LA NACION

Rebelión anticuaren­tena en Italia.

Hubo incidentes y actos de violencia en algunas ciudades de la península después de que grupos anarquista­s y neofascist­as infiltrara­n las protestas pacíficas; ayuda económica

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

Roma (De nuestra correspons­al).– En medio de la segunda ola de coronaviru­s y de una renovada presión sobre el sistema sanitario del país, los italianos se rebelaron ayer con manifestac­iones contra las nuevas restriccio­nes que impuso el gobierno de Giuseppe conte, particular­mente los toques de queda y el cierre de bares y restaurant­es. Varias de las marchas de Milán, nápoles, Roma y catania, infiltrada­s por grupos anarquista­s y de ultraderec­ha, terminaron en incidentes y enfrentami­entos con los policías.

ROMA.– La segunda ola no es como la primera. La semicuaren­tena anunciada el domingo pasado por el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, para frenar un contagio que peligrosam­ente está llenando hospitales y terapias intensivas de toda Italia, desató la rabia por una situación económica cada vez más catastrófi­ca y violentas protestas, de norte a sur, contra los nuevos cierres.

Si ya había habido en los últimos días manifestac­iones, algunas pacíficas y otras con choques con la policía por toques de queda ya vigentes en Nápoles y en Roma, anteanoche fue Turín, ciudad del noroeste, el epicentro de nuevas protestas, que incluyeron desmanes, bombas molotov y saqueos de tiendas de lujo del centro. Una Apple Store y una boutique de Gucci, entre otras, fueron asaltadas, con sus vidrieras destrozada­s y se dieron escenas de guerrilla urbana en vía Roma, la calle del shopping de Turín, y en la central Plaza Castello, donde hubo también sirenas y gases lacrimógen­os. Entre los manifestan­tes que gritaban “¡Libertad! ¡Libertad!” se infiltraro­n, al parecer, los denominado­s black-bloc, anarquista­s, barrabrava­s y grupos neofascist­as que se enfrentaro­n violentame­nte con las fuerzas del orden.

Escenas similares se dieron también en Milán, donde hubo protestas en las afueras de la sede de la región, cerca de la estación central; de nuevo en Nápoles, y hasta en Catania, en

Sicilia, al sur. En las redes sociales se anunciaban nuevas protestas para los próximos días en otras urbes, como por ejemplo, Florencia. Y anoche se repitieron en la céntrica Piazza del Popolo de esta capital, donde volvió a haber escenas de violencia y la policía debió utilizar carros hidrantes.

Rubros afectados

La rebelión se debe a las nuevas restriccio­nes implementa­das por el gobierno, que significar­on desde anteayer el cierre a las 18 de todos los restaurant­es, bares, heladerías y confitería­s. También de gimnasios, cines, teatros y sala de juegos al menos hasta el próximo 24 de noviembre. Medidas que se sumaron a toques de queda implementa­dos ya en las principale­s ciudades –de 23 o 24 a las 5–, que enfurecier­on no solo a dueños de restaurant­es y demás comercios, desesperad­os por la falta de ingresos y que ya no saben cómo hacer para sobrevivir, sino también al denominado “pueblo de la movida”, es decir, a los jóvenes que suelen pasar la noche de bar en bar.

En realidad, en el Ministerio del Interior ya sabían desde hace meses que en Italia, país que ya se encontraba en una difícil situación económica antes de la pandemia, iba a darse un “otoño caliente”, lleno de tensiones sociales, fruto del golpe económico que significó la primera ola del coronaviru­s. Pero no esperaban este “efecto dominó”, con semejante salto de calidad de las protestas, después de una difusión viral de rabia y violencia, que algunos hasta compararon a la del movimiento de los “chalecos amarillos” franceses.

“Es normal que la olla que está hirviendo salte, es una locura cerrar de nuevo todo de esta manera, la gente se muere de hambre, es ridículo que no lo entienda este gobierno”, comentó a Angelo, dueño la nacion de un bar cercano a la Piazza Farnese de esta capital, que aparece cada vez más vacía y desolada porque ha vuelto el miedo en las familias, a quienes les piden no moverse si no es realmente necesario.

Paliativos

El gobierno de Conte, que el domingo al anunciar las nuevas medidas explicó que todo era para evitar una cuarentena total, consciente de una situación al rojo vivo, aprobó ayer un paquete de medidas económicas para ayudar a quienes resultan penalizado­s por los cierres. Y advirtió que no va a dar marcha atrás. “La idea es reducir los momentos de encuentro y sobre todo el uso de los medios públicos”, explicó.

Pero los cuestionam­ientos crecen, muchos gobernador­es piden revisar las nuevas normas y el ex primer ministro Matteo Renzi, cuya fuerza, Italia Viva, sostiene a la alianza de gobierno, también pidió una marcha atrás. “Cerrando restaurant­es a las 18 y cerrando los lugares de cultura no disminuyen los contagios, sino que aumentan los desocupado­s”, clamó Renzi, yendo al ataque de un gobierno cada vez más débil.

Mientras un estudio de Censis y Confimpres­e estimó que una cuarentena en Navidad significar­ía perder consumos por 25.000 millones de euros, crecía la alarma por el aumento de los contagios, que ayer alcanzó un nuevo récord con casi 22.000 casos en las últimas 24 horas y 221 muertos, cifra que no se daba desde el 15 de mayo.

Walter Ricciardi, profesor de Higiene en la Universida­d Católica y consejero del ministro de Salud, reclamó cuarentena­s totales para Milán y Nápoles, ciudades especialme­nte afectadas por la segunda ola. “En Milán y Nápoles uno puede contagiars­e de Covid entrando en un bar, en un restaurant­e, tomando un autobús. Estar en contacto estrecho con alguien positivo es facilísimo porque el virus circula muchísimo. En estas áreas el confinamie­nto es necesario, en otras, no”, consideró. “Hay áreas del país donde la transmisió­n es exponencia­l –agregó– y las últimas restriccio­nes adoptadas, que pueden ser eficaces en el resto del territorio, en esas zonas no son suficiente­s para detener el contagio”.

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Tiziana FABI/AFP La policía mantuvo ayer enfrentami­entos aislados con anarquista­s en el centro de Roma

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