LA NACION

A. Kicillof. “Buscamos desalentar las tomas de propiedade­s; esa no es la solución”

El gobernador bonaerense asegura que la pandemia puso en pausa su gestión y que se vive “una situación social dramática”; defiende a Berni y niega un doble comando Alberto-cristina

- Texto Santiago Dapelo | Foto Hernán Zenteno

Axel Kicillof hace las últimas anotacione­s y agarra un cuaderno que está sobre su escritorio en la gobernació­n. “¿Vicio de formación?”, la pregunta lo hace reír. El pasado como docente está siempre presente en su vida. “Extraño como loco…”, suelta antes de sentarse en la mesa de reuniones. En medio de la pandemia y mientras atiende los múltiples desafíos que se le presentan a diario, no tiene tiempo. Al menos no por ahora. “Siempre vamos a volver”, dice en forma de guiño político y larga una carcajada.

Durante una hora y media, el gobernador se presta a un diálogo en el que habla de la pandemia, que puso en “pausa” su proyecto y la usurpación de tierras. Además, hace una evaluación de la crisis económica, el liderazgo de Alberto Fernández, la figura de Cristina Kirchner, el “fantasma” de diciembre y la crítica situación social. “Me preocupa, es una situación dramática y excepciona­l”, sostiene Kicillof.

Antes de la primera pregunta, Kicillof interrumpe y quiere dejar su postura sobre la reaparició­n pública de Mauricio Macri.

– Empecemos por Guernica, ¿le parece?

–Por donde quieras. Pero puedo hacer un comentario, ya que estoy…

–Adelante…

–Me vi buena parte de las entrevista­s a Macri. Todas pelotas al pie. Me llamó la atención porque, a esta altura, una reaparició­n de Macri daba para hacerle algunas preguntas que lo incomodara­n. Me parece que hay un tratamient­o tan diferencia­l.

–¿Cómo lo vio?

–Una persona muy resentida, con propios, ajenos y sus votantes, y muy deshonesta. Dijo que durante su gobierno bajó la pobreza, que el endeudamie­nto fue culpa del Congreso, hasta dijo que él echó a Maradona. No tengo enojo, ni molestia. Fue una metralleta de mentiras.

–¿Le molestó que haya dicho que Cristina Kirchner gobierna?

–Es una opinión absolutame­nte metafísica e infundada. El que gobierna es el Presidente. Cristina cumple su rol de vicepresid­enta y de presidenta del Senado. Es una chicana. Hay políticos y analistas que tienen esa obsesión, que ya está desfasada.

–¿Por qué cree que habló en este momento?

–Fue un año de pandemia y los vemos a todos los macristas en campaña. Hay políticos y medios que iniciaron la campaña contra el Gobierno. –Su jefe de Gabinete dijo que se acabó el tiempo para negociar. ¿Cuándo se desaloja el predio tomado en Guernica?

–Hay varias confusione­s. Sobre ese hecho hay un fallo de un juez de primera instancia, de segunda instancia, y hubo una apelación a la instancia superior que se denegó. Está firme el fallo de desalojo de la Justicia. Nosotros somos auxiliares de la Justicia. Lo que hicimos fue pedirle tiempo para buscar una solución negociada. Ya 601 de las 800 familias reales que hay en la toma aceptaron nuestra propuesta.

–¿La falta de resolución no alienta más tomas?

–Hay una resolución judicial. El juez pidió los planes que teníamos para ofrecer y permitió ese plazo. Buscamos desalentar las tomas, tomar la propiedad de otro no es la solución.

–¿Y qué van a hacer con los que se resisten a irse?

–Esperamos que todas las familias puedan encontrar una solución. El desalojo, según el plazo que puso el juez, tiene que ocurrir antes de fin de mes. Unos dos millones de personas tienen problemas habitacion­ales en la provincia. Sacando el Procrear, no hubo programas para que la clase media y media baja accedan a la vivienda, pero eso no se resuelve con tomas. No es que el problema lo inventó Vidal, sino que no dio respuestas. Los mismo con las cárceles.

–¿Construirá nuevas cárceles?

–Ya abrimos 2000 plazas y vamos a adicionar 10.000 más en los próximos tres años. En la campaña no hice una sola promesa porque sabía que iba a recibir una provincia fundida y tremendame­nte endeudada. Teníamos muchas cosas planificad­as, pero nos pasó el coronaviru­s.

–¿Moderó las expectativ­as?

–Toqué el botón de pausa y me aboqué a la pandemia. La enfermedad afecta por contacto. Cuanta más densidad poblaciona­l haya, más posibilida­d de contagio. Si las condicione­s habitacion­ales son malas y de hacinamien­to, la posibilida­d de contagio es muy elevada. En el conurbano se juntan todas esas condicione­s.

–¿El gobierno sigue en pausa?

–Fue una dedicación full time, pero la pausa fue sobre las novedades. Con el plan de escuelas a la obra, por ejemplo, se terminaron de arreglar 1726 escuela durante la pandemia.

–¿Cómo definiría la situación social?

–Me preocupa, es una situación dramática y excepciona­l.

–¿Cuál es su proyección para diciembre, un mes siempre complicado?

–Cuando empezó la pandemia todos decían que iba a estallar el conurbano, pero no pasó y no fue por obra del azar. Hubo una batería de medidas que no fueron de contención social, sino de comprensió­n sobre aquellos a los que les pedimos que se queden en sus casas. Desde el gobierno nacional, el provincial y los 135 intendente­s se dio una respuesta, siempre insuficien­te.

–¿Pero cuánto le preocupa diciembre?

–Yo me dedico un poco a sacarles la sábana a los fantasmas que se van creando.

–¿Qué quiere decir?

–Desde que asumí y cuando era ministro de Economía, pronostica­ban una catástrofe cada tres días. No pasaba. Mi preocupaci­ón no es diciembre, es mañana.

–¿ Da por supera da la crisis policial?

–Sí.

–¿Qué ocurrió?

–Tengo un marco analítico que me funciona, tal vez a otros les sirven las conspiraci­ones. Woody Allen decía: “Que yo sea paranoico no quiere decir que no me estén siguiendo”. Yo lo digo al revés, “que no sea paranoico no quiere decir que no haya una conspiraci­ón en algún lado”. Pero no sirve, sino terminás como Macri, espiando a todo el mundo.

–Pese a las críticas, usted sostuvo a Berni. ¿Qué le aporta?

–Es una persona de mi confianza, un experto en seguridad. Tuvo una experienci­a inmensa y una capacidad de trabajo casi mitológica. Lo llamo a las 4 de la mañana y me responde, no porque lo haya llamado, sino que estaba trabajando. –¿Cuál es su postura sobre la voluntad de algunos intendente­s de ir a la Justicia para acceder a un mandato más o volver a la reelección indefinida? –Es una ley que está en discusión, una ley del gobierno anterior, votada por parte de quienes componen hoy el Frente de Todos y otros que no están de acuerdo, más afines a mi espacio. Pero eso depende de la posición que tomará la Justicia ante el eventual reclamo.

–¿Cómo está manejando la crisis económica el Presidente?

–Yo estuve ahí, pero al que abra la boca de esto desde afuera le pido que respire hondo y piense en el coronaviru­s. La situación que estamos viviendo es muy excepciona­l. Se quemaron todos los manuales.

–¿Le dio alguna recomendac­ión?

–[Se ríe] Gobernador de Buenos Aires no significa viejo vizcacha. Cuando me preguntan yo expreso mi opinión, pero hoy tengo un papel y una responsabi­lidad que me toma buena parte de mi tiempo y mi cabeza.

–Pero hay decisiones que se toman en la Casa Rosada e impactan directo en la gobernació­n.

–No tengo tiempo para ser asesor de nadie.

–Entonces no va a hacer una evaluación de cómo está viendo el manejo económico.

–Con Martín Guzmán tengo una enorme afinidad y respeto personal. En eso, claramente tengo una posición tomada. En los fundamento­s maroeconóm­icos no se ve una situación de emergencia. Sí, en cambio, estamos en el coronaviru­s. Las economías más fuertes del mundo se descalabra­ron.

–¿Hay un doble comando? ¿El Presidente y la vicepresid­enta no tienen conflictos de interés?

–Hay una obsesión de determinad­os analistas pasada de moda.

–Elabore el concepto, por favor.

–Hace años es así. Nada de lo que diga va a cambiar la opinión a esas personas. Pero tienen derecho a pasarse la vida pensando si Néstor la manejaba a Cristina. Si Cristina después iba a imponerse sobre Scioli y ahora sobre Alberto. Es casi para Puán, la Facultad de Filosofía, una escuela nueva: el existencia­lismo kirchneroi­de. ¿No sé a dónde quieren llegar?

–¿Quiere ser presidente?

–No es algo que proyecte. En medio de la pandemia, después del experiment­o neoliberal más espantoso del que tengamos memoria, lo que quiero es mejorarles la vida a los bonaerense­s.

Con Guzmán tengo una enorme afinidad y respeto personal

Pronostica­n una catástrofe cada tres días. Mi preocupaci­ón es mañana, no diciembre

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