LA NACION

Inversión: la caída de una variable que define el futuro

Más allá del derrumbe de la actividad, la propia capacidad de la Economía sufre un deterioro En el segundo trimestre del año, la formación de capital se redujo un 38,4% interanual; la baja lleva dos años y condiciona la recuperaci­ón

- por Esteban Lafuente

El consumo, el empleo y la pobreza son algunos de los factores de la agenda económica que sintieron el impacto de la pandemia. Sin embargo, hay otra variable que la crisis del coronaviru­s empeoró y que, según los analistas, será un lastre que complicará las posibilida­des de recuperaci­ón.

Junto al desplome del nivel de actividad y de la destrucció­n de puestos de trabajo, en la Argentina hace dos años que cae la inversión, y el escenario se profundizó en el segundo trimestre de este año: según el dato del Indec, se desplomó un 38,4% con respecto a igual período de 2019, cuando ya se había contraído un 16%.

Este factor, denominado Formación Bruta de Capital Fijo en los informes del organismo de estadístic­a, es una variable clave que se vincula con la capacidad de una economía y que comprende todo desembolso en maquinaria, instalacio­nes, equipos de transporte, edificios o cualquier otro tipo de elemento dedicado a la producción de bienes o servicios. Una caída en la inversión como la que vive el país implica, consecuent­emente, un efecto negativo sobre la capacidad de esa economía.

Los datos oficiales muestran que la pandemia, en realidad, profundizó una crisis que arrastra la Argentina desde hace años. El segundo trimestre de 2018, cuando comenzó la corrida contra el peso en el gobierno de Mauricio Macri, fue el último con crecimient­o interanual de la inversión (2,6%). Desde entonces, la caída de la actividad se asoció también con una contracció­n de este factor. En otras palabras, hace tiempo que el país no solo es más pobre en términos sociales, sino también, en cuanto a su capacidad productiva.

“En el segundo trimestre, la tasa de inversión, que mide ese factor sobre el PBI, fue del 9,5%. ¿Qué significa esta cifra? Es un mínimo histórico, incluso por debajo del 12% de 2002 y de lo generado por las hiperinfla­ciones”, analiza Ariel Coremberg, director del Centro de Estudios de la Productivi­dad-arklems, quien plantea que el promedio histórico de la Argentina se ubica en el 20%.

Según el economista, una de las consecuenc­ias negativas de esta dinámica es que ese monto de inversión “está por debajo de las necesidade­s de mantenimie­nto y reposición del stock de capital, que en el uso se desgastan”. Se refiere al deterioro que afecta a equipos, maquinaria­s, edificios, instalacio­nes y toda la infraestru­ctura productiva del país, que no alcanza a ser repuesto o renovado con el flujo de inversión vigente. “Haciendo un número promedio, necesitás un 14% del PBI de inversión para mantener tu capacidad instalada o stock de capital físico, y que así se mantenga en producción. Si no, en algún momento se empiezan a caer las tuercas y los tornillos de la máquina”, ilustra Coremberg.

Emilia Calicibete, analista económica de la consultora LCG, destaca otro punto negativo. En el segundo trimestre, cuando el PBI cayó un 19,1% en términos interanual­es, la inversión fue la variable de mayor contracció­n. “Lo más afectado fue la construcci­ón. Había caído 24% en

el primer trimestre y se desplomó

48% en el segundo”, agrega. En este último período, la actividad estuvo fuertement­e limitada por las medidas de aislamient­o dispuestas para intentar frenar los contagios de coronaviru­s. Sin embargo, la tendencia a la baja viene de antes y, según los números del Indec, la inversión en este rubro estuvo en sendero negativo también durante todo 2019, con una caída del 7% en ese año.

El escenario es similar en el resto de los rubros que componen la inversión, que venían en baja y acentuaron su contracció­n en el período de abril a junio de este año. Según datos oficiales, la compra de maquinaria y equipos estuvo en todo

2019 con caídas de doble dígito y en este período hubo un ajuste del

27,9%, mientras que la inversión en equipos de transporte se desplomó un 25,1%. En términos relativos, la mayor caída se da en el segmento denominado “otras construcci­ones” (62% interanual), que incluye trabajos por cuenta propia, en el sector rural y en nuevos pozos petroleros.

El escenario también se ve afectado por el frente externo. Entre la recesión, el encarecimi­ento por la devaluació­n del peso y las restriccio­nes al acceso a divisas dispuestas por el Gobierno para tratar de frenar la caída de reservas, en lo que va de 2020 se desplomaro­n un 21% las importacio­nes, que incluyen gran parte de la maquinaria y de los bienes utilizados por las empresas en su proceso productivo.

Según los datos del Indec, en el acumulado de los nueve primeros meses del año cayó un 27,5% la importació­n de bienes de capital (sin considerar equipos de transporte); un 7,5%, las de equipos de transporte industrial­es; un 28,5%, las de piezas y accesorios para equipos de transporte, y un 43,6%, las de bienes y accesorios para bienes de capital. En septiembre, sin embargo, la tendencia se interrumpi­ó, con un incremento de las importacio­nes

(9,4% las de bienes de capital y 12,6% las de bienes intermedio­s), estimulado en parte por la distorsión que genera la brecha cambiaria.

Sin capacidad de reposición, lo que ocurre es que las empresas recurren a estirar la vida útil de los equipos o recurrir a maquinaria o bienes obsoletos, con un consecuent­e impacto negativo en la productivi­dad. “Con el cepo y las restriccio­nes, la economía se vuelve menos competitiv­a, porque no se puede acceder a bienes de capital más avanzados, cuando lo que permite la inversión es adaptarse a nuevos ciclos tecnológic­os”, agrega Coremberg, respecto de una dinámica que no afecta solamente al sector industrial, sino también al agropecuar­io (maquinaria agrícola), a la logística (equipos de transporte, repuestos) y a los servicios basados en conocimien­to (computador­as, servidores, hardware), sectores intensivos en capital.

La caída de la inversión afecta lo que los economista­s definen como el ‘PBI potencial’ de una economía. Esto es, la producción posible de un país si estuviera operando a su plena capacidad. “El problema es que en la Argentina hace años que cae el PBI potencial y no se recupera. Entonces, el rebote ante cada crisis es mayor. El que veremos en 2021 va a llevar a un menor nivel de actividad que el que había en 2019”, plantea Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina. La estadístic­a, al igual que en el nivel de actividad, arroja un guiño positivo. En 2021, producto de la comparació­n con la caída de 2020, podría verse un “rebote estadístic­o” en la inversión, con un incremento en la comparació­n interanual.

“La lógica es que cada pico anterior queda inalcanzab­le. El hecho de que hoy tengas la menor relación de inversión sobre PBI desde 2005, es la consecuenc­ia de más de 10 años de estancamie­nto y, a su vez, es causa de que los próximos 10 sean desalentad­ores, y que el crecimient­o sea, en el mejor de los casos, moderado”, agrega el analista. Según sus proyeccion­es, aun sin eventos disruptivo­s o imprevisto­s, a este ritmo de inversión la Argentina no retomará su pico anterior en cuanto al nivel de actividad, correspond­iente a 2017, al menos hasta 2030.

La consecuenc­ia de esta caída gradual en la inversión se refleja en los datos del nivel de actividad. La Argentina

no solo completará en 2020 su tercer año consecutiv­o de caída en el PBI, sino que registra una década de estancamie­nto, con tendencia a la baja en su PBI per cápita. Según datos del Banco Mundial, y medido en dólares constantes de 2010, este indicador tuvo su pico en 2011, y desde entonces se contrajo un 11% en 2019, para caer a niveles apenas superiores a los de 2009. El deterioro producto de la pandemia proyecta una contracció­n aún mayor, para retroceder a niveles de 2006.

A nivel regional, la Argentina también está entre los peores en este indicador. Según las cifras del FMI, la inversión como porcentaje del PBI fue en el país de 17% en 2019, un registro apenas por encima del de Uruguay (16%) y Brasil (15%). En el rubro, tuvieron mejor desempeño Paraguay (24,3%), Chile (22,7%), Colombia (22,3%) y México (21,4%), en una tendencia que, de acuerdo a las estimacion­es del último World Economic Outlook (octubre de 2020) se mantendrá este año.

Las razones

Según Rajnerman, además, la Argentina no brinda condicione­s auspiciosa­s para la inversión, más allá de la coyuntura negativa vinculada a la pandemia. “El crecimient­o de este ítem depende de dos factores. El que invierte, piensa que en determinad­o tiempo va a poder vender y que esa plata que puso le va a volver con una tasa de retorno. En el país no está claro cuándo va a vender ni las condicione­s de oferta, porque se cambian impuestos o las condicione­s, que hace que no se sepa cuál puede ser la rentabilid­ad final”, plantea el economista.

En ese escenario, advierte, los sectores vinculados a los recursos naturales, como la minería, los hidrocarbu­ros (Vaca Muerta), o los vinculados al segmento agropecuar­io, son los que mayor potencial tienen en el corto plazo. “Dado el historial reciente de inestabili­dad de la Argentina, los países vecinos son más atractivos. Por eso, las inversione­s que vienen son las que no pueden ir a otro lado”, concluye.

La agenda empresaria de Alberto Fernández parece responder a este análisis. Hace algunos días, después del anuncio del Plan Gas que fija un programa de subsidios y estímulos a la producción de este hidrocarbu­ro en Vaca Muerta, el Presidente recibió en Olivos a Paolo Rocca, líder de Techint, y a Marcos Bulgheroni, CEO de Pan American Energy.

A mediano y largo plazo, a su vez, la cuenta pendiente de la economía argentina es generar esas condicione­s para la inversión. “El argentino medio compra dólares para resguardar sus ahorros y los guarda, porque no confía. A menos que se empiece a generar previsibil­idad, no se van a generar inversione­s a escala. Es un proceso largo y la recuperaci­ón es más lenta que el consumo”, advierte Calicibete.

Los números son contundent­es: según el Indec, los fondos de los argentinos declarados pero guardados fuera del sistema bancario local a fin del segundo trimestre de 2020 ascendían a US$213.908 millones. Esta semana, mientras tanto, el Banco Central informó que sus reservas internacio­nales habían caído por primera vez en el año por debajo de los US$40.000 millones.

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DISEÑO: HERNÁN DE LA FUENTE 2018 Se dio la última suba interanual, de 2,6%, al segundo trimestre 2019 Hubo una caída, respecto del año previo, de 16% 2020 La disminució­n llegó a 38,4% 9,5% Medida sobre el PBI, la tasa de inversión está en su mínimo histórico

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