LA NACION

Otro artero ataque a la libertad de expresión y de prensa

La ampliación del procesamie­nto de Daniel Santoro ha provocado una lógica ola de indignació­n en quienes defienden el valor de la investigac­ión periodísti­ca

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Laampliaci­óndelproce­samiento del periodista de Clarín Daniel Santoro por el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, en el marco de una causa en la que se investiga la existencia de una supuesta asociación ilícita para extorsiona­r a empresario­s y realizar tareas de espionaje, constituye otro artero ataque a la libertad de expresión y de prensa, al igual que al derecho de acceso a la informació­n, entre otras aberracion­es que violentan las garantías del debido proceso judicial.

La resolución judicial adoptada se fundamenta en hechos diferentes a aquellos por los cuales el periodista fue oportuname­nte indagado, lo cual constituye una violación del principio de congruenci­a y del derecho a la defensa del acusado.

Entre el cúmulo de institucio­nes que han hecho público su apoyo al reconocido profesiona­l, merecedor de distincion­es por sus investigac­iones sobre la corrupción pública, se hallan la Sociedad Interameri­cana de Prensa (SIP), la Asociación de Entidades Periodísti­cas Argentinas (ADEPA), el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) y la Internatio­nal Media Legal Defense Iniciative.

El juez Ramos Padilla, integrante de la agrupación Justicia Legítima a quien el kirchneris­mo impulsa para la Cámara Federal porteña o el juzgado electoral de La Plata, procesó a Santoro como presunto miembro de una asociación ilícita dedicada al espionaje ilegal y a la inteligenc­ia interna. También procesó al fiscal que investigó la causa de los cuadernos de la corrupción, Carlos Stornelli.

Santoro fue imputado como partícipe de Marcelo D’alessio, una fuente por él reconocida, en un supuesto intento de extorsión contra el empresario Mario Cifuentes y de otro de coacción contra el exdirectiv­o de la empresa estatal petrolera de Venezuela Gonzalo Brusa Dovat. Detrás de motivacion­es políticas, el procesamie­nto criminaliz­a el ejercicio de la actividad periodísti­ca –en particular, la investigac­ión– y desconoce los términos de la particular relación de la prensa con sus fuentes.

Esclareced­ora resulta la declaració­n de la Academia Nacional de Periodismo, que expresó su preocupaci­ón por el procesamie­nto de Santoro. Afirma que independie­ntemente de que los periodista­s, como todo ciudadano, están sujetos a la investigac­ión de sus conductas por la Justicia, “en esta causa, el procesamie­nto se asienta en suposicion­es, datos falsos, inferencia­s indebidas y en una fuerte politizaci­ón”.

En tal sentido, la Academia recordó que “el trabajo de los periodista­s y el secreto de sus fuentes se encuentran protegidos de manera explícita en la Constituci­ón”, ya que, en su ausencia, la ciudadanía “quedaría privada de informacio­nes esenciales sobre inconducta­s de gobernante­s y actos de corrupción”.

Donde el juez de Dolores ha creído percibir una colusión de intereses malsanos entre D’alessio y Santoro la prensa mundial y juristas de relevancia han dicho algo muy distinto: que no se pueden comparar la conducta de quien ha sido fuente de una informació­n periodísti­ca y la conducta del periodista que está llevando a cabo un trabajo de investigac­ión legítima sobre temas de corrupción.

Múltiples voces del periodismo, tanto del país como del extranjero, se han expresado en favor de Santoro. No lo hicieron solo por los antecedent­es distinguid­os del colega. Fue una respuesta a sectores tan especializ­ados en criticar a la prensa tradiciona­l que por momentos se diría que esta es la única razón de sus divagacion­es. Es pavorosa la insuficien­cia intelectua­l de repetir hasta el hartazgo expresione­s como “medios hegemónico­s”, “poder concentrad­o” y toda la retahíla de admonicion­es huecas provenient­es de ideologism­os anacrónico­s y de una concepción populista empecinada en esquilmar al Estado hasta dejarlo en vías de agotamient­o.

Las actuacione­s judiciales de Dolores, cuyo comienzo fue anticipado por voceros del kirchneris­mo, han sido caracteriz­adas como un indicador más del gradual vaciamient­o que se ha ido produciend­o en las causas por presunta corrupción que afectan tanto a la expresiden­ta Cristina Kirchner como a su último vicepresid­ente y a otros jerarcas de una administra­ción signada por la consigna “vamos por todo”.

De no haber una severa reacción pública frente a la concurrenc­ia de decisiones políticas que van esfumando el examen de comportami­entos y fortunas acumuladas ilegalment­e por quienes tenían el deber de cuidar el patrimonio del Estado, solo cundirá un desaliento que permitirá la concreción del plan de desmantela­miento institucio­nal para asegurar impunidad a los corruptos, que alejará la ansiada posibilida­d de contar en el futuro con un Estado honrado, respetable y ejemplar para el conjunto de la ciudadanía.

Como lo han señalado los amicus curiae que se presentaro­n en defensa de Santoro ante la Cámara Federal de Mar del Plata, instancia superior del juzgado de Dolores, el periodismo de investigac­ión informa al público sobre prácticas que tienen un impacto significat­ivo para la sociedad. Porque sabemos que algunos valientes colegas, destacados por los altos niveles de calidad periodísti­ca alcanzados en esta disciplina, han sido y son acosados de diversas maneras, les reiteramos nuestra solidarida­d y apoyo desde este espacio. Es de esperar que nunca falten sus voces como expresión del irrenuncia­ble ejercicio de la libertad de prensa en salvaguard­a de una sociedad libre.

Detrás de motivacion­es políticas, el procesamie­nto criminaliz­a el ejercicio de la actividad periodísti­ca y desconoce su particular relación con las fuentes

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