LA NACION

En el juego de la experienci­a, Boca tuvo a Tevez para doblegar a un lanús que resiste con Sand

El conjunto xeneize logró una buena victoria en el Sur, a partir de la producción de su capitán, que marcó la apertura; el eterno goleador del granate dejó su sello en el empate; Ábila sentenció el resultado

- Ariel Ruya

Carlos Tevez tiene 36 años y es uno de los símbolos de la historia de Boca. Pepe Sand cuenta 40 (3 meses y 14 días) y está en la cúspide de las entrañas de Lanús. Juegan y corren como si tuviesen 20 años menos, como si se tratara de jóvenes promesas con sueños de grandeza. Son enormes. Contagian, entusiasma­n, convierten a sus compañeros en piezas amables, confiables, aunque alejadas de su estatura.

Convierten goles, se disfrazan de enganche, hacen casi todo bien. A esta altura, que sean una referencia inequívoca de Boca y Lanús abre el debate: son dos fuera de serie –cada uno con su sello, cada uno con su propia jerarquía, porque Apache tuvo un recorrido fascinante en Europa– o la mayoría de sus colegas juegan otra liga, más subterráne­a. De un modo u otro, el fútbol argentino se nutre de sus pasiones. Gana Tevez en la fresca noche del Sur, porque lo acompaña un equipo mejor. Boca puede golear, pero se frena en un módico 2-1 en la Copa Liga Profesiona­l, por la Zona 4, que comparten con Talleres y Newell’s

Te vez abrió el marcador con la fortuna del pescador, de frente al arco, comoclásic­o número 9. cuando el dominio terri to rialxeneiz­e era asfixiante, Sand encontró el empate, aunque la acción debió ser anulada, porque el balón chocó con su puño. A Pepe –que después se disfrazó de número

10 con una asistencia para Pérez–, no

le importó nada: gritó el gol (130 en 203 encuentros con la camiseta granate) con alma y vida. Fue el séptimo grito contra la entidad de la Ribera.

Boca atacó con muchos intérprete­s, pero se marea cuando la pelota cae en los pies de Wanchope Abila, habitualme­nte a destiempo; en el comienzo del espectácul­o tuvo una clara ocasión, que chocó con un palo. Después, encontró un rebote y resolvió el 2-1. Lanús no le hacía ni sombra, hasta que Vera bajó un cambio. Los avances xeneizes, de todos modos, liderados por Salvio, eran una invitación de cumpleaños: cada arremetida tenía aroma a festejo. Los defensores granates preparan la mesa para el festín ajeno.

El experiment­o doméstico, esta suerte de prueba y error en el que se convirtió el fútbol argentino, se ofrece como un excelente banco de pruebas para los equipos argentinos que se desempeñan en los torneos internacio­nales. Boca, el gigante, está obsesionad­o con la Copa Libertador­es: su última vez fue en 2007, con Miguel Russo como entrenador (como ahora) y Román Riquelme en la conducción (como ahora, pero desde un escritorio).

Lanús, un club modelo, también se inclina por el éxtasis internacio­nal: juega en la Copa Sudamerica­na, la misma que logró en 2013. El equipo xeneize está instalado en los octavos de final: lo espera Inter, de Porto Alegre. En el cierre de la primera etapa, se impuso sobre Caracas por 3 a 0… con dos conquistas de Tevez. El conjunto granate espía la revancha contra San Pablo, luego de superarlo por 3 a 2… con dos tantos de Sand.

Tevez fue decisivo en el tramo final del torneo pasado, que Boca le arrebató a River en el último suspiro. Russo no sólo le dio más minutos: creó una nueva versión, parecida a la que tuvo en casi toda su carrera y que extravió en tiempos de Barros Schelotto y Alfaro. Juega con ganas, se siente útil, influyente. Sand siempre es una pieza imprescind­ible en Lanús, pero Luis Zubeldía -que tiene un año menos que su dirigido-, lo arropa con las mejores vestimenta­s. Literalmen­te, Sand puede hacer lo que quiere, desde discutir con los compañeros hasta sugerir tácticas, porque no falla nunca, convierte, contagia. Hace mejores a sus compañeros.

“Si Zubeldía no me pone, lo mato”, había bromeado, con la certeza del desquite con San Pablo, previsto para el miércoles próximo. “Con Boca quiero jugar, mientras esté bien voy a tratar de jugar siempre. Obviamente él es el DT, pero con Jorge (Almirón) ya me perdí otros partidos con Boca, imaginate si me lo pierdo ahora”, contaba. Con esa actitud, es imposible relegarlo. Pero Tevez fue mejor. Y Boca ganó con suficienci­a, casi sin despeinars­e.

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Fotobaires Tevez y su definición, tras un desvío de cabeza de Izquierdoz: fue el primero de Boca

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