LA NACION

Poroto Cambiaso, el hijo del crack, debutó con 14 años en la triple Corona de polo

De aquel nacimiento especial durante un Abierto de Palermo a este debut en Tortugas

- Xavier Prieto Astigarrag­a

Veintiséis de noviembre de 2005. Abierto de Palermo. Partido poco exigente, de cancha 2, para La Dolfina, en el primer año de la formación Cambiaso-monteverde-aguerre-castagnola. Sábado, alrededor de las tres de la tarde. El rival, Centauros-beaufort, tenía ocho goles menos de handicap (28) y era un cuarteto de extranjero­s: los ingleses Luke y Mark Tomlinson, el chileno Jaime García Huidobro y el australian­o Jack Baillieu, todos debutantes. Tampoco era argentino uno de los suplentes, David Stirling, uruguayo. Nada extraordin­ario pasaba al cabo de la primera mitad del juego: el favorito ganaba cómodo.

Pero en el descanso largo le pasaron un aviso importante a Cambiaso: María, su señora, estaba por dar a luz. Cerca, en el sanatorio que está a un kilómetro de ahí. Estaba previsto. Sin embargo, Adolfito, competitiv­o, decidió jugar otro chukker para asegurar un triunfo que ya estaba más que encaminado. La Dolfina logró un 3-0 en ese quinto período, confirmó la goleada y, entonces sí, liberó al papá para que fuera a conocer a su hijo. El primer varón. Mia, la primogénit­a, había llegado tres años antes, también en época de Campeonato Argentino Abierto, pero no durante un partido.

En ese contexto nació Adolfo Cambiaso Vii, el séptimo Adolfo en fila en su árbol genealógic­o. Con su padre protagoniz­ando el máximo torneo de polo del planeta y postergand­o unos 10, 15 minutos la ida a la clínica. Pero el deporte de los caballos y los tacos signaría su vida mucho más que por esa anécdota.

Tanto, que ayer el chico se convirtió en el jugador más joven de la historia en participar en la Triple Corona, la serie de tres torneos más importante del mundo. A los 14 años, “Poroto” Cambiaso batió el récord de precocidad al estrenarse en el Abierto de Tortugas, y en el equipo más exitoso de los últimos 40 años. Y dándose el gusto de hacerlo con su padre, que los 45 sigue vigente en el más alto nivel. Esta vez, Adolfito, que nunca perderá el diminutivo, tenga la edad que tenga, no debió abandonar una cancha para estar junto a él. Y ambos empezaron con el placer de una victoria: La Dolfina venció por 13-4 a La Ensenada-la Aguada en uno de los cuartos de final de Tortugas, pero en Pilar, porque este año el predio de la Asociación Argentina de Polo es la sede del primer y el segundo campeonato­s de la Triple Corona.

En principio, lo de papá e hijo unidos en esta categoría iba a ocurrir en 2021, pero Juan Martín Nero se fracturó y los otros compañeros estuvieron de acuerdo en que el suplente fuera Poroto, pese a su juventud. Así que ocurrió a los 14 lo que iba a suceder a los 15. Tarde o temprano iba a ser la consecuenc­ia de una vida –corta, aún– dedicada al polo. Nobleza obliga: dedicada al estudio, también. El chico es un excelente alumno, al que no lo complica tener que educarse en varios países por año por sus viajes profesiona­les.

Poroto Cambiaso vive a 300 metros de varios de los mejores caballos de este deporte: así de cerca se encuentra su casa de Cañuelas de los boxes de su papá. Y a un kilómetro y medio residen sus primos Bartolomé y Camilo Castagnola, algo más grandes (19 y 17 años), fanáticos del polo y de muy buena sintonía con él. Cuando está de vacaciones, Adolfo VII disfruta el campo La Picasa, situado sobre la ruta 7, próximo a Washington (sur de Córdoba), donde los Cambiaso tienen su cría de cientos de ejemplares. Creció viendo jugar y entrenarse al para muchos mejor polista de la historia, en la Argentina, en Estados Unidos, en Inglaterra, en España. Una de sus diversione­s es montar, y la comparte con Mia, su hermana mayor, que disfruta el polo y ha ganado algunos torneos (tiene 7 de handicap femenino) pero no lo ve como medio de vida: le gustan más las muestras de tropillas de caballos, como las del festival de Jesús María.

Juntos, los tres Cambiaso se dieron el gusto de levantar una copa en Estados Unidos, y en el más que respetable nivel de 20 goles, en febrero de 2018, cuando Poroto era un niño de 12 años y su papá le llevaba más de una cabeza de estatura. A los pocos meses, en junio, Adolfo VII ganó otra en Inglaterra y el trofeo individual le fue entregado por... Isabel II. Su padre, que ya se había visto al menos 14 veces con la soberana y que ese día había compartido la cancha con él, no podía acompañarl­o al encuentro con la monarca. “Estaba más nervioso por cómo saludar a la reina que por el partido en sí”, contó el chico. Después vinieron éxitos más grandes; el summum fue el Abierto Británico, lo máximo fuera de la Argentina, logrado en julio último. Siempre con su mentor al lado.

Tan Adolfo Cambiaso es Poroto que usa un casco idéntico al de su tocayo. Y hasta tiene movimiento­s parecidos cuando monta. Vestidos iguales, jinetes de estilos similares, a veces hay que tomarse un segundo para distinguir de cuál de los dos se trata. Hasta sus compañeros de La Dolfina en ocasiones se los confunden en la rapidez del juego. Identifica­rlos suele ser más fácil de perfil: Poroto tiene todavía piernas, tronco y brazos delgados, pero la espalda ya es ancha. Y la estatura ya es la misma que la de su progenitor.

Y aunque es maduro para su edad, no deja de ser muy chico aún. Por eso su mamá tenía reparos en que actuara en esta temporada. Acordó algo con su marido: que Poroto tuviera el más bajo perfil posible. La falta de público en las canchas y la escasez de periodista­s le arrancaron un sí a María Vázquez, con el compromiso de que su retoño no hablara públicamen­te. Y él empezó a cumplir en el encuentro de ayer. “No fue fácil convencer a María. Pero bueno: Poroto jugó, se sacó un poco de encima los nervios y creo que cumplió. Pero sabe que puede jugar mucho mejor”, juzgó su papá, compañero y capitán.

Es cierto. Al principio anduvo lejos de la acción, perdió alguna marca, estuvo peleado con la bocha. Pero fue mejorando, involucrán­dose más, amigándose con el taqueo. Y terminó con tres goles y cero infraccion­es, algo inusual en un número 2. Fue importante su progreso porque La Dolfina se las vio oscuras cuando perdió a otro titular y bajó a 31 goles de handicap, contra 29 del adversario: Pelón Stirling se desgarró 6 milímetros el aductor derecho y, al igual que Pablo Mac Donough (5 milímetros en el mismo lugar), se perderá el resto de Tortugas. Por el uruguayo ingresó otro debutante absoluto en Triple Corona: Tomás Fernández Llorente (h.), de 26 años e hijo de un ex jugador de 9 tantos. Por lo pronto, es una incógnita cómo formará el equipo en la semifinal del viernes, frente a La Dolfina Polo Ranch.

Sí se sabe que estará Poroto, al igual que en el Abierto de Hurlingham, que se pondrá en marcha la semana próxima. Luego, se verá, según qué pase con Nero. Tal vez, el sábado 28 le toque al pequeño Cambiaso tener su primera experienci­a en el Argentino Abierto. Quince años y dos días después de aquella tarde en que su papá dejó de jugar en Palermo para ir a verlo nacer y en que Pelón Stirling estaba atento por si tenía que entrar en la cancha para... enfrentars­e con La Dolfina.

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 ?? Sergio Llamera ?? Cambiaso VII y Cambiaso VI, polo en estado puro; el chico, que marcó un récord de precocidad a los 14, y el capitán, de 45, compartier­on una victoria de La Dolfina
Sergio Llamera Cambiaso VII y Cambiaso VI, polo en estado puro; el chico, que marcó un récord de precocidad a los 14, y el capitán, de 45, compartier­on una victoria de La Dolfina
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S. Llamera poroto en acción; terminó con tres goles y ninguna falta

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