Rebelión anticuarentena en Italia.
Hubo incidentes y actos de violencia en algunas ciudades de la península después de que grupos anarquistas y neofascistas infiltraran las protestas pacíficas; ayuda económica
Roma (De nuestra corresponsal).– En medio de la segunda ola de coronavirus y de una renovada presión sobre el sistema sanitario del país, los italianos se rebelaron ayer con manifestaciones contra las nuevas restricciones que impuso el gobierno de Giuseppe conte, particularmente los toques de queda y el cierre de bares y restaurantes. Varias de las marchas de Milán, nápoles, Roma y catania, infiltradas por grupos anarquistas y de ultraderecha, terminaron en incidentes y enfrentamientos con los policías.
ROMA.– La segunda ola no es como la primera. La semicuarentena anunciada el domingo pasado por el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, para frenar un contagio que peligrosamente está llenando hospitales y terapias intensivas de toda Italia, desató la rabia por una situación económica cada vez más catastrófica y violentas protestas, de norte a sur, contra los nuevos cierres.
Si ya había habido en los últimos días manifestaciones, algunas pacíficas y otras con choques con la policía por toques de queda ya vigentes en Nápoles y en Roma, anteanoche fue Turín, ciudad del noroeste, el epicentro de nuevas protestas, que incluyeron desmanes, bombas molotov y saqueos de tiendas de lujo del centro. Una Apple Store y una boutique de Gucci, entre otras, fueron asaltadas, con sus vidrieras destrozadas y se dieron escenas de guerrilla urbana en vía Roma, la calle del shopping de Turín, y en la central Plaza Castello, donde hubo también sirenas y gases lacrimógenos. Entre los manifestantes que gritaban “¡Libertad! ¡Libertad!” se infiltraron, al parecer, los denominados black-bloc, anarquistas, barrabravas y grupos neofascistas que se enfrentaron violentamente con las fuerzas del orden.
Escenas similares se dieron también en Milán, donde hubo protestas en las afueras de la sede de la región, cerca de la estación central; de nuevo en Nápoles, y hasta en Catania, en
Sicilia, al sur. En las redes sociales se anunciaban nuevas protestas para los próximos días en otras urbes, como por ejemplo, Florencia. Y anoche se repitieron en la céntrica Piazza del Popolo de esta capital, donde volvió a haber escenas de violencia y la policía debió utilizar carros hidrantes.
Rubros afectados
La rebelión se debe a las nuevas restricciones implementadas por el gobierno, que significaron desde anteayer el cierre a las 18 de todos los restaurantes, bares, heladerías y confiterías. También de gimnasios, cines, teatros y sala de juegos al menos hasta el próximo 24 de noviembre. Medidas que se sumaron a toques de queda implementados ya en las principales ciudades –de 23 o 24 a las 5–, que enfurecieron no solo a dueños de restaurantes y demás comercios, desesperados por la falta de ingresos y que ya no saben cómo hacer para sobrevivir, sino también al denominado “pueblo de la movida”, es decir, a los jóvenes que suelen pasar la noche de bar en bar.
En realidad, en el Ministerio del Interior ya sabían desde hace meses que en Italia, país que ya se encontraba en una difícil situación económica antes de la pandemia, iba a darse un “otoño caliente”, lleno de tensiones sociales, fruto del golpe económico que significó la primera ola del coronavirus. Pero no esperaban este “efecto dominó”, con semejante salto de calidad de las protestas, después de una difusión viral de rabia y violencia, que algunos hasta compararon a la del movimiento de los “chalecos amarillos” franceses.
“Es normal que la olla que está hirviendo salte, es una locura cerrar de nuevo todo de esta manera, la gente se muere de hambre, es ridículo que no lo entienda este gobierno”, comentó a Angelo, dueño la nacion de un bar cercano a la Piazza Farnese de esta capital, que aparece cada vez más vacía y desolada porque ha vuelto el miedo en las familias, a quienes les piden no moverse si no es realmente necesario.
Paliativos
El gobierno de Conte, que el domingo al anunciar las nuevas medidas explicó que todo era para evitar una cuarentena total, consciente de una situación al rojo vivo, aprobó ayer un paquete de medidas económicas para ayudar a quienes resultan penalizados por los cierres. Y advirtió que no va a dar marcha atrás. “La idea es reducir los momentos de encuentro y sobre todo el uso de los medios públicos”, explicó.
Pero los cuestionamientos crecen, muchos gobernadores piden revisar las nuevas normas y el ex primer ministro Matteo Renzi, cuya fuerza, Italia Viva, sostiene a la alianza de gobierno, también pidió una marcha atrás. “Cerrando restaurantes a las 18 y cerrando los lugares de cultura no disminuyen los contagios, sino que aumentan los desocupados”, clamó Renzi, yendo al ataque de un gobierno cada vez más débil.
Mientras un estudio de Censis y Confimprese estimó que una cuarentena en Navidad significaría perder consumos por 25.000 millones de euros, crecía la alarma por el aumento de los contagios, que ayer alcanzó un nuevo récord con casi 22.000 casos en las últimas 24 horas y 221 muertos, cifra que no se daba desde el 15 de mayo.
Walter Ricciardi, profesor de Higiene en la Universidad Católica y consejero del ministro de Salud, reclamó cuarentenas totales para Milán y Nápoles, ciudades especialmente afectadas por la segunda ola. “En Milán y Nápoles uno puede contagiarse de Covid entrando en un bar, en un restaurante, tomando un autobús. Estar en contacto estrecho con alguien positivo es facilísimo porque el virus circula muchísimo. En estas áreas el confinamiento es necesario, en otras, no”, consideró. “Hay áreas del país donde la transmisión es exponencial –agregó– y las últimas restricciones adoptadas, que pueden ser eficaces en el resto del territorio, en esas zonas no son suficientes para detener el contagio”.