LA NACION

¿La Casa Blanca católica?: las dudas del Vaticano si Biden llega al poder

Pese a que el demócrata es devoto y practicant­e, sus posiciones políticas preocupan a la Santa Sede

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– Teniendo en cuenta que el papa Francisco y Donald Trump siempre fueron vistos como dos figuras totalmente antagónica­s, lo lógico es pensar que si hoy finalmente gana su rival, Joe Biden –que se convertirí­a en el segundo presidente católico de los Estados Unidos después de John Fitzgerald Kennedy–, en el Vaticano muchos celebrarán.

Pero no es tan así. “Nunca el Vaticano estuvo totalmente contento con la política de ningún presidente de Estados Unidos... Ni con JFK, ni con Nixon, ni con Reagan, ni con Bush, ni con Obama, que caía muy bien...”, confió a un veterano la nacion prelado del Vaticano, que prefirió el anonimato. “En el Vaticano tuvieron problemas en las últimas décadas con el Partido Demócrata por la cuestión del aborto”, explicó, al destacar, no obstante, que “hay muchas razones para estar más contentos con Biden que con Trump”.

Más allá del “defecto” debido a su respaldo al aborto –aunque en verdad Biden a nivel personal siempre dijo estar en desacuerdo con esta práctica, pero como legislador pensó que no podía imponer sus conviccion­es de fe sobre otras personas–, hay muchas cosas que unen al candidato demócrata con la Santa Sede, que van desde las migracione­s y la justicia social hasta el cambio climático y el multilater­alismo, temas que son prioridad para el Vaticano.

Católico practicant­e, Biden se reunió con tres pontífices en diversas ocasiones: con san Juan Pablo II al menos cuatros veces; una con Benedicto XVI, papa emérito, cuando tuvo una muy larga conversaci­ón, y dos veces con Francisco. Lo saludó al término de la misa solemne de inauguraci­ón de su pontificad­o, el 19 de marzo de 2013, en el Vaticano y durante la visita del exarzobisp­o de Buenos Aires a Estados Unidos, en septiembre de 2015.

Cambio

Trump, que fue recibido por el Papa junto a su tercera esposa, Melania, en mayo de 2017, aunque solía definirse presbiteri­ano, recienteme­nte cambió y prefirió auto catalogars­e como non-denominati­onal christian (cristiano sin denominaci­ón).

En las últimas semanas de campaña, Biden, que en su momento elogió la encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común de Francisco, también habló de la reciente Fratelli tutti, sobre fraternida­d y amistad social, prometiend­o aplicarla. En un Estados Unidos totalmente polarizado, la encíclica de Francisco –considerad­a por algunos anti-trump porque insiste en su llamado a la inclusión de todos, especialme­nte refugiados y migrantes, y al fin de los muros– tuvo gran repercusió­n.

En su campaña, Biden dijo claramente que su administra­ción volverá a conectar a Estados Unidos con los acuerdos de la cumbre climática de París –tirados al tacho por Trump–, intentará reformar el sistema inmigrator­io actual, que causó separación de familias, así como el de salud, para que todos puedan tener cobertura médica.

De raíces católicas irlandesas, Biden, que siempre lleva un rosario en el bolsillo, siempre fue un hombre “decente”, de familia. Cuando murieron su primera esposa, Nelia, y su hija Naomi, en un accidente de auto, solía regresar todas las noches desde Washington a su casa de Delaware para darles las buenas noches y poner a dormir a sus hijos. Biden también perdió a su hijo Beau por cáncer de cerebro.

“Mi padre, que no era tan religioso como mi madre, me enseñó que el pecado más importante es el abuso de poder. Si un hombre levanta su mano contra una mujer, si se trata de abuso de poder económico sobre otra persona o de abuso de poder en el gobierno”, contó Biden, en una entrevista de 2015 con la revista jesuita America Magazine. Entonces también reveló que considerab­a su fe “un don”, que siempre lo inspiró la doctrina social de la Iglesia, así como el mandamient­o que dice “ama a Dios y ama a tu prójimo como a ti mismo”, que implica tratar a todos con dignidad. “Crecí con la doctrina social católica, que me enseñó que la fe sin obras está muerta y que uno es lo que hace”, dijo también.

Aunque va a misa todos los domingos, debido a su postura abierta sobre el aborto hay obispos norteameri­canos del ala conservado­ra que están convencido­s de que por ello no debería recibir la comunión.

Tanto en Estados Unidos como en el Vaticano se destaca la personalid­ad de Biden, en las antípodas de la de Trump, como un factor fundamenta­l. “La historia de Biden es de fe y familia, puesta a prueba por la tragedia”, subrayó John Carr, al frente de un instituto sobre Pensamient­o Social Católico en la Vida Pública en la Georgetown University. “No conozco a Trump personalme­nte. Pero después de cuatro años de verlo en el cargo, parece solo concentrad­o en sí mismo, no tiene empatía y no acepta responsabi­lidades”, agregó.

John Kenneth White, del National Catholic Reporter, resumió el tema al hablar de una cuestión de ética que es finalmente lo que importa en el Vaticano. “La candidatur­a de Biden habla de la necesidad de una limpieza moral, y esa purificaci­ón empieza con el mandamient­o ‘amarse unos a otros’”.

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