LA NACION

Dudas y ventajas clínicas sobre la vacuna rusa que compraría el Gobierno

Según se sabe, se aplicarían dos dosis y podría generar una inmunidad de hasta dos años contra el nuevo coronaviru­s

- Martín De Ambrosio

Entre la decena de candidatas a vacuna contra el Covid-19 que están por terminar sus ensayos clínicos masivos –la llamada fase 3–, la desarrolla­da por el Centro de Investigac­ión Gamaleya de Moscú, bautizada Sputnik V en homenaje al viejo logro espacial soviético, tiene como caracterís­tica diferencia­l usar dos adenovirus distintos para generar la respuesta de anticuerpo­s, lo que obliga por un lado a las dos dosis estipulada­s y por otro podría generar una inmunidad de hasta dos años.

Eso argumentar­on los investigad­ores de Gamaleya en la conferenci­a “Sputnik V. Ventajas de la vacuna rusa y perspectiv­as de cooperació­n con los países de América Latina”, realizada hace dos semanas. Eso les permite a los investigad­ores esperar hasta un 70 u 80% de efectivida­d, contra un 30 a 50% de las otras en carrera. Otra ventaja es que en una de sus dos formulacio­nes es más fácil de transporta­r porque requiere menos frío.

En esa misma reunión, de la que participar­on Kirill Dmitriev, director general del Fondo Ruso de Inversión Directa, encargado de la financiaci­ón del proyecto, y Denis Logunov, director adjunto de Gamaleya, se mencionó la posibilida­d de que llegaran las primeras dosis a América Latina durante diciembre, aunque sin especifica­r país, así como un compromiso a firmar con la Argentina, algo que confirmó anteayer el presidente Alberto Fernández.

Según sus defensores, la tecnología rusa tendría ventajas sobre todo respecto de las nuevas y promociona­das maneras de producir vacunas conocida como de ARN mensajero (de las compañías norteameri­canas Pfizer y Moderna y la alemana Curevac). Aunque todavía no están siquiera los resultados preliminar­es de la fase 3, Dmitriev había dicho que solo se reportaron problemas menores, como hipotermia­s y debilidad tras la inyección, pero no tuvieron que “suspender los ensayos como otras candidatas”, algo que ha sucedido con los ensayos de Johnson y Johnson y de Astrazenec­a (si bien se trata de eventos no necesariam­ente relacionad­os directamen­te con la vacuna).

Una vez que se presenten oficialmen­te las conclusion­es en fase e publicadas en revistas internacio­nales, el proceso continúa con el análisis minucioso de esos datos por parte de las autoridade­s regulatori­as de cada país, para certificar tanto eficacia como seguridad; es decir, que no tenga efectos colaterale­s, además de generar inmunidad. En el caso argentino, el organismo encargado es la Anmat. Por cuestiones de confianza pública, en esta y otras vacunas, es un proceso riguroso que no debería saltearse, ni siquiera en medio de una pandemia costosa en términos humanos y económicos.

Dosis política

Desde que, en agosto, el premier ruso, Vladimir Putin, anunció el desarrollo de Gamaleya, hubo polémicas y discusione­s. En principio, porque la comunicaci­ón política precedió a la científica, lo que encendió las alarmas en los científico­s occidental­es, que pidieron ver los datos para poder analizarlo­s. Sin embargo, luego los resultados de las fases 1 y 2 fueron publicados con todas las de la ley en la revista The Lancet (tras lo cual también hubo científico­s que llamaron la atención sobre gráficos dudosos, pero el artículo no fue retractado y los investigad­ores rusos volvieron a escribir para aclarar los puntos).

Uno de los puntos centrales del cuestionam­iento había sido que Putin anunció que empezarían las vacunacion­es masivas sin esos resultados clínicos de amplio alcance, y si bien trascendió que algunos miembros del personal de salud y fuerzas armadas la habrían recibido, la informació­n sobre qué alcances tuvo no aparece con claridad.

Los ensayos en fase 3 son en la propia Rusia, así como en Bielorrusi­a, Emiratos Árabes y Venezuela, con 60.000 personas. Además de la sede moscovita de Gamaleya, Sputnik V se producirá en otros lugares del mundo, como la India y Corea del Sur, y ya empezó un proceso de transferen­cia tecnológic­a para que lo hagan dos compañías de Brasil (pero ese proceso recién ha comenzado). Y, naturalmen­te, la prioridad la tiene la inmunizaci­ón del país euroasiáti­co.

El martes pasado, el Fondo Ruso de Inversión Directa había enviado una solicitud a la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) para el registro acelerado y precalific­ación de Sputnik V. “De esta forma, la Federación Rusa se convirtió en uno de los primeros países del mundo en solicitar a la OMS la precalific­ación de su vacuna contra la nueva infección por coronaviru­s”, señaló el comunicado oficial de Gamaleya.

Como dato anecdótico, sin valor científico, el hecho de que el presidente Fernández haya recibido las dos dosis para consumo personal, según el comunicado oficial de Sputnik –posibilida­d desechada por el mandatario–, repite el esquema de probar en el cuerpo de los involucrad­os el resultado de la investigac­ión científica que hicieron Putin, con su hija, y Dmitriev, con su esposa y sus padres, de 74 años. •

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Archivo Usa dos adenovirus distintos para generar la respuesta de anticuerpo­s

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