El sistema de salud está en estado terminal
Me duele muchísimo decirlo. El problema es complejo y urgente. Necesita una explicación clara de lo que ocurre y plantear soluciones factibles. Ratificando la deformación profesional que nos caracteriza a los médicos, me voy a atrever a dar explicaciones haciendo un paralelo con el desarrollo de una enfermedad. Así plantearemos su origen (etiología), patogenia (forma de desarrollo), anatomía patológica (biopsia–data dura), su cuadro clínico, diagnóstico y tratamiento.
Sobre la etiología, lo podemos resumir como la derivación social de la demagogia del sistema político a través de sucesivos gobiernos. A modo de ejemplo, la ley de regulación de medicina prepaga vigente fue aprobada en su momento por todos los partidos políticos.
Patogenia: esto ha permeado en los tres poderes del Estado. Los Ejecutivos de turno deben cumplir lo prometido en las campañas electorales. Eso se concreta enviando al Congreso las leyes que lo ameriten. El Legislativo termina luego dictando leyes incumplibles, que son expresiones de deseo sin especificar su financiación, o sea, su posibilidad de cumplimiento. El Judicial, al aplicar la normativa que rige al sector, termina aceptando pedidos de medidas cautelares, adaptando cada excepción como regla. Los fundamentos jurídicos son siempre los mismos: salvar la vida, pero sin un conocimiento de la eficacia y eficiencia de los tratamientos propuestos por las demandas. El grado de litigiosidad debe bajar para disminuir su incidencia en el costo del sistema.
La anatomía patológica de la enfermedad son las estadísticas. Los entes financiadores en la Argentina son las obras sociales, el PAMI y la medicina prepaga. Las obras sociales y el PAMI son financiados por el Estado y aportes obligatorios. Se actualizan periódicamente por las paritarias de los salarios y aportes estatales, por eso sus incrementos no repercuten con claridad en los medios de comunicación.
Y aquí empieza la primera falacia. Dice un viejo adagio que la salud no tiene precio; pero habría que agregarle que tiene un costo. Este incremento de costos de la salud excede siempre al de la inflación. Si a eso le agregamos vivir en un país con inflación récord, el problema se exacerba. Tal concepto debe quedar claro; las comunicaciones públicas al respecto confunden los incrementos de los costos en salud con los de la inflación general.
Todos hemos leído en los últimos tiempos comunicaciones reiteradas haciendo saber que “la medicina prepaga vuelve a aumentar”; remarcando ese concepto capcioso, como si fuera imposible prescindir de los efectos de la inflación y del real costo de la salud. Vale aclarar que este error no ha sido puesto de manifiesto claramente ni por el sector al que pertenezco ni por los medios de comunicación.
Se ha generado un caos informativo, confundiendo actualizaciones inflacionarias para cubrir incrementos de salarios con la incidencia de costos en salud. Esto se agrava por la exigencia de acatar un Plan Médico Obligatorio, de cumplimiento imposible. La conjunción de estos factores ha puesto al sector en rojo antes de la pandemia. Las obras sociales y el PAMI han sufrido el mismo efecto.
El cuadro clínico actual es angustiante. La pandemia ha hecho que el sector privado, como lo venía haciendo, se haya hecho cargo del 70% de la atención de los argentinos, pero sin tener una actualización inflacionaria, como lo venía haciendo en la prepandemia.
Debemos consignar el rol fundamental del personal de salud, que ha permitido enfrentar esta encrucijada con estoicismo. Asimismo, es de hacer notar que la financiación de la misma hubiera sido imposible sin la circunstancial pero fundamental ayuda del Estado. Urge prever los efectos de la pospandemia y aclarar que, en las circunstancias actuales, sin la contribución del Estado el sector privado sería inviable.
En la medida en que se salga de la pandemia, el Estado se irá retirando del sistema; pero el sistema irá a la quiebra de no mediar medidas que modifiquen el rumbo. Se daría así la paradoja de un sector que quebraría trabajando al 100%.
La ayuda del Estado debe prolongarse hasta tanto el sector vuelva a la normalidad de su actividad y a tener recursos suficientes. El aumento de ingresos del sector (se calcula un desfase hoy de alrededor del 55%) hace muy difícil que el Estado por medio de sus efectores los pueda cubrir. La parte privada tampoco lo podría hacer en las condiciones actuales, porque la capacidad de la población para afrontarlo lo hace difícil en estos momentos.
El diagnóstico es inequívocamente rotundo. ¿Cuál es el tratamiento? El de fondo es quirúrgico. Se deben corregir errores que vienen del pasado, y aquí la ley de regulación de la medicina prepaga deberá contemplar la modificación de los artículos que la hacen inviable. Al igual que el Plan Médico Obligatorio.
El paciente tiene comorbilidades para ser operado en estos momentos, debemos tratar de compensarlo hasta que se afronte el tratamiento definitivo, tendiendo un puente. Aumentar los ingresos en la proporción correcta (55%) resulta en estos días prácticamente imposible. El sector financiador deberá actualizar sus ingresos hasta donde sea posible por la situación económica del país. Debemos ir por el lado de los egresos adoptando una fórmula mixta. Estos egresos han aumentado dramáticamente desde la sanción de la ley. Las causas son múltiples: el constante progreso de la medicina (muy deseable, por cierto) ha sido acompañado por un incremento geométrico de los costos.
Las medidas a tomar las podemos resumir del siguiente modo: eliminar la carga impositiva en los niveles nacional, provincialy municipal. He fundamentado reiteradamente( libros y publicaciones) que la salud no debe tributar impuestos (salvo el de Ganancias para las entidades con fines de lucro).
Mantener el programa de asistencia al trabajo y la producción (ATP) hasta que el sector pueda salir de su problemática. Poner en marcha la ley de evaluación de la tecnología, de incuestionable valor científico y que sea un elemento de consulta para el Poder Judicial.
Crear un fondo universal para financiar prestaciones de alto costo y baja incidencia, dando igualdad de acceso a los tratamientos en forma equitativa. El Estado tiene aquí un rol central, como comprador de medicamentos, insumos y prótesis de alto costo. A este fondo deben contribuir todos los entes financiadores. Actualizar el valor de los copagos de las prestaciones ambulatorias, como elemento de cofinanciación y regulación de los consumos. No se puede sustentar un modelo prestacional si no es previsible y con financiación asegurada. Debe basarse en la atención primaria de la salud, con protocolos de buenas prácticas sustentado en sólidas evidencias.
Con la combinación de estos mecanismos llegaremos al 55%, con un incremento tolerable para nuestra población. Esta propuesta será útil para el sector salud y para el Estado nacional, que podría ir saliendo de las ATP. Además, los miembros del sector privado que se caigan del sistema pasan a engrosar los costos del Estado.
Y será de ayuda para los beneficiarios de la atención privada, que podrán continuar con el sistema que han elegido. La anatomía patológica de la enfermedad fundamenta mis opiniones.
Se daría la paradoja de un sector que quebraría trabajando al 100%
Se deben corregir errores que vienen del pasado
El autor es presidente de la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa y profesor consulto-senior scholar de Duke University