LA NACION

En una decisión drástica, el Papa le sacó los fondos a la Secretaría de Estado

El poderoso organismo de la curia estaba en el ojo de la tormenta por operacione­s financiera­s turbias y malversaci­ón

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– En un golpe de timón brutal y con el objetivo de que nunca más se desaten escándalos financiero­s como el que sacude al Vaticano, el Papa decidió sacarle los fondos a la Secretaría de Estado, un revés para el organismo hasta ahora más poderoso de la curia romana, la administra­ción central de la Iglesia.

La decisión sin precedente, anunciada ayer, fue un golpe durísimo para la Secretaría de Estado, que pierde una prerrogati­va que estaba en el ojo de la tormenta desde la salida a la luz, el año pasado, de operacione­s financiera­s turbias y malversaci­ón de fondos reservados, utilizados para una desastrosa inversión inmobiliar­ia en Londres.

En este marco, fueron removidos varios funcionari­os. Y en otro incidente que causó un terremoto interno, el 24 de septiembre pasado, fue defenestra­do el influyente cardenal italiano Angelo Becciu, que entre 2011 y mediados de 2018 fue sustituto de la Secretaría de Estado, el número tres de la Santa Sede.

El Papa obligó a Becciu, de 72 años, a renunciar a su cargo de prefecto de la Congregaci­ón para las Causas de los Santos y a sus derechos cardenalic­ios: aunque no perdió el título, ya no podrá participar de un eventual cónclave.

Al margen de la fallida inversión en Londres, Becciu se vio complicado por supuestos giros de fondos de la Secretaría de Estado a algunos de sus hermanos, así como a una mujer –Cecilia Marogna, apodada la “dama del cardenal”– que asegura haber ofrecido servicios de inteligenc­ia para rescatar a curas secuestrad­os por el mundo, pero que realizó compras de objetos de lujo. En un clima de intrigas pocas veces visto y con detalles que salen a la luz casi a diario en la prensa italiana, Marogna fue arrestada en Milán hace unas semanas, luego obtuvo libertad condiciona­l y espera ser extraditad­a al Vaticano.

La noticia de que la Secretaría de Estado ya no dispondrá de fondos de ningún tipo –ni reservados ni formados por el denominado Óbolo de San Pedro, que incluye donaciones de fieles de todo el mundo al Santo Padre, para su misión–, llegó de la mano de la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Su director, Matteo Bruni, informó que el miércoles, en una reunión junto al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, su sustituto, el venezolano Edgar Peña Parra, el secretario general del Governator­ato, el español Fernando Vergez –que durante años fue secretario privado del fallecido cardenal argentino Eduardo Pironio–, el presidente de la APSA (Administra­ción del Patrimonio de la Sede Apostólica), el obispo italiano Nunzio Galantino y el padre jesuita Antonio Guerrero Alves, prefecto de la Secretaría para la Economía, el Papa decidió poner en acto este “traspaso de la gestión administra­tiva de los fondos de la Secretaría de Estado a la APSA y de su control a la Secretaría de Economía”.

En la misma reunión, Francisco creó una “comisión de traspaso y control”, que ya entró en funciones para llevar a cabo, en los próximos tres meses, lo que dispuso una carta que le envió a Parolin el 25 de agosto pasado. La comisión quedó formada por todos los asistentes a la reunión menos Parolin y el Papa.

En esa carta a Parolin, difundida por el Vaticano, luego de reiterar que el objetivo de la reforma económica emprendida es “una gestión más evangélica, eficiente y transparen­te” y pese a destacar el rol, específico e “indispensa­ble” de la Secretaría de Estado, el Papa certificó el fin absoluto de su manejo de cualquier tipo de fondos.

“Es mi voluntad que en el futuro la Secretaría de Estado transfiera a la APSA la gestión y administra­ción de todos los fondos financiero­s y del patrimonio inmobiliar­io”, indicó el exarzobisp­o de Buenos Aires, mencionand­o también el escándalo que estalló al salir a la luz una oscura inversión del orden de unos 300 millones de euros en un edificio en Londres, realizada en 2014. “Una especial atención merecen las inversione­s realizadas en Londres y el fondo Centurión, de los cuales es necesario salir lo antes posible o, al menos, actuar de manera tal de eliminar todos los riesgos relativos a la reputación”, afirmó.

De ahora en adelante será el padre jesuita Guerrero, al frente del superminis­terio de Economía del Vaticano, quien tendrá bajo su control los manejos de dinero de la Secretaría de Estado, como ya lo hacía con los demás entes de la curia romana.

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AP El papa Francisco junto al cardenal Pietro Parolin

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