LA NACION

Sospechan que policías de Santiago del Estero alteraron evidencias de un crimen

La muerte de un joven fue caratulada como un accidente de tránsito, pero la madre de la víctima apunta contra la fiscalía por un presunto encubrimie­nto

- Gastón Rodríguez

“Estamos luchando contra una injusticia muy grande –dijo Patricia Isorni–. Yo creía que la Justicia tenía que estar del lado del bien, pero eso no existe; lo que hay es una Justicia vendida, corrupta y manoseada. Los fiscales no quieren investigar, pero igual voy a seguir adelante porque enterré a mi hijo creyendo que había muerto en un accidente de tránsito, y después me enteré que lo había matado la policía”.

Patricia es la madre de Franco Isorni, un joven de 23 años que el 26 de agosto pasado apareció muerto en una rotonda de Santiago del Estero. La versión oficial instaló que la víctima iba en su moto a gran velocidad, perdió el control y tuvo un choque letal contra el guardarraí­l. Sin embargo, un par de días después, una llamada telefónica reveló que no se había tratado solo de un accidente de tránsito.

“Estuve nueve años trabajando en la policía de Santiago del Estero como personal civil; era encargada de Sistemas en la División Antecedent­es Personales, y por eso conozco a mucha gente dentro de la institució­n. El 28 de agosto, un amigo que todavía trabaja allí me llamó y me dijo: a tu hijo lo mató la misma policía. Cuando le pregunté por qué decía eso me respondió: porque te borraron la cámara”, contó Patricia a la nacion.

La conmoción de la mujer fue aún mayor cuando el fiscal que tuvo el caso al principio, Martín Silva, le confirmó que las cámaras ubicadas en la escena del hecho, es decir, en el cruce de las avenidas Solís Oeste y Leopoldo Lugones, no habían captado el choque, aunque sí los momentos anteriores y posteriore­s.

“La primera de las muchas irregulari­dades que tiene la causa es que todavía no sabemos a qué hora ocurrió el hecho. Para la fiscalía sucedió entre las 0.20 y las 0.40, pero una de las cámaras registró a Franco vivo a la 1.30. Como si eso no fuera suficiente­mente grave, cuando la policía fue a la mañana siguiente a informarle a la madre que su hijo había muerto en un accidente de tránsito, le dijeron que había ocurrido alrededor de las cinco de la mañana”, destacó César Barrojo, abogado de la familia Isorni.

Con el paso de las horas, la versión oficial comenzó a mostrar grietas. En primer lugar, apareciero­n testimonio­s que hablaron de una persecució­n policial y hasta de disparos; también llamó la atención que el cuerpo del joven hubiese sido trasladado en un móvil policial en vez de subirlo a una ambulancia, como indica el protocolo; la familia tampoco se explica la distancia de ocho metros entre el lugar del impacto contra el guardarraí­l y la escena donde apareció el cadáver.

“Para haber volado tanto, debió haber ido en la moto a más de 120 kilómetros por hora. También nos parece raro que el joven estuviera descalzo. Incluso, en las fotos que sacó la policía en la escena apareciero­n unas zapatillas que no eran las de Franco. Además, nadie nos puede responder qué hacía personal de la comisaría 3a., que fueron los primeros en llegar al lugar, en jurisdicci­ón de las seccionale­s 45a. y 11a. ni por qué Franco estaba todo desfigurad­o. ¿Se golpeó en el aire antes de morir?”, enumeró Barrojo. A pesar de las dudas, el fiscal Silva no ordenó ningún peritaje, caratuló el expediente como “deceso en accidente de tránsito” y cerró el caso sin siquiera realizar la autopsia.

Franco era el mayor de tres hermanos, estudiaba la carrera de Técnico en Construcci­ón en la Universida­d Nacional de Santiago del Estero y en el último tiempo trabajaba con su moto como repartidor. La presión de la familia logró la reapertura de la causa, apartar a la policía de la investigac­ión y que se convocara a la Gendarmerí­a. También se cambió al fiscal y se ordenó la realizació­n de la autopsia del cuerpo de Franco.

Pero pronto volvería la decepción.

“La autopsia se hizo un mes después del fallecimie­nto, con el cuerpo descompues­to y sin sacarlo del cajón. De esa manera es prácticame­nte imposible constatar, por ejemplo, que hubiera algún disparo. La conclusión fue que murió por un golpe en la cabeza, en contradicc­ión con el primer informe médico, que había indicado que Franco tenía un corte en el cuello y que casi se había decapitado. Sin embargo, no se encontraro­n manchas de sangre en el lugar donde chocó, solo donde cayó”, destacó Barrojo.

Las sospechas de la querella

Tanto Patricia como su abogado sostienen dos hipótesis que coinciden en la responsabi­lidad criminal de la policía. La primera apunta a una denuncia por apremios ilegales que Franco realizó contra efectivos de la comisaría 3a., luego de que fue detenido el 24 de mayo por haber violado la cuarentena. “Ese día recibió una paliza aberrante, inhumana; le pegaron tanto que volvió arrastránd­ose a casa”, recordó la madre.

La otra posibilida­d es que Franco haya visto o escuchado algo que no debía. El día anterior a su muerte, el joven estuvo junto a una amiga en la casa del presunto dealer Gonzalo Padilla, donde se habría cruzado con tres efectivos pertenecie­ntes a la División de Investigac­iones Policiales. Ninguna de estas líneas de investigac­ión aportadas por la querella fueron escuchadas por la fiscal Érika Leguizamón.

“Había al menos tres jefes policiales en la escena de la muerte de mi hijo. Yo me pregunto por qué un simple accidente de tránsito va a movilizar a tanta gente. Sé que estoy peleando contra un modus operandi de la policía. Como somos pobres se creen que tienen derecho a matarnos. Vergüenza van a darle al país cuando se sepa lo que hicieron con mi hijo”, señaló la madre.

Junto a otras familias víctimas de violencia institucio­nal, Patricia Isorni creó un Comité de Lucha contra la Injusticia e Impunidad de Santiago del Estero con el fin de visibiliza­r estos casos. “Uno tiene el síndrome del espectador, ve la muerte a través del noticiero y piensa que eso ocurre muy lejos, pero cuando le toca a un hijo ya no puede dejar de movilizars­e”, explicó.

Patricia Isorni madre de la víctima “Enterré a mi hijo creyendo que había muerto en un accidente y me enteré de que lo había matado la policía”

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Patricia Isorni sostiene que policías provocaron la muerte de su hijo, Franco

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