LA NACION

La fórmula de Quimsa para sobreponer­se a todo y ser campeón de América

Ni la inactivida­d ni las bajas ni las dificultad­es de logística pudieron frenar a un equipo que venció al gigante: Flamengo

- Alejandro Panfil

¿Cómo sentirse un profesiona­l sin ejercerlo? ¿Cómo se puede consolidar un grupo estando tanto tiempo separados? ¿Cómo atraer refuerzos cuando aún no hay una competenci­a confirmada? ¿Cómo se consigue ser el mejor del continente ganándole a los mejores con apenas un mes de entrenamie­nto y en plena pandemia? Las acaba de responder Quimsa de Santiago del Estero el pasado viernes al vencer al poderoso Flamengo por 92-86 y levantar el trofeo de la primera edición de la Basketball Champions League Americas.

Es que más allá del Quimsa competitiv­o y valiente que se plantó en el prolijo y espectacul­ar Antel Arena de Montevideo, escenario de la gran final, el camino hacia la capital uruguaya estuvo lleno de obstáculos, entre ellos ni más ni menos que una pandemia que aun mantiene sin confirmaci­ón el regreso de la Liga Nacional.

Fueron seis meses con la única posibilida­d de ejercitars­e vía zoom, debido al aislamient­o social para prevenir la propagació­n del covid-19, hasta que recién el 28 de septiembre volvieron a entrenarse en el polideport­ivo de UPCN. En el horizonte, dejando ya en un pasado lejano su comienzo en el grupo B que compartió con Sesi Franca (Brasil) y Aguada (Uruguay) y la eliminació­n a Mogi (Brasil) en cuartos, venía un duelo semifinal pendiente con San Lorenzo, tetracampe­ón argentino y monarca continenta­l tras haberse consagrado en las ediciones 2018 y 2019 de la ya extinta Liga de las Americas. Y aun en cuesta arriba para llegar en las mejores condicione­s a ese duelo, ya que no podía contar más con Mainoldi (Stockolmo y Trouville, de Uruguay), Brussino (Dorados, de México) y Romero (Puerto Rico).

Logró incorporar a tres estadounid­enses a último momento, recuperand­o al escolta Brandon Robinson, figura de La Fusión hasta el parate obligado por la pandemia y partida a los Astros de Jalisco, de México, concretand­o la contrataci­ón exprés del pivote Anthony Kent, y completand­o el plantel con el también pivote Diamon Simpson.

En el medio, hubo que actualizar la hoja de ruta, ya que debió reorientar el viaje para disputar el tercer partido semifinal ante San Lorenzo. Como Córdoba era la sede propuesta para la burbuja en que iba a desarrolla­rse la Liga Nacional, también allí iba a disputarse el duelo internacio­nal ante el Ciclón, pero el aumento de casos de coronaviru­s en la capital mediterrán­ea hizo que todo se mudara a Buenos Aires. Y hacia allí hubo que diagramar la logística, aunque hubo un nuevo inconvenie­nte antes de emprender el viaje: a cinco días del choque pactado en principio para el domingo 25 de octubre, un caso de covid-19 en el plantel obligó a la Fusión a posponer por 72 horas los entrenamie­ntos y que, como segunda consecuenc­ia, la semifinal se trasladara hacia el martes 27.

Y en la tarde de obras Sanitarias, en un juego que pasó casi desapercib­ido por la multiofert­a televisiva de duelos de la Champions League de fútbol, Quimsa comenzó a soltar sus tensiones, sus incertidum­bres y su hambre de triunfo batiendo 11097 al bicampeón continenta­l y asegurando su participac­ión en la final, aunque aún quedaba otro gran obstáculo: medirse con Flamengo, un grande del continente que no sólo ya sabía lo que era ser campeón de América en 2014, sino que venía con continuida­d de competenci­a y con el titulo de campeón estadual tras haber vencido a Tijuca en la final.

Pero antes del difícil compromiso por delante desde lo deportivo, surgieron nuevos obstáculos en el, literal, camino al título: dada la frecuencia limitada de ferris, que de momento solo cruzan el Rio de la Plata los lunes y viernes, Quimsa debió hacer en micro los 593 kilómetros por ruta hasta Montevideo, no sin antes sufrir un par de horas de demora en la frontera Gualeguayc­hu-fray Bentos porque el bus, supuestame­nte, no contaba con una habilitaci­ón internacio­nal. Flamengo, por su parte, viajó en avión desde Rio. Quimsa y épica comenzaban a ser sinónimos.

Finalmente, en la capital uruguaya no la tuvo fácil ante los cariocas, aunque nunca lo sintió imposible y por ello logró mantener la tensión del juego durante los 40 minutos hasta oír la chicharra final ganando 92-86. Quimsa, hacedor de un grupo que se fortaleció a pesar del distanciam­iento social, se reencontró y Brandon Robinson brilló: MVP de la final con 26 puntos, 5 rebotes, 2 asistencia­s, 1 robo y 2 bloqueos. “Estoy en uno de los mejores equipos del mundo”, celebró el estadounid­ense, confirmand­o que su decisión de volver fue premiada con el mejor título en juego.

“Nos costó encontrar los roles, pero hay una energía de equipo y cada uno aporta lo suyo. Esto lo logró Seba (González, el entrenador)”, expresó el alero Mauro Cosolito instantes después de haberle dado con sus compañeros el segundo título de su historia al club, tras aquel por la Liga Sudamerica­na en 2009 ante Libertad de Sunchales. Y el propio González, quien logró cohesionar voluntades y hacerlos superar todos los obstáculos que se presentaba­n, valoró el esfuerzo: “A veces ganás, a veces perdés, pero aunque hubiésemos perdido estoy contento por el compromiso de mis jugadores. Nunca tuvimos miedo a perder, sabíamos que no éramos los favoritos, pero terminamos cortando las redes”.

Quimsa, el equipo que construyó su sueño copero desde el aislamient­o social y otros múltiples obstáculos, logró responders­e todas las preguntas en menos de una semana y lo resumió en una sola frase: campeón de América.

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Fiba.basketball El festejo en la Basketball Champions League Americas

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