LA NACION

Los secretos del flamante y sorprenden­te campeón de América en básquetbol

“Entrar al Madison era entrar a la Meca de la Meca”, describe el primero; “es un mundo increíble”, acota el segundo, que tras el debut recibió 160 llamadas de nuestro país

- Diego Morini

La fascinació­n se extiende en el tiempo. Siempre estuvo ahí. Quizá fue el estado de excelencia en el que estuvieron sumergidos por años lo que puso el encanto en segundo plano. Lo que ellos lograron resultó un mojón en la historia del deporte argentino y 20 años después pueden ponerlo en valor. Se les advierte en la voz la frescura de aquella aventura, se traduce en la claridad de sus palabras que el desembarco en aquel mundo mágico, por más que después se les volvió más terrenal, sigue dominando las emociones. El primer desembarco en celeste y blanco en la NBA, los tuvo a ellos como protagonis­tas, ese paso para Pepe y para Big Rub será eterno. Juan Ignacio Sánchez y Rubén Wolkowyski grabaron a fuego sus nombres.

El 31 de octubre de 2000 el básquetbol puso su mirada en ese mundo que creía inaccesibl­e. Los relojes se sincroniza­ron y Wolkowyski en el General Motors Place de Vancouver, con la camiseta de Seattle Supersonic­s, y Pepe Sánchez en el Madison Square Garden de New York, con la de Philadelph­ia 76ers., lograron que se celebre que un argentino pise suelo sagrado.

Ellos después se transforma­ron en parte de la mitología del básquetbol de estas tierras con la medalla de Atenas 2004, pero aquella primera empresa en los Estados Unidos… “No estoy tan pendiente de los 20, pero cuando advierto que mi hijo tiene 20 años, porque él tenía cinco meses cuando sucedió lo del debut en la NBA, es como que ahí sí caigo del tiempo que pasó. Es como que hubiera pasado ayer, será por la magnitud y lo lindo que fue para mí disfrutar eso”, le cuenta Wolkowyski a la nacion, desde su casa en España. Y desde Bahía Blanca, la reflexión de Pepe Sánchez es muy similar: “Tomé dimensión por estos estímulos. No tenía ni idea que se cumplía un número redondo. Nunca fui de prestarle mucha atención a los aniversari­os, cumplía con las entrevista­s y no mucho más que eso… Pero esta es la primera vez que me tomé el tiempo para ponerlo en perspectiv­a y dimensiona­r lo que pasó. En algún punto siempre lo infravalor­é, porque bueno, después vinieron jugadores impresiona­ntes detrás nuestro e hicieron lo que hicieron en la NBA. Y en algún punto sentí como que no tenía tanto valor, pero hoy miro por primera vez para atrás… Y digo ¡wow!, ¡qué increíble!”.

Se les dibuja una sonrisa cuando cobran fuerza los recuerdos de aquella jornada. Fueron apenas 2 minutos y 28 segundos los que estuvo en la cancha, con el juego resuelto, pero le alcanzó para ofrecer dos asistencia­s y ser parte de la victoria de los Sixers por 101-72 sobre New York Knicks. “Me acuerdo de estar en el hotel Plaza, de New York, que me llame Billy King, que era el general manager y me diga ‘Te vas a cambiar. Vas a estar entre los doce’. Me acuerdo de ver mi camiseta para jugar, entrar al Madison y mirar para todos lados… era entrar a la Meca de la Meca. Y después mirar hacia arriba, ver que íbamos ganando por 30 puntos y que mis propios compañeros, con Tony Kukoc a la cabeza, le digan al entrenador: ‘Ponelo a Pepe así debuta’. Cuando me llama el técnico Larry Brown y me dice ‘entrá’, fueron nervios absolutos, de boca seca. Y todo fue tan rápido… porque 48 horas antes me habían confirmado que quedaba en el equipo (tenía un contrato temporal y podían desprender­se de él), a las 24 horas me dicen que estaba entre los 12 y un par de horas después estaba debutando en la NBA”, relata Sánchez. Y agrega: “Llamé a mi casa después del partido y no recuerdo mucho más. De los nervios es como te olvidás las cosas. Mirá, recuerdo que no tenía un mango para nada, pero me dieron 100 dólares y lo primero que hice fue bajar al lobby y comprar unos bombones para festejar y sé que eran carísimos. Jajajaja”.

La memoria de Wolkowyski también fue víctima de aquellas emociones fuertes. Fueron casi 12 minutos

(11.47), tomó 2 rebotes, sumó una tapa, cometió una falta y no pudo aportar puntos, ya que el registro fue de

0-4 en tiros de campo, en la derrota de Seattle por 94-88 ante Vancouver Grizzlies. Pequeñísim­os detalles ante semejante momento: “Como era un jugador que venía del banco, yo estaba esperando que me llame Paul Westphal (el entrenador). Sabía que si él me decía: “Ruben” o “Big Rub”, era porque era mi momento. Si bien tenía a Pat Ewing adelante, también sabía que me iba a tocar jugar porque él jugaba 5 o 6 minutos y necesitaba descanso. Calculaba el minuto, iba mirando el tablero y fue… Me llamó y no lo podía creer. Son infinitas las sensacione­s que te pasan. La verdad que tenía tantos nervios... Mi mujer me preguntaba si estaba nervioso y yo decía que no. No me gustaba mostrar eso, pero la verdad que estaba muerto de los nervios. Era algo que me sobrepasab­a. Yo podía controlar esa sensación corriendo un poco, haciendo algún esfuerzo, pero esa vez, no los podía sacar. Era todo tan nuevo para mí, porque si bien había jugado algunos amistosos previos, ese día yo estaba debutando en la mejor liga del mundo, era algo impensado para mí, era algo que me cayó del cielo y que nunca lo tuve como un objetivo”.

Son marcas a fuego lo que les tocó vivir. El Colorado Wolkowyski cuenta: “Yo paraba en el hotel que estaba junto al campo de entrenamie­nto de

los Supersonic­s, el Hampton Inn. Me acuerdo bien porque ahí firmé mi primer contrato, pasó todo en ese lugar. Había una recepcioni­sta que era peruana, que era divina, a la que el día que firmé mi contrato le dije que si llegaban llamados de la Argentina me los pase… Pobrecita estuvo hasta las 4 de la mañana pasándome llamados y Tomy (su hijo tenía 5 meses) que no dormía. Esa noche tuvo 160 llamados y me decía: ‘Parece que es un evento muy importante para su

país’. En ese momento llamaban todos: Susana Giménez, Marcelo Tinelli, todos los que estaban en la tele”.

La remota posibilida­d de acceder a ese mundo y haberlo conseguido es lo que Pepe Sánchez puede terminar de valorar: “El otro día pasé por lo de mis viejos, miré mi habitación y recordaba que tenía colgado los posters de Magic (Johnson), de Larry Bird, de Jordan y pensaba qué locura todo… De algo absolutame­nte imposible como era pertenecer a ese mundo a poder dar los primeros pasitos ahí. Hoy me siento súper orgulloso de algo que estoy poniendo en valor después de 20 años, pero lo estoy haciendo. Somos tan exigentes que perdemos la perspectiv­a. Los únicos extranjero­s que accedían eran los súper mega cracks de Europa. Para ser un extranjero en la NBA tenías que ser Kukoc, Petrovic, Sabonis, Divac. Y de repente ponés los pies ahí. Era muy complejo, muy diferente a lo que es hoy, porque al extranjero ahora se lo ve con un plus, al jugador FIBA hoy se lo valora mucho, antes no era así”.

Las charlas abordan todos los rincones. El salto directo de Wolkowyski de la Liga Nacional (estaba en Estudiante­s de olavarría) a la NBA: “De Argentina a la NBA, es como que a las doce de la noche cerrás los ojos y a las 12.01 se hace de día. Saltás de un lado al otro… A mí me costó un poquito acostumbra­rme y entender dónde estaba. Es un mundo increíble”. El camino desde la universida­d de Temple a los Sixers que transitó Pepe Sánchez: “El Colo y yo entramos por dos caminos que después, prácticame­nte, no se volvieron a repetir. Porque Garino (Patricio) tuvo un paso corto por orlando, pero el camino Universida­d-nba y LIGANBA, no se volvió a dar, fueron dos formatos únicos. Los que triunfaron después hicieron la ruta lógica: Liga, Europa y NBA”.

Se sienten plenos por eso. Pepe se atreve a mostrar un poco más sus emociones: “Es como que estaba flotando en el aire y quizá eso me jugó un poquito en contra, porque era tan la sensación que era como estar… En Disney, eso en Disney. Estaba concentrad­o en mi juego, aunque no tenía como objetivo querer sacarle un puesto a tal o cual. Estaba más en un rol de espectador, porque estaba enloquecid­o por todo lo que veía y la gente que me rodeaba. Estaba con Iverson (Allen) que hacía de a 30 puntos”.

Dos décadas, un acontecimi­ento increíble, parte de un país pendientes del debut de ellos aquel 31 de octubre de 2000. Entonces, valía una buena celebració­n y el Colorado Wolkowyski ya tenía pensada la fórmula: lo festejó con un asado.

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Nba Juan Ignacio Sánchez y Rubén Wolkowyski, los dos primeros argentinos en pisar la NBA

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