Pasaron cosas
“Dejen de usar el aislamiento como método de control principal [del virus]. Desarrollen mejores sistemas”. (De David Nabarro, de la OMS.)
No disparemos contra la OMS por las contradicciones en torno al coronavirus. Bajemos las armas como las depusimos en el año 2000. ¿O acaso hace 20 años no nos habían alertado de que se venía el fin del mundo, con un colapso informático global que iba a dejarnos más confundidos que De la Rúa en el programa de Tinelli? ¿O acaso en 2012 no se predijeron terribles consecuencias para el mundo relacionadas con el fin de ciclo del calendario maya y acá estamos: más aferrados que ternero a la vaca? ¿Y el 6 de junio de 2006, cuando iba a reencarnarse el Diablo y lo más grave que nos pasó ese año fue perder con Alemania en cuartos de final en el Mundial de fútbol?
No hay que ser tan duros con la OMS porque un experto defienda las cuarentenas y otro mande a los gobiernos a ponerse a trabajar en serio para atender la salud de la población como corresponde antes que encerrarla 212 días o 5088 horas o 305.280 segundos como venimos padeciendo los argentinos desde que se decretó el aislamiento, en marzo, hasta las cero de anoche.
Es cierto que también se dijo que los asintomáticos no contagiaban y después que sí. O que el tapaboca es una gran ayuda y después que no; que el virus está en el aire, que es pesado, que es liviano, que se mantiene en las superficies poco tiempo, pero también mucho; que es mejor saludarse con el codo, pero mejor aún con el pie o de ninguna de las dos maneras porque o nos ponemos muy cerca del otro o no hacemos equilibrio y nos vamos al suelo y nos quebramos, y entonces tenemos que ir al hospital, donde nos podemos contagiar el virus. Y así...
Que tosamos y estornudemos en el pliegue del codo y que, si podemos, es mejor no toser ni estornudar ni gritar ni cantar. Y que, si decidimos hablar con el lenguaje de señas, que sea con alcohol en gel o alcohol diluido en agua en proporciones que no queremos citar acá por temor a que cambien justo cuando este texto se publica.
Por qué caerle sin piedad a la OMS como si fuera un único y perjudicial contradictor o sus pronósticos nunca se cumplieran. ¿O acaso ya crecieron los brotes verdes, la pobreza bajó a cero, se cerró la grieta, las heladeras están llenas, los jubilados cobraron el 20% de aumento, se terminó la impunidad, volvieron mejores y se gobierna para todos?
Pasaron cosas. Pero el encierro sigue igual. Como los sermones.