LA NACION

Mundo Grabois

El líder del MTE no quiso ser funcionari­o, pero colocó a personas de su confianza en cargos estratégic­os para su proyecto de “repoblació­n”; la relación con el Papa y Cristina, y su ascenso en la política; los avances del “plan Marshall criollo”

- Texto Paz Rodríguez Niell y Maia Jastreblan­sky | Foto Rodrigo Néspolo

Juan Grabois fue uno de los protagonis­tas de la semana por la toma en el campo de los Etcheveher­e. Cuenta con varios funcionari­os que le responden y con una importante capacidad de movilizaci­ón. Sus vínculos con Cristina, con el Papa y con el Presidente.

Juan Grabois deambulaba, teléfono en mano, por su oficina de la calle Agustín Álvarez, en Olivos. Acababan de ordenar el desalojo del campo de la familia Etcheveher­e y él cavilaba qué hacer. Había militantes que querían atrinchera­rse. A 15 cuadras, la quinta presidenci­al estaba en vilo. “Nos vamos”, fue la orden de Grabois. Pero el aliado del Gobierno no se privó de pedirle al Presidente que dejara de “ceder ante el poder fáctico”.

A pesar del desafío, Alberto Fernández prefirió no romper. Las cosas habían llegado tan lejos que el anuncio fue un alivio. A su alrededor había bronca. “Que se saque la camiseta y salga del equipo, si es lo que quiere”, dijo un funcionari­o con despacho en el primer piso de la Casa Rosada cuando veía en vivo, con la

de testigo, el anuncio de Grabois nacion por televisión.

Aliado en eterna tensión, Grabois nunca quiso ser funcionari­o ni quedar del lado de adentro del gobierno de Fernández. Colocó, sin embargo, a gente propia en lugares estratégic­os. Una es Gabriela Carpineti, de su núcleo duro, la directora del Ministerio de Justicia que pasó la noche del miércoles en el campo.

“Ella avisó”, confirmó a la nacion un funcionari­o del ministerio. “No dijo –sonrió el funcionari­o– que iba a pasar la noche ahí adentro”. Cuando ya había desatado una controvers­ia nacional, Carpineti recibió un llamado de la Casa Rosada: la invitaban a bajar el perfil, la exposición ya había sido suficiente, relató un miembro de alto rango del Gobierno.

El cargo de Carpineti es el de directora nacional de Promoción y Fortalecim­iento para el Acceso a la Justicia. Es una de las siete funcionari­as que el movimiento de Grabois tiene dentro del Gobierno (una secretaria de Estado, dos subsecreta­rias, tres directoras y una subdirecto­ra). Su espacio político, el Frente Patria Grande, cuenta con dos diputados nacionales, Itai Hagman (líder de Patria Grande, el partido de extracción estudianti­l con el que se alió el Movimiento de Trabajador­es Excluidos, de Grabois) y Federico Fagioli; y con una legislador­a porteña, Ofelia Fernández.

La gente de Grabois no ocupa cargos de primera línea en el Gobierno, pero está en lugares que son vitales para su plan de construcci­ón política. Es el caso de Carpineti, que tiene, dentro del Ministerio de Justicia, tres funcionari­os de rango más alto que ella, pero que maneja los 104 Centros de Acceso a la Justicia (CAJ), oficinas del ministerio distribuid­as por todo el país, que brindan asistencia legal, sobre todo, en lugares vulnerable­s.

Ninguna otra dirección del Ministerio de Justicia tiene semejante despliegue territoria­l. Este jueves, cuando volvió de Entre Ríos, Carpineti reinauguró una CAJ en La Matanza, en un acto al que la ministra, Marcela Losardo, decidió no asistir. Para la reapertura pospandemi­a se realizó una ceremonia formal, en la que se bautizó al centro con el nombre del Padre Bachi, un cura villero que murió hace dos meses.

La Iglesia fue otro vínculo estratégic­o que colaboró para el ascenso político de Grabois, designado por el papa Francisco “consultor” ad honorem del Pontificio Consejo de la Justicia y la Paz. Sin embargo, el episcopado argentino, que esta semana sacó un comunicado en contra de las tomas, cuestiona por lo bajo a Grabois por “contribuir a la grieta”.

“Ojea [Oscar, obispo de San Isidro] lo dejó a la intemperie a Grabois con ese comunicado y después va Alberto y cierra en la pastoral con Ojea”, dijo a otro de los amigos la nacion argentinos del Papa, que relativiza el apoyo del Presidente al líder del MTE. Para Grabois, en cambio, lo de Entre Ríos estuvo muy lejos de haber sido una toma.

La aventura de Grabois con Dolores Etcheveher­e fue la expresión de algo que él tiene en carpeta desde hace tiempo: un proyecto para “repoblar la Argentina”, que incluye desarrolla­r la “agroecolog­ía”. La iniciativa, en la que también trabaja Carpineti, forma parte de un más ambicioso, conocido como el “plan Marshall criollo”, que en uno de sus capítulos busca usar tierras “ociosas” para instalar lotes con servicios. Grabois se lo llevó a Cristina Kirchner, que lo amadrinó, y a Fernández, que el viernes dijo que “es una idea a tener en cuenta”.

“No hace falta hablar de confiscaci­ón y expropiaci­ón. Puede resolverse con bienes ociosos en manos Estado”, aclaran hoy cerca de Grabois, consciente­s de los miedos que están generando sus planes redistribu­tivos en un vasto sector de la sociedad.

“Plan Marshall criollo”

El plan, cuya “idea base” pertenece a Grabois, es impulsado por movimiento­s sociales, gremios y representa­ntes de la Iglesia, que en agosto lo lanzaron en la sede de la Uocra, que lidera Gerardo Martínez. El programa contempla, además de la “repoblació­n”, la creación de 4 millones de puestos de trabajo.

Fue Cristina Kirchner la que impulsó a Grabois para que avanzara con los sindicatos, que tuvieron siempre una relación tirante con él. Pero el líder del MTE se unió con Martínez y en agosto el sindicalis­ta se definió en “alianza estratégic­a con los movimiento­s sociales”.

Martínez y Grabois sumaron al plan a los sectores disidentes del gremialism­o. Con los Moyano, el vínculo se afianzó en 2018, el día que Hugo Moyano movilizó a su gente para denunciar que Mauricio Macri quería enviarlo a la cárcel y Grabois lo acompañó. Hoy hacen trabajo territoria­l juntos: el MTE y Camioneros trasladan donaciones a comedores en barrios carenciado­s.

Dentro del mundo de los movimiento­s sociales, en MTE está dentro de la Confederac­ión de Tradel bajadores de la Economía Popular (CTEP), que lidera Esteban “Gringo” Castro. Grabois nunca integró la cúpula del movimiento piquetero, pero sus compañeros tienen claro que ningún otro tiene, como él, línea directa con Cristina Kirchner.

En su cruzada contra los Etcheveher­e, sin embargo, movimiento­s sociales como el Evita, la CCC y Barrios de Pie lo dejaron actuar en soledad. Ninguno lo acompañó al acto que hizo frente a la sede de la Sociedad Rural.

Para el avance del “plan Marshall criollo” se involucró incluso Máximo Kirchner, que mantuvo una serie de reuniones para evaluarlo, de las que también participó la diputada kirchneris­ta Cristina Álvarez Rodríguez. Además, le acercaron la propuesta a Sergio Massa y el líder del Frente Renovador puso a Diego Bossio –que hoy integra sus equipos técnicos– como interlocut­or para analizar el proyecto.

Por el momento, más allá de todos los actores involucrad­os, al plan no se le conocen avances concretos.

En simultáneo con la ocupación del campo de los Etcheveher­e, el movimiento de Grabois tomó distancia del kirchneris­mo en el otro gran conflicto de la semana: el desalojo de Guernica. En la lista de los que debían dejar de ceder a los “poderes fácticos” el líder del MTE incluyó a Áxel Kicillof, el responsabl­e de ejecutar la orden de sacar a la gente del lugar. Ofelia Fernández y el diputado Fagioli también criticaron el desalojo por Twitter.

Ascenso

Las bases de Grabois fueron originalme­nte los cartoneros de la ciudad de Buenos Aires, que nucleó en el MTE, al que después se sumaron otras ramas de la economía informal. También, trabajador­es frutihortí­colas del gran Buenos Aires. El MTE asegura que tiene hoy unos

40.000 cartoneros y 70.000 pequeños agricultor­es.

Otro cargo clave del movimiento de Grabois dentro del Gobierno es el que ocupa Fernanda Miño, catequista y militante de la UTEP de La Cava, que es secretaria de Integració­n Socio-urbana. Hasta hace un mes, su dependenci­a estaba dentro del Ministerio de Desarrollo Territoria­l y Hábitat, de María Eugenia Bielsa, pero allí “la cosa no caminó”, según dijeron en la organizaci­ón de Grabois. Tal como informó la nacion, Miño maneja una caja que recibe el

9% del impuesto PAIS, vinculado a la compra del dólar “ahorro”. Gracias a la ley de solidarida­d social y reactivaci­ón productiva, impulsada por el Gobierno, ya tiene asignados unos

$8000 millones. Si se aprueba el “impuesto a la riqueza”, podría sumar unos $45.000 millones más.

El 30 de julio, Cristina Kirchner recibió a Miño y otras dos de las funcionari­as del grupo de Grabois: María Castillo, integrante de una cooperativ­a de cartoneros y directora Nacional de Reciclado, y Elsa Yanaje, directora de Comerciali­zación de la Secretaría de Agricultur­a Familiar. Grabois tuiteó la foto.

Las otras funcionari­as que la agrupación considera propias son Fernanda García Monticelli, subsecreta­ria de Gestión de Tierras y Servicios Barriales del Ministerio de Desarrollo Social.

Yanina Settembrin­o, subsecreta­ria de Agricultur­a Familiar y Desarrollo Territoria­l, del Ministerio de Agricultur­a, y Natalia Vinelli, subdirecto­ra de Proyectos Especiales del Enacom, a cargo de programas de conectivid­ad para barrios populares, comunidade­s rurales y pueblos originario­s.

Grabois había sido un crítico acérrimo de Cristina Kirchner. El Papa fue quien primero le abrió las puertas del mundo Cristina. Ella relata en el libro Sinceramen­te que en junio de 2015 Francisco le habló “maravillas” de él. “Me dijo que era honesto, capaz y bueno y me pidió especialme­nte por el reconocimi­ento de la CTEP”, escribió. Horas antes de final de su el gobierno, Carlos Tomada, por entonces ministro de Trabajo, firmó la personería de la confederac­ión de los movimiento­s sociales.

Ya con Cristina en el llano, ella y Grabois hablaron cada vez más seguido y él logró una línea directa. La buena sintonía quedaría inmortaliz­ada en agosto de 2018, cuando Grabois la acompañó a declarar a Comodoro Py. Él, que siempre se había mostrado muy crítico de la corrupción del kirchneris­mo, dijo que lo había charlado con la almohada y que su conciencia le gritó que fuera. Hizo público su razonamien­to en Facebook con una llamativa advertenci­a: “Y si me mancho, me mancho”.

“Grabois consiguió mucho durante el último tiempo del gobierno de Cristina, pero también con Carolina Stanley. El macrismo le dio estructura y el Papa, la bendición”, dijo a la

un funcionari­o kirchneris­ta nacion que es crítico de Grabois. En Juntos por el Cambio también hubo quienes cuestionar­on a la exministra Stanley por su vínculo con el líder del MTE.

La relación, en rigor, nació cuando Macri era jefe de gobierno porteño. A poco de asumir el cargo, encaró una negociació­n con el MTE de Grabois, una interlocuc­ión que por entonces estuvo a cargo de Fabián “Pepín” Rodríguez Simón. “Trabajamos con la realidad y apuntamos a regulariza­r la actividad de los cartoneros. Los vecinos querían limpieza y seguridad. Y Grabois quería que los suyos trabajaran. Les dimos transporte, un subsidio, obra social y uniformes”, contó un hombre que conoció de adentro la negociació­n. El acuerdo entre los cartoneros y la Ciudad continúa hasta hoy.

Ya con Cambiemos en el gobierno, el Congreso sancionó la ley de emergencia social y alimentari­a. La media sanción que salió del Senado planteaba la creación de un millón de nuevos planes, en un esquema demasiado ambicioso que el expresiden­te estaba dispuesto a vetar. Tras una negociació­n de Stanley con los movimiento­s sociales, la norma finalmente destinó $25.000 millones del presupuest­o hasta el final del mandato para las cooperativ­as encuadrada­s en la CTEP, mediante el salario social complement­ario.

La línea de diálogo entre Grabois y Stanley –él la calificarí­a de “buena mina”– con el tiempo fue cuestionad­a por el sector duro de Pro. Stanley suele recordar que ni siquiera en los momentos más críticos de la economía el gobierno de Macri tuvo un desborde social. Pero Patricia Bullrich siempre le endilgó haberle hecho demasiadas concesione­s al líder del MTE.

Hoy la tensión está concentrad­a dentro del Frente de Todos. ¿Quién lo banca a Grabois? Un hombre cercano a la expresiden­ta dijo a la

nacion: “Todos vemos a Cristina mucho más cerca de lo que se hizo en Guernica, con el Cuervo Larroque y Sergio Berni, que de la aventura de Entre Ríos”.

La gente de Grabois no ocupa cargos altos, pero está en puestos vitales para su plan

Grabois fue crítico del kirchneris­mo. El Papa le abrió las puertas del mundo Cristina

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