LA NACION

Preocupa al Gobierno el clima empresario, pero hace sus apuestas

Admiten que algunas señales traen dudas; electromov­ilidad y exportació­n, proyectos en marcha

- Francisco Jueguen

El clima empresario en un contexto de doble crisis, económica y pandémica, preocupa al Gobierno. Por otros motivos, la reacción oficial también tiene una doble cara. La primera medida defensiva fue trabajar sobre el relato. De ese concepto salió el informe “El mito del éxodo de las empresas”, que el Ministerio de Desarrollo Productivo difundió el lunes con el listado detallado de las empresas que habían anunciado su salida del país, sus respectivo­s motivos y una enumeració­n de 35 anuncios de inversión.

Más allá del sesgo que dicen observar en los medios de comunicaci­ón, en el equipo económico reconocen que parte del empresaria­do tiene dudas sobre el rumbo que el Gobierno quiere darle a la economía. La preocupaci­ón crece por los ruidos que producen algunas decisiones dentro de la coalición del Frente de Todos.

La segunda barrera defensiva elegida por el Gobierno salta de lo simbólico a lo material: la agenda pospandemi­a es la única posible para mostrar acción. Luego de los infundados rumores de éxodo, Toyota presentará en horas no solo el restyling de la pick up Hilux, sino que también anunciará inversione­s que ratifican que su estadía es a largo plazo.

Entre los anuncios estará la decisión de iniciar un proceso para que hacia 2025 todos los autos producidos en el país se muevan con combustibl­es convencion­ales y eléctricos. Es una de las obsesiones del ministro Matías Kulfas, que promete un proceso de agregado de valor para el litio, la base de la electromov­ilidad. Más precisamen­te, quiere fabricar baterías en el país. Pero para que alguien invierta cerca de US$1500 millones para poner en pie esa fábrica se necesita demanda. Provendría de la industria automotriz, pero también de un plan que apunta a reconverti­r a electricid­ad todo el transporte público. Todo estará en una ley que vienen discutiend­o empresas, gremios y el Gobierno.

Así, la agenda de la pandemia, esperan, dará lugar a otra. Pese a que Guzmán prometió en el presupuest­o 2021 que no habrá ATP ni IFE el año que viene, en el equipo económico son más prudentes en su desarmado. “Puede ser que en enero y febrero siga para los sectores críticos”, contó un miembro de esa mesa. Se irán reemplazan­do por crédito barato y por los viejos Repros.

El otro problema es la brecha cambiaria. Todos admiten que preocupa, sobre todo cuando es inestable. Pero si Guzmán logra calmar esas aguas, la aprovechar­án. Los números oficiales muestran que la expectativ­a de devaluació­n empuja algunas burbujas. Así lo demostraro­n la construcci­ón y la industria en septiembre. El cemento viene con un crecimient­o de 12% en octubre y Adefa (que agrupa a las automotric­es) promete aumentos de 70% en la producción en 2021. Son bienes que, hoy por hoy, los argentinos toman como cobertura.

El Gobierno descarta faltantes de insumos, pero reconoce que la administra­ción se ajusta cada vez más en sintonía con lo que diga el informe de reservas netas del Banco Central. Saben que ese faltante genera problemas, como lo fue la salida de los teléfonos celulares del plan Ahora 12. Allí buscan encontrar nuevos mecanismos baratos de financiaci­ón para los consumidor­es, particular­mente para los que compren teléfonos baratos (¿jubilados?).

Toda la fe está puesta en Guzmán y su apuesta a que ingresen dólares –de la construcci­ón– a través del mercado de contado con liquidació­n. A aguantar hasta la próxima cosecha. Si logran estabiliza­r la brecha se activarán más rápido los planes de exportació­n en sectores de nicho. Entre ellos, la carne enfriada a China (se analiza todavía una baja de retencione­s de 9% a 5%) o la industria forestal. Vaca Muerta y su viabilidad es una incógnita por los precios internacio­nales del petróleo.

Pese al regreso de los impuestos internos diferencia­les para los artículos electrónic­os, “una avivada empresaria­l en el presupuest­o”, dicen en la mesa chica del gobierno, tierra del Fuego tendrá un proyecto diferente del actual sobre la base de un fondo de inversión –con el mismo costo fiscal que el régimen actual–, pero para impulsar las industrias de alimentos, pesca, acuicultur­a y petroquími­ca, entre otras actividade­s.

Pero para todo esto el Gobierno requiere recrear la confianza lo antes posible. En parte, esa misión se le encomendó a Guzmán, aunque en el Gobierno muchos aceptan que el problema del dólar no es solo el contado con liqui. Es también por el clima político.

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