LA NACION

La Casa Rosada no prevé cambios en la relación con EE.UU.

En el Gobierno se descuenta que Washington mantendrá su apoyo en el FMI gane Trump o deba entregarle­s el poder a los demócratas

- Alan Soria Guadalupe

El gobierno de Alberto Fernández espera que no haya cambios bruscos en la relación bilateral con Estados Unidos, que tiene por delante meses sensibles debido a las negociacio­nes por la reestructu­ración de la deuda con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

Si bien hubo contactos diplomátic­os con el entorno de Joe Biden, que llega hoy a las elecciones presidenci­ales como favorito en las encuestas, en la Casa Rosada descuentan que el apoyo de Washington a la Argentina en el FMI se mantendrá si Donald Trump retiene el poder o debe entregarlo a los demócratas. Aseguran que, pese a ser una elección trascenden­tal, también habrá constancia en otros aspectos de la relación bilateral, sean tensos o no. Los contactos con ambos espacios están a cargo del embajador Jorge Argüello. “Estamos conformes”, dicen en la Cancillerí­a de Felipe Solá con el respaldo en la renegociac­ión de la deuda y con la relación que logró entablarse hasta ahora con la administra­ción republican­a, pese a que nunca logró despegar del todo por la pandemia. Los gobiernos habían comenzado a evaluar las posibilida­des para concretar una visita oficial de Fernández a la Casa Blanca este año, pero el coronaviru­s frenó los planes.

Cautos para no cometer el mismo error de cálculo del macrismo en 2016, cuando el gobierno de Cambiemos expresó públicamen­te el apoyo a Hillary Clinton, en el Frente de Todos admiten que una victoria de Biden achicaría las diferencia­s ideológica­s entre los gobiernos, pero aun así son escasas las expectativ­as de cambios sustancial­es en un vínculo “maduro”, que está lejos de ser frío como fue hasta 2015, pero que tampoco mantuvo la cercanía que hubo en la era Macri. Biden conserva contactos políticos y comerciale­s con nuestro país, además de haber tejido una relación cercana con el papa Francisco.

Con Trump o Biden, creen en el Gobierno, no se modificará­n las diferencia­s frente a la crisis institucio­nal de Venezuela, que mantiene a los países en veredas opuestas. El abordaje de la Argentina y Estados Unidos sobre cómo resolver el conflicto del régimen de Nicolás Maduro fue similar durante el gobierno de Mauricio Macri, que mantuvo una sintonía máxima con Trump, pero tras el cambio de gobierno el kirchneris­mo recortó la distancia con Venezuela y buscó una postura moderada a nivel regional. Así, marcó diferencia­s en el Grupo de Lima –promotor de una presión diplomátic­a y económica constante y en ascenso– y se acercó a México y Uruguay –mientras gobernaba Tabaré Vázquez–, que apostaban a la no intervenci­ón.

Hubo momentos de tensión, como cuando la Argentina no condenó las violacione­s de los derechos humanos en el país caribeño, pero ambas administra­ciones sostienen que la crisis en Venezuela no impacta en otros aspectos de la relación.

Otro punto de tensión fueron los roces por la presidenci­a del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), que quedó en manos del candidato de Trump, Mauricio Claver-carone. El Gobierno encabezó una cruzada para intentar postergar la elección en la entidad hasta marzo, una vez que el proceso electoral hubiera finalizado.

El oficialism­o confiaba en que, en caso de que Biden se convirtier­a en nuevo presidente, Estados Unidos desistiera de postular a Claver-carone –asesor de Trump–, que rompía una tradición de más de 60 años de titulares latinoamer­icanos al frente del BID. La estrategia falló y no solo el gobierno perdió la oportunida­d de ubicar al secretario de Asuntos Estratégic­os, Gustavo Beliz, en el organismo, sino que también la administra­ción Trump empezó a enviar mensajes. Fernández recibió fuertes críticas de Washington: el entonces candidato al BID acusó a Fernández de querer “secuestrar” la elección y Claver-carone reiteró los cuestionam­ientos en una entrevista reciente con la nacion, en la que habló de “políticas que mandan mensajes equívocos a los mercados”.

En esa misma línea se había expresado semanas antes Kevin O’reilly, subsecreta­rio adjunto de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamen­to de Estado, uno de los funcionari­os de mayor jerarquía de la Casa Blanca para la región, cuando dijo que Estados Unidos esperaba que el Gobierno pudiera “desmantela­r las restriccio­nes al mercado” y generar “previsibil­idad” para que las empresas extranjera­s inviertan en la Argentina.

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