En ciertos estados el peso específico del voto hispano pasa a ser relevante y los candidatos invocan asuntos que tienen que ver con América Latina. Cuando uno observa las referencias que tanto Trump o Biden han hecho sobre la región, diría que se concentraron en la cuenca del Caribe: Cuba, Venezuela, Colombia, México y América Central. Han sido temas vinculados a políticas que implementa Trump. Por ejemplo, la presión y la búsqueda de derrocar a [Nicolás] Maduro, las sanciones sobre Cuba, el tema migratorio con América Central, las diferencias con México... En algunos hay concurrencia y en otros, diferencias. –¿Por ejemplo?
–Biden prometió un programa de cuatro años de 4000 millones de dólares para América Central con gran dirección a reducir la migración a Estados Unidos, una estrategia muy distinta a la más punitiva que usó Trump. En el tema Cuba las diferencias son notables: Biden, que fue parte del gobierno de [Barack] Obama y normalizador de esas relaciones, insiste en buscar otra vez un nuevo diálogo con la isla. Pero en el tema de Venezuela, hablan básicamente de lo mismo. Ambos utilizan el término “Maduro dictador”. ¿Qué es lo que Biden le critica a Trump? Que no ha sido efectivo en derrocar a Maduro, pero no en la política, en la estrategia más de diplomacia coercitiva.
–¿Qué marcó la política de Trump hacia la región, sobre todo en América del Sur, y qué podría ser distinto con Biden? –Diría que es difícil encontrar desde la Segunda Guerra Mundial un presidente que haya tratado con más desdén, desinterés y desánimo a América Latina que Trump. Un ejemplo emblemático: salvo por la visita a Buenos Aires para el G-20, no visitó América Latina. No asistió a la Cumbre de las Américas de 2018 en Perú. Es un presidente que realmente ubicó en un lugar lejano a la región, y particularmente a América del Sur. Pero en el último año y medio mostró una creciente preocupación respecto de la expansión y de la proyección de China. Sin embargo, ese interés más reciente, visto desde el mundo de los negocios, es relativamente poco. No impulsó al sector privado norteamericano a recuperar influencia o incrementar la inversión, porque su plan es America First, mientras que China fue efectiva desde el plano comercial y financiero.
–¿Qué instrumentos le quedaron a Trump para frenar a China en América del Sur?
–Los instrumentos militares. Una creciente preponderancia del Comando Sur, un rol ascendente del Pentágono, una visión más competitiva y más pugnaz desde el punto de vista militar y estratégico con China. Pero en términos específicos, ha sido pobre el resultado porque Estados Unidos no incrementó su influencia relativa en América del Sur. Estos países ven que China viene con recursos, con inversiones. ¿Y Estados Unidos qué ofreció en contrapartida? Muy poco. Mucha ideología, retórica, amenazas de sanciones, pero poca efectividad. –Y respecto de la Argentina, con la deuda y las negociaciones con el F mi muy presentes ,¿ qué impacto podría tener esta elección?
–Yo no vería con Trump reelegido –muy difícil– o con Biden elegido –más probable– que ahora Washington quiera hacer algo de incidir sobre la negociación con el FMI adrede contra la Argentina. No veo cuál sería el sentido estratégico de eso, no entendería por qué quisiera dificultar una administración republicana o demócrata ese vínculo. –¿Y llevado al tema Venezuela? –¿Hubo distancias? Sí. ¿Confrontación? No. Washington aceptó un juego de la Argentina que oscila entre ser todavía parte del Grupo de Lima y no firmar aquellas declaraciones que son reflejo de una diplomacia coercitiva sobre Venezuela, pero ha sido categórico en materia de derechos humanos en foros internacionales. Aportó incorporándose al Grupo Internacional de Contacto para demandar elecciones libres y transparentes en Venezuela. Entonces, tampoco allí hubo una situación de tirantez que haya modificado sensiblemente la relación. Ninguno de los dos quiere entrar en una relación de fricción.