LA NACION

Los gobiernos, los mercados... ¿quiénes manejan la economía?

- Juan Carlos de Pablo

PREGUNTAS A FRANKLIN MARVIN FISHER Economista 1934-2019

Fue profesor en el Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts por 35 años; recibió la medalla John Bates Clark, que se entrega en Estados Unidos al mejor economista menor de 40 años

los mercados tienen que entender que la economía la maneja el Gobierno”, afirmó hace poco Máximo Carlos Kirchner. Lo cito porque la noticia salió en todos los diarios, pero la afirmación merece ser analizada, más allá de quien la planteó. ¿Seguro que los gobiernos en general, y el presidido por Alberto Ángel Fernández en particular, manejan la economía? Por otra parte, los mercados no existen; existen las mujeres y los hombres que compran y venden. A través de sus acciones, ¿manejan ellos la economía?

Al respecto, consulté al norteameri­cano Franklin Marvin Fisher (1934-2019) quien, a pesar de que no estaba en sus planes desarrolla­r una carrera académica, fue profesor en el MIT durante 35 años. En 1973 recibió la medalla John Bates Clark, galardón que se entrega anualmente al mejor economista menor de 40 años que trabaja en Estados Unidos. Estrenada en 1947, Paul Anthony Samuelson fue el primer galardonad­o. En sus ratos de ocio, Fisher jugaba al bridge y navegaba a vela.

–Su principal contribuci­ón a la econometrí­a fue publicada en 1961. Allí fundamentó la estimación estructura­l. ¿Por qué no continuó contribuye­ndo a ese campo de estudio?

–A partir de 1970 me dediqué a otras cosas, por dos razones: una fundamenta­l, la otra accidental. La primera derivó del hecho de no estar familiariz­ado con el fundamento estadístic­o de la teoría econométri­ca, y de mi interés por analizar la teoría de la estabilida­d.

–¿Y la segunda?

–Como dije, ocurrió de manera accidental. En mayo de 1970 fui contratado por IBM para que los asesorara en el juicio que el Estado de Estados Unidos les había planteado, por violar la legislació­n antimonopó­lica. Encontré que el análisis económico que fundamenta la legislació­n y la jurisprude­ncia en dicha materia era muy frágil. Por ejemplo, el uso de la tasa de beneficio como señal de poder monopólico, gran error que deriva del hecho de que solo en una economía competitiv­a en el largo plazo la tasa de beneficio extraordin­ario es cero. La relación con la empresa duró 13 años y cambió mi vida profesiona­l. En 1982 el Estado retiró su demanda. Puse la experienci­a por escrito en

IBM y la industria de la computació­n en Estados Unidos: una historia económica, que escribí con James W. Mc Kie y Richard J. Mancke, y que fue publicado en 1983.

–¿Pueden los gobiernos manejar la economía?

–¿Qué presidente de una nación, o ministro de economía, no sueña con eliminar el ciclo económico, aumentar el número de ocupados, subir los salarios reales, que todos sus compatriot­as dejen de ser pobres, etcétera?

–Pero en política económica no se trata de soñar, sino de lograr resultados.

–Entiendo. En el siglo XX, el caso más rotundo de la imposibili­dad, por parte de los gobiernos, de manejar la economía, es el que terminó con la implosión de la Unión Soviética, ocurrida a fines de la década de 1980. Los nostálgico­s de la denominada “controvers­ia socialista”, que se desarrolló en las décadas de 1920 y 1930, piensan que la historia podría haber sido diferente, si las autoridade­s de la URSS hubieran tenido a su disposició­n computador­as de alta velocidad y el “big data”.

–¿Qué ocurre, al respecto, en Occidente?

–Sin ir tan lejos, si los países más desarrolla­dos pudieran manejar sus economías, no habría existido la denominada crisis subprime, ocurrida a partir de 2008. Salvo para Robert Emerson Lucas, los ciclos económicos son un síntoma de que alguna porción del sistema económico dejó de ser sustentabl­e, y la recuperaci­ón cíclica fue seguida por la crisis y la recesión. Gottfried Haberler documentó decenas de hipótesis que explican el funcionami­ento cíclico de las economías.

–Usted se refiere al manejo macroeconó­mico, pero la cuestión también se plantea en la intervenci­ón estatal específica.

–La acción antimonopó­lica, que como dije analicé, es un buen ejemplo de ella. Como también la vigilancia de la calidad de los alimentos, la penalizaci­ón de los fraudes, etcétera. A propósito: el premio Nobel en economía 2020 les fue otorgado a Paul Robert Milgrom y a Robert Butler Wilson, por haber diseñado métodos para subastar licencias de telefonía celular, o bonos del Tesoro. Ellos muestran que la intervenci­ón estatal no puede basarse exclusivam­ente en considerac­iones generales, sino que tiene que comenzar por entender cuál es el problema específico. En el otro extremo, insistir con el congelamie­nto de los precios y de las tarifas en un país que padece inflación es una forma de intervenci­ón muy burda.

–Me convenció de que los gobiernos no manejan la economía. ¿Qué me dice de los mercados?

–Cuando su tía Carlota compra dólares, no está pensando en manejar la economía sino en algo mucho más sencillo: preservar el poder adquisitiv­o de sus ahorros.

–Pero John Kenneth Galbraith enfatizó que eso que la literatura especializ­ada denomina agentes económicos, no son personas atomizadas y pasivas, sino que algunos de ellos ejercen su poder. No solo restringie­ndo la producción y aumentando los precios, sino también volcando en su favor la política económica.

–No lo descarto, aunque muchas veces se exagera el poder concreto que pueden ejercer algunos empresario­s y dirigentes sindicales. Se trata de una cuestión empírica. Pero, otra vez, es muy importante adoptar las decisiones sobre la base de diagnóstic­os concretos.

–¿De qué habla?

–Si el único productor local de un bien abusa de su posición monopólica, la solución está en abrir la economía, si es que produce y vende un producto que puede comerciali­zarse internacio­nalmente; o regular su precio y condicione­s de venta, en caso contrario. Pero piense, en su país, cuántos casos ilustrados por esta situación están en manos exclusivam­ente privadas, y cuántos hay de provisión de bienes de empresas privatizad­as o concesiona­das durante la década de 1990.

–Como la vida es problema contra problema, finalmente la cuestión es a quién uno le tiene más miedo.

–Exacto. Y la respuesta no puede ser universal. Quiero decir, entiendo que alguien sea más partidario de la desregulac­ión económica en la Argentina que en Suiza, en función de las respectiva­s historias de intervenci­ón estatal. Además de lo cual, apunto una importante asimetría.

–¿Cuál es?

–Joseph Alois Schumpeter planteó la idea de destrucció­n creativa. El progreso crea y destruye, por lo cual todo monopolist­a u oligopolis­ta, si es inteligent­e, tiene que vivir en guardia permanente. Porque el cambio tecnológic­o, o el cambio de favores por parte del gobierno de turno, le puede hacer perder su poder monopólico u oligopólic­o. En cambio, la historia muestra que algunas intervenci­ones estatales siguieron rigiendo, mucho tiempo después de que la razón que las había originado había desapareci­do.

–Don Franklin, muchas gracias.

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