LA NACION

La renovada estrategia de una lideresa zen

- Laura Di Marco

Produjo una de las fotos políticas más potentes de la semana; revolucion­ó la interna de Juntos por el Cambio con el apoyo público a Daniel Rafecas; tomó distancia de Macri y, de paso, le mandó un mensaje a Patricia Bullrich, su rival dentro del universo cambiemita. Respaldó a Horacio Rodríguez Larreta en contra del expresiden­te: “Si las elecciones fueran hoy, mi candidato es Horacio”, sin olvidar a Vidal, que fue una de sus primeras visitantes, hace unos meses, junto con su pareja, Quique Sacco. “Me gustaría una presidenta mujer”, le dedicó. Le mojó la oreja a Cristina impulsando públicamen­te a un candidato a la Procuració­n al que ella desprecia y que Alberto Fernández, en cambio, empuja desde hace meses, en una cámara en la que, como chicanea la oposición, no controla ni un florero.

Como blanquea, en reserva, uno de los lilitos: “En el fondo, la idea de impulsar un acuerdo con el Gobiernopa­ra consensuar el nombramien­to de Rafe casper sigue el objetivo de dejar expuesto el conflicto entre Albertoy cristina ”. elk ir ch nerismo ha devenido una secta liderada por un gurú, que emite tuits y cartas cifradas sobre los que se escriben ríos de tinta en un intento de decodifica­rlos como si fueran textos sagrados. Carrió los decodifica bien. Más aún: desde su confinamie­nto se dedicó a pergeñar una jugada adelantada, aunque polémica, para acotar su poder de daño.

Esa semana ya comenzó a cocinarse en el Senado el verdadero plan de Cristina: ubicar como jefe de los fiscales a un adicto a la causa. Maximilian­o Rusconi, por caso, exabogado de Julio De Vido, deslizó que él podría ser uno de los candidatos, durante su visita de anteayer a la Comisión de Justicia, que el inefable Oscar Parrilli. El kirchneris­mo sigue fabricando sincericid­ios. “Ni Daniel Rafecas ni Elisa Carrió ni nadie nos va a condiciona­r”, advirtió la santafesin­a María de los Ángeles Sacnun, una de las voceras de Cristina en el Senado. De yapa, sugirió que Lilita lo quería a Rafecas porque estaba complicada con causas en la Justicia.

La reaparició­n mediática de Carrió fue una explosión equivalent­e a la carta de Cristina, que la recolocó en el centro de la escena e interpeló a los propios, que primero estallaron en su contra, pero luego recalcular­on y hoy empezaron a discutir su propuesta en una reunión de la mesa nacional de Juntos por el Cambio. “Nosotros no vamos a partir la coalición por el procurador porque, en definitiva, este es un problema del oficialism­o: la que no quiere a Rafecas es Cristina”, dictaminó Luis Naidenoff.

La estrategia de Carrió, que transmutó de dirigente dura a lideresa zen, no se agota en acordar el nombre del procurador, sino en reconfigur­ar un estilo de oposición. “Hay que sostener a Alberto”, deslizó en la cumbre con los moderados de Exaltación de la Cruz, en la que reunió a Rodríguez Larreta –que, hace un tiempo, empezó a tomar clases de economía con Pablo Gerchunoff–, a Vidal y a dos de sus lilitos.

¿La foto en la chacra fue en conpreside tra de Macri? Igual que Alberto y Cristina, Macri y Carrió también habían formado un matrimonio por convenienc­ia, que convivió, a duras penas, con la nariz apretada. Hace quince días, Carrió habló con Macri y le expuso sus ideas dialoguist­as. Macri rechaza a Rafecas por dos razones: desestimó la grave denuncia del fiscal Nisman sobre el pacto con Irán y aconsejó a Boudou en la causa Ciccone. Ella lo ve de otro modo: el kirchneris­mo tiene los números para modificar la ley del Ministerio Público Fiscal y, en un parpadeo, designar a un jefe de los fiscales símil Gils Carbó. Además, busca replicar la estrategia que siguió cuando apoyó al peronista Horacio Rosatti para la Corte: “Cuando la oposición apoya a un postulante, de algún modo también le marca la cancha”, argumentó. Macri se impacientó, tal vez porque ya no la necesita para garantizar la gobernabil­idad. “Vos siempre nos iluminás”, le enrostró. Ella también relajó los modales: él ya no es el presidente. “Macri ya fue”, dictaminó. Sincronías del destino: ambas parejas políticas se resquebraj­aron casi al mismo tiempo.

Hace meses que está confinada en su casa de Exaltación de la Cruz, donde recibe visitas políticas. Uno de sus habitués es Mario Quintana, el exvicejefe de Gabinete de Macri, que está embarcado en un proyecto de formación de nuevos liderazgos. Ambos comparten afinidades políticas y espiritual­es. La pandemia parece haberla reconfigur­ado. Por primera vez ocupa un rol inédito: el de señora de su casa, que se ocupa del mundo doméstico, mientas convive con dos de sus hijos. Y sin embargo, hay en ella una ecuación que no falla: cuando la Argentina se acerca al abismo, Lilita se alinea en el eje de la moderación.

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