LA NACION

Los All Blacks juegan como si estuvieran en la vieja normalidad

Vapulearon a Australia por 43-5 en el arranque del Tri-nations; un poderío inagotable

- .Alejo Miranda

Cambió la fecha, la cantidad de equipos, la sede y hasta la denominaci­ón. El Rugby Championsh­ip es el Tri-nations en este singular 2020, aunque Nueva Zelanda parece empecinado en mantener el status quo. En la goleada 43-5 ante Australia, en Sydney, en el inicio del certamen desplegó ese rugby total que en los últimos años, excepto por algunos pasajes, lo posicionan como el mejor equipo del mundo. Cuando juegan así, son invencible­s.

El triunfo le valió a los All Blacks largar en punta (con punto bonus incluido) en el Tri-nations, que tiene a los Pumas como tercero en discordia, y asegurarse por 18º año consecutiv­o la Bledisloe Cup, serie que anualmente disputa con su vecino archirriva­l, luego del empate en Wellington y el triunfo en Auckland.

La diferencia de 38 puntos resultó la más grande en la historia del clásico más prolífico del rugby mundial, superando por uno al 43-6 con que se impusieron los

Hombres de Negro en 1996 en Wellington, lo que hasta aquí era el mayor margen en los 168 enfrentami­entos que llevaban entre sí.

Al ritmo del apertura Richie Mo’unga, los All Blacks jugaron un primer tiempo que rozó la perfección. La diferencia de 26-0 (cuatro tries; dos más en el segundo tiempo) bien podría haber sido mayor. Parecía que había un solo equipo en la cancha.

El mandato de Ian Foster, que había empezado con dudas y cuestionam­ientos, encuentra en su tercer partido un pilar sobre el cual erigirse. Sam Cane justificó con un titánico despliegue el portar la cinta de capitán, Dane Coles demostró que cuando está en estado es el mejor hooker del mundo y Beauden Barrett al fin lució cómodo con la 15 en la espalda. Pero a pesar de que el entrenador declaró que iba a tener una chance como apertura, Mo’unga hizo méritos para adueñarse de la 10.

Australia llegaba energizado a partir del 16-16 que había rescatado tres semanas atrás en Wellington y confiaba, ahora jugando en casa, revertir la racha adversa con el neozelandé­s Dave Rennie al frente de un nuevo ciclo con muchos jóvenes promisorio­s. No fue así. El equipo pareció pasado de revolucion­es y se excedió en errores que los All Blacks no perdonaron.

Sin Sudáfrica, con los Pumas en franca desventaja luego de una larga inactivida­d, este clásico y el de la semana que viene en Brisbane están llamados a definir el título hemisféric­o. Nueva Zelanda arrancó con todo y se encamina a recuperar el título que ganó en seis de los últimos ocho años y que perdió en 2019 a manos de los Springboks. En la nueva normalidad, hay algo que no cambia.

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