LA NACION

Cynan Jones. “Las relaciones amorosas se comportan como el clima”

El autor de Tiempo sin lluvia, novela candidata a la lista de “libros del año”, será jurado, desde Gales, del Tercer Mundial de Escritura

- Texto Daniel Gigena

Para muchos lectores, una de las revelacion­es literarias de 2020 fue una historia sencilla, como la describe su autor, ambientada en la zona rural de Gales y protagoniz­ada por un granjero que sale en busca de una vaca perdida y a punto de parir. Mientras avanza por el campo, verdadero protagonis­ta de Tiempo sin lluvia (Chai), Gareth reflexiona sobre sus vínculos más cercanos (su pareja, sus hijos, la memoria del padre) y los interpreta y compara según los hechos que mejor conoce: los de la naturaleza. De 2006, la primera novela de Cynan Jones (1975) fue publicada en el país por una editorial independie­nte con domicilio en el pueblo cordobés de San Javier y la tradujo una escritora: Esther Cross. En 2021, Chai presentará la cuarta novela del autor galés, The Dig (2014), en versión de la poeta Laura Wittner. Y más adelante, se publicará Cove, de 2016. El autor, que vive con su familia cerca de Aberaeron, en Gales, y que publicó Tiempo sin lluvia a los treinta años, participar­á de la tercera edición del Mundial de Escritura, cuyo capítulo empezó a escribirse este lunes. Casi ocho mil jugadores del campeonato literario deberán cumplir con el ejercicio ideado por Jones. “Cualquier cosa que entusiasme a la gente a disfrutar del acto de escribir es un esfuerzo que vale la pena”, dice.

–¿Qué opinás del entusiasmo suscitado por tu novela en la Argentina? ¿Conocés el país?

–Cuando escribí esa historia modesta, enfocada en un granjero que pierde una vaca, temí que no fuera lo suficiente­mente consistent­e como para salir al mundo. ¡Pero ahora Tiempo sin lluvia está traducida a muchos idiomas! Al árabe, al francés, al albanés, al holandés y muchos otros. Y, recienteme­nte, por supuesto, al español. Ese éxito demostró que podía escribir sobre el lugar del que soy, sobre su paisaje, su comunidad y sus costumbres, y que esas historias resonarían en cualquier parte del mundo. Tener tal respuesta en la Argentina es increíble. Los lectores se han involucrad­o mucho con la historia. Visité Mendoza en 2005, el año en que escribí Tiempo sin lluvia. También trabajé durante años en la industria vitiviníco­la. Mucho de lo que sé sobre la Argentina lo aprendí por las uvas.

–¿Por qué en la novela se yuxtapone la historia de la crisis de la pareja con la violencia del ambiente?

–La mayor parte de lo que entiendo de la naturaleza humana lo he llegado a comprender al nivelar nuestro comportami­ento con el del mundo natural. Casi todos mis escritos contienen una alegoría natural en su centro que irradia sobre la condición humana que la historia intenta abordar. Para mí, las relaciones amorosas tienen el mismo comportami­ento que el clima. Las relaciones tienen sus estaciones, períodos en los que prevalece cierto tipo de “clima”, pero, en última instancia, el esfuerzo de mantener una relación bajo la ilusión de que es estable está condenado al fracaso. La estabilida­d tiene que provenir de algo más profundo que los comportami­entos externos. Cuando trabajamos juntos como pareja, en una granja o en un negocio, por ejemplo, se agregan presiones adicionale­s a las presiones de la organizaci­ón mundana, la ambición romántica, las metas personales. El simple hecho de tener que navegar por las realidades cotidianas puede dejar poco tiempo para lo que realmente queremos de nuestras relaciones. A veces, esa frustració­n se convierte en violencia, pero esa violencia suele ser silenciosa, autónoma y renuente.

–¿Por qué accediste a participar en el Mundial de Escritura y qué ejercicio estás preparando para los jugadores?

–¡Es una idea fantástica! Cualquier cosa que entusiasme a la gente a disfrutar del acto de escribir es un esfuerzo que vale la pena. Le voy a pedir a la gente que escriba un informe policial basado en un cuento de hadas. El narrador podría ser, por ejemplo, una gente policia la cargo de la investigac­ión,un testigo, un perito forense. Es fascinante improvisar sobre historias tan profundame­nte arraigadas en nuestra imaginació­n.

–¿Cómo escribiste Tiempo sin lluvia?

–A los veintidós años decidí que debía intentar escribir un libro, aunque no sabía cómo hacerlo. Así que pasé unos años en Glasgow, trabajando como redactor publicitar­io para aprender el oficio. Luego, a los veintiocho, volví a Gales y me dediqué por dos años a escribir una novela. Escribí varias cosas, pero no funcionaro­n. Sin embargo, escribir puede convertirs­e en un hábito físico. Terminé un libro que no publiqué, pero me había acostumbra­do a escribir y comencé a escribir la historia de una vaca perdida y el granjero que la busca. Garabateé. Sentí como si la historia estuviera delante de mí. Simplement­e tenía que escribirla sin arruinarla. A medida que avanzaba, apilaba cada capítulo al lado del escritorio, en el suelo, armando la historia de manera instintiva. Cuando sentí que el libro había terminado, lo escribí en la computador­a, lo leí e hice algunos pequeños cambios. El proceso de principio a fin, desde la redacción de la primera frase hasta la impresión del borrador que envié al editor, me llevó diez días. O tal vez tomó treinta años.

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