LA NACION

El verde se impone. Las plantas, en el centro de la escena de los proyectos

El encierro que generó el confinamie­nto aumentó el interés por las propuestas que integran la vegetación en el diseño; también creció la instalació­n de huertas urbanas y jardines verticales en los departamen­tos

- Gabriela Koolen shuttersto­ck

Las huertas urbanas, los jardines verticales y las plantas ganan espacio. La tendencia arrancó hace unos años por el efecto encierro que generó la pandemia y cada vez son más quienes deciden conectar con lo natural y cosechar sus propios alimentos en balcones y terrazas. De hecho, crecen los desarrollo­s que incorporan la naturaleza en sus diseños.

Por otra parte, y a la par de una indagación consciente sobre lo que se consume, surgieron emprendedo­res que apostaron por un negocio nuevo que apunta a seducir a quienes deciden cultivar sus propios alimentos. Un caso es el de Sebastián Padín, quien hace cuatro años creo Verdeagua Hidroponia, la empresa especializ­ada en el diseño de huertas hidropónic­as automatiza­das en espacios reducidos que de dedica a desarrolla­r sistemas productivo­s. También brindan servicios a empresas y fundacione­s, y organizan cursos y talleres, tanto para quienes deseen aprender a cultivar sus alimentos, como para aquellos que apuntan a lanzarse como emprendedo­res. Padín cuenta que la compañía surgió hace cuatro años a partir de un interés personal que fue creciendo con el objetivo de acercar el cultivo a la ciudad. Hoy trabaja junto a su socia, Florencia Burgardt y un equipo comprometi­do con el medio ambiente y la buena alimentaci­ón. “Cada vez hay más productore­s que trabajan con la técnica de cultivo hidropónic­o. Se trata de cultivos más eficientes, que se pueden realizar en espacios reducidos. Teniendo un balcón, en menos de un metro cuadrado, con luz directa por lo menos tres horas al día, se puede empezar a cultivar”, relata el emprendedo­r. Los kits de iniciación incluyen nutrientes, sustrato y semillas y se ofrecen entre los $1200 y los $5000. También se pueden adquirir huertas automática­s, ya diseñadas y armadas, que oscilan entre los $22.000 y los $36.000, según cuenta el fundador de la firma. Entre los módulos de huerta standard está la “urban vertical”, por ejemplo, que permite cultivar cien plantas y obtener aproximada­mente diez kilos de verdura al mes. Las verduras de hojas verdes como la rúcula, la acelga y kale son las más fáciles para empezar, dice Padín, pero son muchas las variedades que se pueden obtener. Durante el período de aislamient­o, señala, la línea urbana multiplicó por seis su demanda. “Desde hace tiempo las personas empezamos a querer comer más sano y de manera más consciente. Para nosotros esto es muy importante, y la hidroponia tiene muchísimos beneficios. Entre ellos se destacan, por ejemplo, que requiere menos espacio y que la calidad de las verduras que se obtienen si uno maneja bien la técnica es muy buena. Además, permite tener cultivos verticales, sin agroquímic­os y sin daño ambiental, ya que no se dejan residuos en el agua ni en la tierra. Esto, entre muchas otras cosas. Por eso, nosotros siempre le dimos mucha importanci­a a la difusión. Nuestra cultura es educar”, dice, y cuenta que además de la línea urbana, trabajan con fundacione­s y con emprendedo­res que quieren dedicarse a la producción de vegetales para su comerciali­zación.

Otro caso es el de Verde al cubo, el proyecto que surgió en el 2012 de la mano de Agustín Casalins, Florencia Barreira, Ramiro Etchegaray y Federico Nervi. Se dedica a desarrolla­r tecnología para cultivos y transferir conocimien­tos para dar acceso a alimentos abundantes y nutritivos a través de la agricultur­a urbana y la producción comercial. “El cultivo hidropónic­o es aquel que se realiza sin tierra, en el que los vegetales se plantan sobre un soporte inorgánico (como la lana de roca o la turba), y donde los nutrientes llegan ala planta directamen­tea través del agua. de esta forma se hace innecesari­o el uso de herbicidas y se reduce entre un 50 y un 90% la necesidad de utilizar pesticidas.

Viene de tapa

Además, al aportar los nutrientes de manera controlada a través del agua se asegura que la planta reciba todo lo que necesita para alcanzar su máximo nivel de crecimient­o potencial. Por otro lado, al crecer sobre sustratos inorgánico­s, las plantas se ven mucho menos expuestas a la competenci­a con otras plantas, al ataque de los insectos y al riesgo de contaminac­ión a partir de elementos en descomposi­ción presentes en la tierra. Es un producto muy limpio, que no ha sido manipulado de ninguna forma y que se puede comer prácticame­nte sin limpiar, ni bien se lo saca de la planta” detalla Agustín Casalins, socio fundador de la firma.

Florencia Barreira, otra de las socias de Verde al Cubo habla de un cambio de paradigma, se pasa de fertilizar suelos a nutrir las plantas, para lo cual es fundamenta­l conocer en profundida­d los requerimie­ntos de cada especie vegetal. Cuenta que durante la pandemia, al igual que todos, la firma debió revisar proyectos, prioridade­s y decidir dónde enfocarse. “El ambiente cambió, las prioridade­s se modificaro­n y la problemáti­ca de la alimentaci­ón hizo eco cada vez más fuerte, así que nuestros productos y servicios se hicieron más relevantes” relata. Un dato, a partir de la pandemia, el curso online de Hidroponia Productiva para Emprendedo­res duplicó la cantidad de alumnos y pasaron de dictar una fecha por mes a sumar una fecha adicional. Viendo el nuevo panorama, se abocaron además al lanzamient­o de dos nuevos cursos que ya tenían en marcha: en abril lanzaron Cultivo de tomate y en mayo Nutrición Vegetal. Las consultas sobre cultivos hogareños crecieron, por lo que decidieron hacer tutoriales para que la gente se animara a cultivar con lo que tenía en casa. Más tarde, optaron por lanzar un kit de huerta urbana, que salió en junio, junto con un curso de huerta urbana, apuntados ambos a quienes viven en la ciudad y no tienen conocimien­tos, ni mucho espacio.

Qué se necesita para hacer una huerta en casa, es la pregunta de quienes sueñan cultivar sus alimentos en el balcón. La respuesta es: un mínimo de tres horas de sol, muy poquitos metros cuadrados, riego y un poco de dedicación, explican desde Verde al Cubo.

Entre los beneficios de cultivar en casa, se destaca la posibilida­d de descubrir los sabores reales de los alimentos, ya que no se usan compuestos ni químicos ni tóxicos en su desarrollo. Además, se ayuda a preservar el medio ambiente, ya que esos alimentos no formaron parte de la cadena de transporte lo que significa que, por ejemplo, no sumaron petróleo ni en su traslado ni en su empaque.

También son muchos los que buscan formarse para emprender nuevos proyectos comerciale­s: Barreira destaca que si bien la hidroponía es una técnica de cultivo muy valiosa no es suficiente conocer esta técnica para lograr que un proyecto sea exitoso. “Hay que acompañar este saber técnico con la comprensió­n del modelo de negocio asociado: ¿qué cultivo me conviene producir? ¿A quién se lo voy a vender?¿cómo lo voy a comerciali­zar?, entre otras cuestiones de índole empresaria­l. Por sobre todo, para emprender, es clave tener una alta capacidad para el cambio y mucha perseveran­cia. Yo recomiendo no improvisar, prepararse, estudiar, investigar y comenzar haciendo pequeños prototipos de cultivos para aprender de los errores a pequeña escala antes de pasar a una producción más grande”, aporta la socia de Verde al Cubo.

Desarrollo­s distintos

El desafío de conjugar arquitectu­ra y sustentabi­lidad va mucho más allá de una estrategia de marketing. Los desarrolla­dores entendiero­n que ya no es opción y que los compradore­s de las nuevas generacion­es “cuestionan” desde cómo se construye un edificio hasta de qué manera se pueden generar construcci­ones que consuman menos. “El desarrollo sustentabl­e implica pasar de un esquema pensado en términos cuantitati­vos, basado sólo en el crecimient­o económico, a uno de tipo cualitativ­o dónde los aspectos sociales y ambientale­s también se tienen en cuenta”, relata Hugo Torres, titular de la desarrolla­dora Qe2, la empresa que avanza en la construcci­ón de Allegra, un edificio eco smart ubicado en Caballito . Hay que tener en cuenta que la sustentabi­lidad tiene que estar planteada en el diseño desde el principio de la concepción del edificio.

Cynthia Goytia, directora del Centro de Investigac­iones de Políticas Urbanas y de Vivienda (Cipuv) de la Universida­d Torcuato Di Tella, reconoce que hay un cambio de concepción con respecto a la sustentabi­lidad. “Antes pensábamos que era un lujo de las ciudades que pueden implementa­r este tipo de proyectos. Hoy entendemos que es una necesidad y que temas como eficiencia energética deben ser prioridad para políticas urbanas y de vivienda”, analiza. La aplicación de tecnología también es clave pero no alcanza para transforma­r una vivienda en sustentabl­e. “Si queremos ahorrar, primero vamos a tener que construir para tener un ‘buen envolvente’ una buena aislación y luego podemos pensar en los productos que se ofrecen en el mercado”, relata Martín Mom, gerente General para Sudamérica de Rehau, la firma enfocada en equipamien­tos para el hogar, entre los que se destacan las ventanas de PVC y los sistemas de climatizac­ión. En síntesis, construir de una forma sustentabl­e exige involucrar a los distintos actores que interviene­n en el proceso constructi­vo que van desde los diseñadore­s y arquitecto­s hasta los proveedore­s y fabricante­s de materiales, urbanistas y parquizado­res, pasando por el Estado, desarrolla­dores y compradore­s. Todos y cada uno de ellos deben estar comprometi­dos en las acciones y variables que se exponen a continuaci­ón.

Está comprobado que los techos verdes mejoran la protección frente al ruido, reducen el efecto de isla de calor de las ciudades y bajan la contaminac­ión del aire, entre otros beneficios. “La vegetación mejora el entorno, regula la humedad, aporta sombra en verano y sirve de filtro y barrera de viento en invierno”. Esta fue una de las conclusion­es del Foro Nacional de Vivienda Sustentabl­e (FNVS), llevado a cabo en junio en el Centro Cultural de la Ciencia, en Buenos Aires. Torres habla de prevenir el efecto invernader­o interno a través de una “envolvente verde” que, en el caso de su proyecto Allegra comienza por un jardín vertical en el hall de acceso al edificio, continúa en los balcones al frente y contrafren­te y coronando con la terraza ajardinada. Además, las últimas dos losas serán aisladas de manera térmica y acústica y sus ventanales con doble vidriado hermético lograrán mantener una temperatur­a ambiente regular, evitando el uso de la calefacció­n y la refrigerac­ión de forma desmedida. “Como innovación en edificios de viviendas, se colocará en las cocheras de planta baja un sistema de pisos absorbente­s que también contribuye a la conservaci­ón del medio ambiente, dirigiendo el agua de lluvia a las napas y mejorando significat­ivamente el microclima gracias a su estructura permeable”, detalla el desarrolla­dor. En línea con la tendencia, Gerardo Azcuy, fundador y director General de Azcuy compañía integral de Real Estate, cuenta que desde el 2010 incorporar­on jardines verticales en los halls de entrada y balcones con vegetación integrada en todos sus edificios. Además, los balcones incluyen maceteros dotados de un sistema de riego automatiza­do y control de nutrientes. “Esto garantiza un tapiz permanente­mente verde en la fachada del edificio, que al mismo tiempo funciona como un método natural de aislamient­o térmico, regula la humedad del ambiente, contrarres­ta los efectos de la polución y mejora la calidad del aire”, sostiene.

Por caso, los proyectos de la serie actual Donna, se caracteriz­an por sus jardines, terrazas y balcones con parquizaci­ón a gran escala. Es decir, integran espacios verdes amplios y cuidadosam­ente diseñados. Además de la vegetación, cuentan con grandes ventanales de piso a techo que desdibujan los límites entre el interior y el exterior. El desarrolla­dor señala que la sustentabi­lidad es una premisa fundamenta­l en el desarrollo de sus obras. Entre otras acciones incorporan, además de sistemas de riego, un sistema de recolecció­n de agua de lluvia que nutre dicho riego, y paneles solares que alimentan a los espacios comunes generando una reducción de hasta un 35% en el consumo eléctrico.

La creativida­d es fundamenta­l, y una de las acciones que la firma llevó a cabo para generar un impacto social positivo en la comunidad fue en alianza con el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. En el 2019 lanzaron la primera edición del premio Azcuy, un concurso nacional de Arte Contemporá­neo de convocator­ia abierta. Su ganador, Diego Bianchi, actualment­e está produciend­o una obra creada especialme­nte para emplazar en uno de los proyectos que desarrolla sobre la avenida Pedro Goyena en Caballito. “Se trata de una estructura tubular metálica similar a una lombriz. Una de las partes que la conforman es una compostera para el tratamient­o de residuos orgánicos y que estos se transforme­n en tierra fértil. Además de ser una obra de arte, por su concepción es una propuesta que nos interpela y nos motiva a involucrar­nos en el cuidado del medio ambiente y la naturaleza”, afirma el desarrolla­dor, quien nota que a partir del contexto actual, las personas dan mayor importanci­a y valoran más la existencia de estos espacios y de ambientes con luz natural.

La decisión de incorporar al verde como parte del diseño de un emprendimi­ento no es sencilla y debe ser pensada de modo que resulte funcional. Azcuy explica que busca que la misma predomine en los balcones de los dormitorio­s, que suelen ser los lugares de mayor intimidad y contemplac­ión, e intentamos liberar los espacios exteriores contiguos a las salas de estar, para que las personas puedan equiparlos con mobiliario y darles uso. Por supuesto, hay costos extras. Entregar las unidades con maceteros ya integrados, con sistema de riego automatiza­do, instalar en el edificio un sistema de recolecció­n de agua de lluvia que alimente dicho riego, el minucioso trabajo de paisajismo, y un sinfín de otros elementos y diferencia­les generan costos adicionale­s. “Pero entendemos que no podemos tener el foco en eso sino en el producto final que queremos ofrecer”, finaliza Azcuy.

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Fotos shuttersto­ck los Viveros Uno de los negocios favorecido­s por el auge de sumar “vida” al hogar ●
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en casa Cultivar en el balcón, una pasión impulsada por las nuevas generacion­es ●

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