El uso de la figura de Artigas
MONTEVIDEO.– Como una pirueta paradójica del destino, la figura del prócer oriental José Artigas quedó en el ojo de una nueva tormenta: ahora es usado por un movimiento que inquieta a estancieros, con la bandera de un documento artiguista de 1815, que precisamente se proponía el “Fomento de la campaña” y “Seguridad de sus hacendados”.
Ni fomento ni seguridad. Aquel documento que utilizan Grabois y sus seguidores ha sido tomado como un modelo de “proyecto nacional y popular” o como una especie de “revolución social”, lo que dista exageradamente de los hechos de hace más de 200 años, como lo han explicado varios estudios.
Pero no innova Grabois, ya que se aferra a lo que ya han hecho muchos, visiones políticas interesadas en hacer jugar la historia a su favor, torciendo la realidad de una época muy diferente, o tomando expresiones parciales por antojo ideológico.
En Uruguay, movimientos políticos de cada extremo reivindican la figura de Artigas, unos para fundamentar posturas de derecha y otros, de izquierda. Son caprichosas interpretaciones que no reparan en considerar la distancia con hechos ocurridos en el siglo XXI.
El “Reglamento provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de su campaña y seguridad de sus hacendados” fue aprobado por Artigas el 10 de septiembre de 1815 en su campamento de Purificación, frente a lo que es la ciudad entrerriana de Colón.
Hay que ubicarse en la época: las tropas de Artigas habían obtenido la victoria en la Provincia Oriental, pero dominaban un territorio devastado y vaciado; primero se encargó de acordar con Buenos Aires y luego había que intentar poblarlo y prepararlo para producir.
No fue una revolución social ni se hablaba con expresiones de ese tipo en aquella época; no fue con el fin de expropiar campos y repartirlos con un criterio de “justicia popular”, sino que se trataba de hacer lo que otros habían hecho antes: asignar campos para que se pusiera la tierra a producir, y en lo posible, para instalar familias.
Para eso, Artigas utilizó dos criterios, explica el historiador José Rilla, uno de los más prestigiosos investigadores uruguayos: uno económico y otro político. Económico, para fomentar la producción en la campaña, y político, por el premio a los que habían apoyado aquella gesta. Simultáneamente, era castigo para los perdedores, aunque a esos no se les quitaba nada en los hechos; ya lo habían abandonado.
Podrán torcerlo, pero el reglamento no era de izquierda ni de derecha, porque era otro mundo, con otras consideraciones. Destacaba la necesidad de “velar sobre la tranquilidad del vecindario”, lo que demuestra el control que pretendía ejercer para calmar ánimos luego de tantas turbulencias. •