“Olvidate de que soy tu hijo”: las elecciones están dividiendo a las familias
Los cuatro años de presidencia agriaron como nunca antes innumerables relaciones familiares y dejaron profundas heridas
LOS ÁNGELES.– Hace cinco meses, cuando Mayra Gomez, una demócrata de toda la vida, le dijo a su hijo que en estas elecciones iba a votar por Donald Trump, el joven, de 21 años, la expulsó de su vida. “Me dijo concretamente que ya no era su madre, porque iba a votar a Trump”, dice Gomez, una cuidadora de 41 años de la ciudad de Milwaukee. La ultima conversación madre-hijo fue tan ríspida que no está segura de que haya vuelta atrás, por más que Trump pierda la elección.
“El daño está hecho. Para la cabeza de la gente, Trump es un monstruo. Es todo muy triste. Hay gente que dejó de hablarse y no creo que tenga arreglo”, dice Gomez, que apoya a Trump por su persecución contra los inmigrantes ilegales y su manejo de la economía.
Gomez no es la única que piensa que las profundas grietas que ahora separan a familias y amigos por la tumultuosa presidencia de Trump serán difíciles, por no decir imposibles, de reparar. De los 10 votantes entrevistados, muy pocos consideran que las relaciones personales dañadas por la presidencia de Trump puedan sanarse completamente, y la mayoría cree que quedaron rotas para siempre.
Durante sus casi cuatro años de mandato a contrapelo de las normas, Trump ha suscitado y fogoneado las emociones más fuertes, tanto en seguidores como en detractores. Muchos de sus partidarios admiran sus medidas para frenar la inmigración, los nombramientos de jueces conservadores, su determinación para pasar por encima de toda convención y su retórica de línea dura.
“Una amenaza”
Los demócratas y otros opositores consideran al exdesarrollador inmobiliario y exconductor de reality shows una amenaza para la democracia norteamericana: un mitómano serial y un racista cuyo desmanejo de la pandemia mató a más de 230.000 personas en Estados Unidos hasta el momento.
“Lamentablemente, no creo que sanar el país sea tan fácil como cambiar de presidente”, dice Jaime Saal, psi cote rape u ta del centro ro chester de medicina del comportamiento, de Michigan .“esas cosas llevan tiempo, esfuerzo, y hace falta que ambas partes estén dispuestas a dar vuelta la página y seguir adelante”, dice Saal.
Según Saal, las tensiones en las relaciones interpersonales se han crispado debido a la dinámica social, política y sanitaria que enfrenta Estados Unidos.
En 2016, la elección de Trump dividió a las familias, rompió amistades y puso a vecino contra vecino. Muchos de uno u otro bando han recurrido a Facebook y Twitter para denostar sin restricciones tanto a Trump como a sus numerosos detractores, y los incendiarios tuits del propio presidente contribuyeron a caldear del todo los ánimos.
Según un sondeo realizado en septiembre por el Centro de Investigaciones Pew, casi el 80% de los partidarios de Trump y Biden dijeron tener pocos o ningún amigo que apoyara al candidato contrario.
Gayle Mccormick tiene 77 años y se separó de su esposo, William, de 81 años, cuando él decidió votar por Trump, en 2016. “Creo que nos va a llevar mucho tiempo recuperarnos del legado que deja Trump”, dice Mccormick. Dos de los nietos de Gayle dejaron de hablarle por haber apoyado a la demócrata Hillary Clinton. También se ha distanciado de otros familiares y amigos, todos partidarios de Trump.
Gayle no está segura de que esas divisiones con amigos y parientes vayan a solucionarse algún día, porque cada uno siente que el otro tiene un esquema de valores que le es totalmente ajeno.
La demócrata Rosanna Guadagno, de 49 años, dice que su hermano la repudió cuando ella se negó a apoyar a Trump, hace cuatro años. El año pasado, la madre de ambos sufrió un ACV, pero su hermano, que vivía en la misma ciudad de California que su madre, nunca le avisó de la muerte de su madre, seis meses después. Se enteró a los tres días, por un mail de su cuñada.
“Fue devastador para mí, porque me excluyeron de todo lo que tuvo que ver con la muerte de mamá”, dijo Guadagno, psicóloga social que trabaja en la Universidad de Stanford, California. Gane quien gane, Guadagno no cree poder reconciliarse con su hermano, aunque dice que todavía lo quiere.
Ese incierto mundo post-trump
Sarah Guth, de 39 años, intérprete de español de Denver, Colorado, dice haber eliminado de su vida a varios amigos que apoyaban a Trump. Nunca pudo digerir el apoyo de esos amigos a la separación de los niños inmigrantes de sus padres en la frontera con México, o el apoyo al propio Trump cuando se conocieron los audios donde se lo escucha presumir del modo en que manoseaba a las mujeres.
Después de las elecciones de 2016, Guth también dejó de hablarse con su padre, votante de Trump. Ahora han vuelto a comunicarse. Guth dice que algunos de sus amigos no pueden aceptar que apoye a un candidato como Biden, que en el tema del aborto está a favor de que la mujer decida sobre su cuerpo. “Tuvimos desacuerdos fundamentales sobre cosas muy básicas, y ambas partes nos dimos cuenta de que en realidad no tenemos nada en común”, dice Guth. “Y no creo que eso cambie en la era post-trump”.
Optimismo
Dave Wallace, un ferviente partidario de Trump de 65 años jubilado de la industria petrolera de West Chester, Pensilvania, es más optimista acerca del restablecimiento de las relaciones familiares en un mundo post-trump. Dice que su apoyo a Trump le trajo problemas con su hijo y su nuera. “El odio de los demócratas hacia Trump me deja pasmado”, dice Wallace. “Creo que es algo personal, por la forma en que hace sentir a la gente. Creo que esas tensiones van a bajar cuando haya un político más normal”.
Jacquelyn Hammond, una camarera de 47 años de Asheville, Carolina del Norte, dejó de hablarse con su madre, que apoya a Trump, y tampoco quiere que su hijo tenga trato con su abuela. Dice que le gustaría reconciliarse, pero lo ve difícil, por más que Trump pierda las elecciones. “Trump es como el catalizador de un terremoto que simplemente dividió dos continentes del pensamiento. Y cuando el mundo se divide así, no hay vuelta atrás. Es un momento de nuestra historia en el que tuvimos que elegir de qué lado estábamos, y el lado que cada uno eligió marcará el curso del resto de nuestra vida”, opina.
Bonnie Coughlin, de 65 años, ha votado a los republicanos toda su vida, excepto en 2016, cuando respaldó al candidato de un tercer partido. En estas elecciones está a favor de Biden, y hasta organizó un pequeño acto de apoyo en su comunidad de Gilbertsville, Pensilvania. Criada en una familia republicana y de religión conservadora en Misuri, dice que sus relaciones con su hermana, su padre y algunos primos, todos fervientes partidarios de Trump, se han agriado. Dice que los sigue queriendo, pero que ahora los ve “con otros ojos, porque apoyan a una persona sin corazón que no muestra empatía alguna con nadie y en ninguna circunstancia.
“Y aunque gane Biden, no creo que esa gente lo acepte y se vaya tranquilamente a dormir”.