LA NACION

Por la crisis, más deuda en las familias

Según un relevamien­to, a septiembre las obligacion­es bancarias sumaban 1337 mil millones y las no bancarias, $779 mil millones; qué y a quién se debe

- POR Gabriela Origlia

Un relevamien­to muestra cuánto y en qué rubros creció este año el endeudamie­nto de los hogares.

CÓRDOBA.- En el contexto de la pandemia y la cuarentena el Gobierno desplegó una política de asistencia con subsidios y créditos para los sectores más golpeados por la falta o la caída de la actividad. Y, a la vez, dispuso postergaci­ones de pagos y de aumentos en diferentes ámbitos. La gran incógnita es cómo se saldrá de esta situación en la que miles de hogares argentinos acumulan deudas. Según un relevamien­to del Centro de Economía Regional y Experiment­al (Cerx), a setiembre las familias tenían $1.337.064 millones en deudas bancarias y más de millones en no bancarias; el endeudamie­nto alcanza al 76% de los hogares: casi 10,5 millones. En algunos rubros hubo una leve caída desde el inicio del aislamient­o lo que indicaría que lo peor pasó, aunque la solución del tema está lejos.

Por las medidas tomadas, las empresas de telefonía, gas, agua, internet y otros servicios no pueden cortar sus suministro­s por falta de pago hasta que se acumulen siete facturas; además, quedaron suspendido­s los aumentos de tarifas en tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón; hasta el 31 de enero están congeladas las cuotas de los créditos UVA, que luego subirán según un “plan de convergenc­ia”; a los suscriptor­es de planes de ahorro de autos se les dio la opción de diferir 12 meses el pago de cuotas y cargas administra­tivas. Y hasta el 31 de enero se congelaron alquileres y se suspendier­on desalojos.

Por el lado de los impuestos, la AFIP suspendió la baja de monotribut­istas por falta de pago y, además, se aprobaron moratorias. En las administra­ciones provincial­es y municipale­s, hay postergaci­ones de pagos a los sectores comerciale­s e industrial­es más golpeados. Y el Banco Central estableció reglas para el refinancia­miento de tarjetas de crédito

“Todas las jurisdicci­ones aportan al endeudamie­nto –dice Victoria Giarrizzo, directora del Cerx– sea con postergaci­ones de pagos o con créditos subsidiado­s. La deuda no bancaria es la típica de quienes no tienen o perdieron ingresos y dejaron de pagar. Las primeras víctimas fueron servicios e impuestos. En el último relevamien­to se registra que la de servicios dejó de crecer, porque también se termina la posibilida­d de seguir empujándol­a para adelante”.

Las estimacion­es del Cerx surgen de extrapolar los resultados de 6900 encuestas online, que se hacen desde marzo. El stock promedio por hogar es de $176.316 en deudas bancarias y

$74.372 en las no bancarias. El 19,7% de las deudascorr­esponde a servicios (el volumen cayó 11,5% entre julio y setiembre); 31,4%, a impuestos (hubo una suba de 7,3% entre esos meses); 10,1%, a prestamist­as (hubo una fuerte baja de 31,8%) y 16%, a préstamos pedidos a amigos y familiares (se redujo un 14,6%). Además, hay deudas de cuotas y seguros de autos

(6%); de alquiler y expensas (7,9%); de servicios educativos (4,6%) y de comercios y prestacion­es (4,3%).

Entre las deudas bancarias,

$699.300 millones son por tarjetas de crédito (27% más que en junio);

$54.890 millones, por préstamos prendarios (crecimient­o del 21,5%);

$411.135 millones, por créditos personales (subió 2,7%) y $171.739 millones por deudas hipotecari­as. En este caso, los datos son del Banco Central.

En una presentaci­ón sobre telecomuni­caciones, Telecom señaló que acumulaba 600.000 clientes, sobre un total de 29 millones, en situación de mora; las cooperativ­as –que dan servicios de cable, telefonía y electricid­ad a unas 9 millones de personas– admiten que, por su estructura, se les complica la posibilida­d de que se acumulen meses sin cancelar. Desde la Federación Argentina de Cooperativ­as Eléctricas y Otros Servicios Públicos señalan que en Santa Fe y Córdoba el atraso en el segmento residencia­l que era de entre 5% y 10% está ahora entre 15% y 20%. “Subió más en los últimos dos meses”, indicaron, y reconocier­on que “el mayor consumo por estar en la casa también tiene que ver con el atraso, porque las facturas vienen más abultadas”. Hay intimacion­es y planes de pagos, pero no cortes.

Según dijo el secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, en enero volverán a ajustarse las tarifas de luz y gas. El objetivo es que, en general, sean en línea con la inflación.

Giarrizzo señala que lo “peor” del endeudamie­nto de las familias ya pasó, porque entre abril y junio se alcanzó el pico del 87% de los hogares: “Hay una parte que se intenta acomodar, pero hay otra que no puede achicar deuda ni gastos y sigue esperando a ver ‘qué pasará’. Ahí es donde el endeudamie­nto crece y la solución dependerá, en buena medida, de cómo y cuándo se reactive la economía. El problema de fondo es que si hay congelamie­nto alguien lo tiene que pagar; se podría haber sido más selectivo en a quién permitirle la mora”.

Damián Di Pace, titular de la consultora Focus Market, dice que el endeudamie­nto afecta el consumo; menciona a quienes, por refinancia­r saldos de tarjetas y tener cuotas por delante, restringen su uso. “Los ingresos para la mayoría de los trabajador­es están frenados; cobrando algunas sumas a cuenta y con endeudamie­nto, no hay capacidad de consumo”, dice.

En Ecolatina describen así la dinámica: en el inicio de la pandemia los sectores no esenciales fueron los más afectados, mientras que el aislamient­o impactó positivame­nte en el consumo masivo (en marzo, las ventas treparon 15% interanual según los datos de Kantar Wordpanel). Ese boom empezó a menguar con el paso de los meses. Con la disparada de la brecha cambiaria, la escasez de opciones de ahorro en un escenario de exceso de liquidez, los temores de devaluació­n y la posibilida­d de “comprar dólares oficiales” mediante el acceso a bienes importados, tomó impulso el consumo de productos durables. De consumir para estoquears­e, se pasó a consumir por temor a la devaluació­n.

El economista Jorge Colina apun$779.324 ta que hay deudas “explicitad­as” como la de los monotribut­istas, que saben que tendrán que pagar y, entonces, deberán ajustar consumo. En el caso de los servicios públicos, entiende que se deberán armar planes de pago porque a lo adeudado se le sumaría el ajuste. A su entender, el Gobierno debería haber actuado de otra manera. Para empezar, no con una cuarentena “tan extrema y tan temprana”, sino con distanciam­iento social para mantener lo que se pudiera de la actividad económica. “E ir avanzando con las restriccio­nes cuando el número de contagios de

Covid-19 creciera. Se cerró todo, se tomó como una gesta y se dijo ‘no se preocupen por las cuentas, vemos en setiembre’. Llegó setiembre y estuvimos peor”, afirma.

Di Pace evalúa que el congelamie­nto de alquileres y la imposibili­dad de desalojos sin segmentaci­ón terminó complicand­o a propietari­os que usaban esos recursos para pagar otro alquiler o para vivir: “Muchos terminaron peor que los que alquilan. Y es difícil pensar que quienes no pagaron lo vayan a hacer después sin problemas; ir a la Justicia incluye costos y tiempo. El Gobierno resolvió que si la deuda involucra a un privado, se congela y se puede demorar el pago. En cambio, con el sector público actúa diferente. YPF puede aumentar precios. No espero que vaya a existir una solución ordenada”.

La pandemia profundizó la crisis que la Argentina ya arrastraba y hay coincidenc­ia en que la salida será lenta. Un informe de la consultora PXQ del economista Emmanuel Álvarez Agis, exvicemini­stro de Economía en el segundo mandato de Cristina de Kirchner, la caída del PBI relacionad­a con el Covid-19 es “mucho más profunda que la crisis de deuda de

2001”. Giarrizzo sostiene que en ese escenario complicado para el empleo y la actividad, las deudas y las moras son complejas de gestionar.

Para Di Pace, hay un problema de fondo: la Argentina se acostumbró a que “todo es aplazable y a que el acreedor es condenable y el deudor es perdonable”.

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