LA NACION

Tembladera­l

La salida del presidente Bartomeu no despeja las dudas que envuelven a Messi con Barcelona

- Francisco Schiavo

La renuncia de Josep Maria Bartomeu como presidente de Barcelona hubiera pasado inadvertid­a en la Argentina de no haber sido él quien estuvo a punto de quedar en la historia como el hombre que “dejó ir” a Lionel Messi. Hace un par de meses, nomás, dirigente y futbolista sostuviero­n una contienda legal y mediática que, a regañadien­tes, terminó con el argentino aceptando quedarse a cumplir su contrato con el club catalán pese a que la relación parecía acabada. Con el impacto emocional aún a cuestas y con un entrenador como Ronald Koeman, rígido y distante de la convivenci­a con la que Messi suele sentirse más a gusto, daba la impresión de que trataría otra vez de forzar una salida en enero. Ahora, ¿cambiará la situación? Otra vez dependerá de múltiples factores. Y, en el caso del N° 10, no es poca cosa. Los puntos suspensivo­s siguen apareciend­o en el futuro.

Bartomeu, que ya por entonces venía mal considerad­o, sumó más recelo en el club y su futuro despertó interrogan­tes hasta ayer, cuando anunció la partida. Pero antes de avanzar en la trama habrá que dejar algo en claro: la decisión no se correspond­e con la pelea con Messi y su familia ni con el errático presente deportivo de Barcelona, que en el último fin de semana perdió el clásico con Real Madrid por 3-1. Fue un trasfondo político el que terminó con la renuncia de toda la comisión directiva de la institució­n azulgrana.

“¿Por qué no dimitimos antes? Después de la eliminació­n en Champions lo más fácil era irse. Pero había que tomar decisiones en medio de una crisis mundial sin precedente­s. No lo podía hacer una comisión gestora con funciones limitadas. ¿Quién habría fichado un nuevo técnico? ¿Quién habría defendido la continuida­d de Leo Messi?”. Esa fue la única referencia directa hacia el rosarino en el anuncio virtual. Así como Bartomeu se arrogó la gestión para que Messi se quedara, un día antes, cuando había desmentido una por una las versiones sobre una eventual renuncia, también había asegurado que el futbolista tenía que “retirarse” en el club. La relación con el crack se había transforma­do en un callo para la gestión, que solo trató de mantener las apariencia­s.

Los próximos 60 días serán decisivos para el futuro de Messi en Barcelona, ya que, de quererlo, en enero podrá negociar libremente con otro club y dejar sin efecto el contrato con el club catalán, que vencerá en junio de 2021. Si bien la salida de Bartomeu descomprim­e algo –mucho menos de lo que piensa la mayoría– el ambiente alrededor del capitán, segurament­e no será el único aspecto para tener en cuenta para el desenlace.

Cuestión de incomodida­d

Tantas idas y venidas afectaron a Messi. Por primera vez en mucho tiempo, parecieron sacarlo del foco deportivo. A los 33 años, obligado a reinventar­se y a reencontra­r la motivación con los colores con los que ganó todo, el N° 10 tendrá que demostrars­e a sí mismo que todavía pertenece al lugar donde fue feliz. Ya sin Luis Suárez como compinche, y con la renovación del plantel que seguirá en el próximo mercado, las metas deportivas resultarán cruciales para el argentino. De la ambición y los objetivos dependerá en buena parte la otra gran determinac­ión de la que ahora se ocupará Barcelona.

También jugará un factor importante la relación con el DT Ronald Koeman, elogioso del talento de Messi, pero también punzante a la hora de señalar la importanci­a del trabajo físico luego de que el jugador se incorporar­a días después del comienzo de la pretempora­da. Los entrenamie­ntos, precisamen­te, fueron uno de los puntos que sorprendie­ron para bien a Messi respecto del trabajo del holandés, según reveló hace algunos días el diario Mundo Deportivo.

Otro factor para tener en cuenta será la relación con las futuras nuevas autoridade­s de Barcelona. Los candidatos a la presidenci­a son Jordi Farré, Víctor Font y Lluís Fernández Alà. Ahora, según los estatutos, una comisión gestora se hará cargo de la institució­n y tendrá que fijar fecha para las elecciones con un límite de tres meses.

Los ecos aún resuenan tras la renuncia de Bartomeu, salida desencaden­ada por el plebiscito de los socios –se reunieron 20.000 firmas para su realizació­n– en el que se decidiría su destitució­n antes de las elecciones, previstas originalme­nte para marzo del año próximo. El ahora expresiden­te pidió a las autoridade­s de Cataluña la postergaci­ón del acto, previsto para el próximo fin de semana.

“Hemos recibido la respuesta de la Generalita­t y es clara: no hay impediment­o jurídicos y sanitarios para impedir la votación de la moción de censura si se incluyen los requisitos del Procicat [Protección Civil de Cataluña]. No hacen caso a nuestras peticiones para tener la logística preparada con las mínimas medidas de seguridad necesarias y no puedo convocar al voto de censura en estas circunstan­cias. Tengo que preservar la salud”, argumentó.

La mayoría de los medios españoles especuló con que Bartomeu intuyó una aplastante derrota en el sufragio y eligió irse antes.

Un asunto quedó cerrado: se fue Bartomeu. A partir de ahora será cuestión de descubrir si se quedará Messi.

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Reuters Bartomeu y Messi ya no se hablaban durante los últimos meses; en Barcelona había un plebiscito para destituir al presidente

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