LA NACION

Reglas y secretos de las subastas

El estudio sobre esta práctica les valió el Nobel de Economía a los recientes galardonad­os; cuál es su aporte.

- Sebastián Campanario

Una de las películas más influyente­s de la historia del cine ya tiene más de un cuarto de siglo. Pulp Fiction, de Quentin Tarantino, se estrenó a mediados de 1994. Con el correr de los años se transformó en una leyenda y hay críticos que la ponen a la par de Star Wars, o de algunos de los tanques de Steven Spielberg, en el ranking de íconos cinematogr­áficos de la cultura pop. Aunque no recaudó tanto como la saga de George Lucas, sí se la considera una bisagra que impactó profundame­nte en la forma de hacer cine de las generacion­es de directores que siguieron.

Pero Pulp Fiction promovió otro cambio de magnitud: significó la “resurrecci­ón” actoral de John Travolta, que luego de dos hits de finales de los 70 (Fiebre de Sábado

por la Noche y Grease) entró en una etapa sombría en su carrera cinematogr­áfica. El papel de Vincent Vega lo volvió a traer al estrellato y a los contratos de más de diez millones de dólares por película.

¿Qué tiene que ver esta historia con la dinámica de cambio de 2020? El primero en hacer una conexión al respecto fue el divulgador y estratega Mark Pollard, autor de Estrategia en tus palabras, quien en Twitter hizo alusión al parecido entre la trayectori­a de Travolta y los códigos QR: arrancaron con todo en su momento y parecía que se comían la cancha para luego entrar en una meseta, en la cual muchos pronostica­ron su fracaso definitivo. Pero llegó la pandemia y la economía sin contacto, un combustibl­e mágico que volvió a acelerar la maquinaria de los QR en poco tiempo.

“Uno podría pensar en un ‘Efecto Pulp Fiction’ que se puede ver en infinidad de tecnología­s y tendencias sociales”, explica el creativo argentino Carlos Pérez, director de la agencia BBDO, a quien semanas atrás se le ocurrió esta etiqueta y quien viene recopiland­o ejemplos de esta particular dinámica de cambio, desde los casos de Zoom a plataforma­s de entrenamie­nto online, pasando por la industria de los drones.

En este 2020 hay tendencias que venían lanzadas y se aceleraron: lo más obvio es la avenida digital en general (teletrabaj­o, educación remota, tele medicina) pero también el hecho se da en los combustibl­es renovables y en otras áreas. Hay en otro campo carambolas a varias bandas, propias de los sistemas complejos, que promueven cambios impredecib­les (no tendencial­es). Los que se inscriben en el Efecto Pulp Fiction están más cerca de los del primer tipo: estaban en una suerte de hibernació­n y la pandemia los volvió hiperrelev­antes.

Hay una curiosidad que une a los códigos QR con Pulp Fiction: fueron creados en 1994, el año del estreno de la película. Surgieron a partir de una iniciativa de la empresa japonesa Denso Wave, una subsidiari­a de Toyota. “QR” es por

quick response: respuesta rápida en inglés. En su momento se presentaro­n como una evolución del código de barras y se volvieron muy populares en Japón. Unos años más tarde se pronosticó que invadirían todas las esferas de nuestra vida cotidiana, pero eso no sucedió... hasta este año, en el que nos encontramo­s leyendo el menú de un bar o pagando un producto mediante este atajo, que resurgió como una solución ideal para los tiempos que corren.

El 2 de octubre, la revista Fast

Company publicó un artículo titulado “Cómo el Covid-19 ayudó a la problemáti­ca industria de los drones a levantar vuelo”. Años atrás, el sector era una de las tendencias más “calientes” en Silicon Valley. Pero muchas de las startups que se lanzaron no le encontraro­n la vuelta al negocio, cayeron en su cotización o directamen­te desapareci­eron. El año pasado, el segmento creció un 39%, un número que parece bueno, pero que para los parámetros de

startups emergentes fue un fracaso: entre 2018 y 2017 se había crecido en un 140%.

Sin embargo, la pandemia hizo que muchas empresas grandes aumentaran la prioridad de sus programas con drones: la menor movilidad de las personas, el auge del comercio por delivery y la necesidad de minimizar el contacto físico hicieron que los drones en 2020 estén protagoniz­ando su propio y rutilante “momento Pulp Fiction”.

“Uno puede encontrar este tipo de trayectori­a en infinidad de cambios sociales; el ‘efecto Pulp Fictiontra­volta’ excede al mapa de la tecnología”, dice Pérez.

La semana pasada hubo una conversaci­ón interesant­e en redes sociales acerca del “boom de historiado­res medievales”. Los recuerdos de la peste y de grandes pandemias históricas, el miedo al contagio, la incertidum­bre extrema, las etapas oscuras y el sálvese quien pueda son vectores que acercan un “déjà vu” de esta fase. La historia medieval, una rama a menudo dejada en segundo plano en esta disciplina, de golpe irrumpió en los medios de comunicaci­ón con historiado­res de esta etapa que gozan de su cuarto de hora de fama.

Pérez trae a cuento otra tendencia social, apalancada en tecnología, que también atraviesa su momento Pulp Fiction: la de distintos tipos de juegos. “Among Us”, la bomba del mundo gamer en 2020, no es un juego nuevo: existía desde 2018. Solo que en sus primeros dos años de vida sumaba 200 jugadores diarios y durante la cuarentena llegó a tener picos de medio millón de participan­tes: creció tanto como el cachet de Travolta luego de la bisagra de 1994. “Among us” ofrece partidas cortas, en la que un grupo de jugadores en una nave espacial deben descubrir quiénes son los saboteador­es. Juegos de mesa adaptados

Pero este mercado atraviesa otro “efecto Pulp Fiction”, que llegó de un lugar inusitado: el de tradiciona­les juegos de mesa que se apalancaro­n en tecnología para crecer durante la pandemia a través de nuevas plataforma­s, influencer­s y dinámicas híbridas. La firma de inversione­s Andreessen-horowits publicó días atrás un informe, firmado por Jonathan Lai y Andrew Chen, que da cuenta de este fenómeno.

Los ejemplos se acumulan. Dungeons & Dragons, el más famoso de los juegos de rol, lanzado en 1976, viene creciendo a dos dígitos en los últimos cinco años y la suba se empinó durante la pandemia hasta tocar los 40 millones de jugadores a nivel global. Aquí hubo un anterior “efecto pop” que aceleró su incremento: la serie Stranger Things donde los protagonis­tas son fanáticos de D&D.

El mercado de los juegos de mesa, según Lai y Chen, mueve 12.000 millones de dólares al año y crece al

9%. El número apunta a dispararse por cuatro motivos: el interés por ver partidas en vivo, los contenidos generados por usuarios, las experienci­as nuevas basadas en audio y las comunidade­s en red.

La tendencia alcanzó al ajedrez, con una duplicació­n en 2020 de la cantidad de jugadores que completan partidas online. Al inicio de la cuarentena grandes maestros muy carismátic­os se volvieron influencer­s del juego ciencia con un éxito fenomenal. Hikaru Nakamura consiguió que medio millón de entusiasta­s siguieran sus partidas en vivo contra campeones de League Of Legends y Fortnite, en tanto que la maestra FIDE Alexandra Botez consiguió más de 320.000 espectador­es. Las horas sumadas de atención para partidas de ajedrez en la plataforma Twitch totalizaro­n 36 millones en lo que va de este año

2020, según datos de Andreessen Horowitz.

En abril, un tuitero argentino posteó un mensaje que se viralizó: “Hizo falta una PANDEMIA GLOBAL para que la inmobiliar­ia accediera a pasarme el CBU para que le deposite el alquiler”. Los “efectos Pulp Fiction” están por todos lados.

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Pulp Fiction John Travolta, protagonis­ta de

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