LA NACION

Unos comicios marcados por la ansiedad, el virus y el temor a los disturbios

Muchos de los centros donde se emitían los votos estuvieron desiertos; medidas de prevención en Washington y Nueva York

- Rafael Mathus Ruiz y Domitila Dellacha CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– La capital de Estados Unidos amaneció ayer callada, con poca gente en las calles, la mayoría de los locales del centro tapiados con placas de madera y todo el complejo de la Casa Blanca rodeado por vallas de alambre en el día de las elecciones presidenci­ales. Un país ansioso y temeroso por una explosión en su calles contuvo la respiració­n a la espera de conocer su destino.

Tras más de un año y medio de una campaña presidenci­al tóxica que quedó marcada por la pandemia, Estados Unidos salió a votar. Más de 100 millones de norteameri­canos habían votado ya antes de que abrieran las casillas en el último día para hacerlo. En varios rincones hubo colas desde la madrugada, pero en otras ciudades, donde la votación comenzó ya hace varios días, algunas escuelas estuvieron vacías o se vieron uno o dos votantes. La amenaza del Covid-19 saltaba a la vista: oficiales, voluntario­s y observador­es iban con barbijo, había carteles que indicaban mantener una distancia de dos metros y paneles de plástico, y botellas con alcohol en gel.

En una escuela de Fairfax, en Virginia, Dawn Marie, 49 años, votó temprano por el demócrata Joe Biden. “Es una locura. Siempre pensé que Donald Trump era un narcisista maligno y no tendría que administra­r el país y es la mayor amenaza que tenemos en el país. Tenemos que sacarlo”, explicó.

Unos minutos después salió Barbara, que dijo tener “más de 70 años” y no quiso dar su apellido. Votó por Trump. “Cumplió sus promesas, trabajó duro por todos y fue maltratado por la prensa. No me gusta cómo habla, pero creo que hizo un buen trabajo”, justificó. Cuando se le preguntó cómo se sentiría si Biden ganara, respondió: “Está en las manos de Dios. Rezaré por él”.

“Hace cuatro años que queremos deshacerno­s de esta enfermedad”, lanzó Chris Lotus, de 76 años, que llevaba un barbijo con la leyenda “Vote”. A unos kilómetros de esa escuela, en el secundario Langley, en un suburbio acomodado muy cerca de Washington, no había cola.

Rosie Oakley, quien fue a votar con un barbijo donde se lee “Trump 2020”, solo tuvo elogios para el magnate: “Hizo un trabajo fantástico por Estado Unidos. Hizo un gran trabajo con la economía, no tuvimos guerras, no tuvimos problemas, salvo el Covid, que fue importado de China. No puedo decir algo que no me guste. Si pierde, va a ser un desastre para el país y el mundo”.

A Biden lo defenestró: dijo que tiene demencia –algo de lo que no hay evidencias–, y que si gana no va a durar cuatro años. “Si Trump gana voy a estar enfervoriz­ada, feliz, y voy a celebrar y voy a beber champagne Trump”, prometió.

En Nueva York, las colas para votar se vieron mucho más reducidas que durante la semana del voto anticipado, cuando las filas llegaron a superar varias cuadras de extensión. Marie Louise llegó acompañada de su marido a votar a en una escuela en Hell’s Kitchen, Manhattan. “Por fin llegó el día en que podemos decir basta”, dijo, y largó un enorme suspiro en señal de alivio. Sobre su barbijo negro, la mujer lucía el sticker de “Yo voté” y rogó un triunfo para Biden.

La ciudad amaneció desierta y no mejoró mucho durante la tarde de ayer. En Times Square, solo un par de los personajes caricature­scos que suelen tomarse fotos con turistas quedaron rodeados por locales tapiados con maderas y metales pesados. En los barrios del sur de la isla, el Soho se vio completame­nte abarrotado.

Max, dueño de un comercio gastronómi­co en Soho que prefirió no dar a conocer su apellido, dijo a la

que recibió con mucha sorpresa nacion ver todo tapiado después de lo vivido en el verano. “Es increíble, realmente es una porquería que no se pueda considerar a la gente lo suficiente­mente civilizada como para protestar sin romper”, dijo ofuscado, y subrayó: “Se siente como dar un paso atrás”.

Sobre la Quinta Avenida, apenas un puñado de locales quedaron sin protección. En la tarde, la policía empezó a limitar el acceso a grandes avenidas con vallas metálicas.

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