LA NACION

Un informe reveló cómo un abusador llegó al cardenalat­o

Expone los engaños, mentiras y fallas en las decisiones sobre Theodore Mccarrick, reducido al estado laical por el Papa

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– La Santa Sede actuó sobre la base de informació­n parcial e incompleta, hubo omisiones, subestimac­iones, se tomaron decisiones que después resultaron equivocada­s, entre otras cosas porque hubo gente que no siempre dijo lo que sabía. Y los peores errores se cometieron sobre todo durante el pontificad­o de san Juan Pablo II (1978-2005).

Estas son las revelacion­es del Informe sobre el conocimien­to y el proceso de decisión institucio­nal de la Santa Sede en relación con el excardenal Theodore Edgar Mccarrick, realizado por la Secretaría de Estado por voluntad de Francisco, publicado ayer por el Vaticano.

Se trata de un expediente sin precedente, de más de 400 páginas, con documentos y testimonio­s inéditos, fruto de una investigac­ión que duró dos años y pedida por el papa Francisco con un objetivo: intentar explicar cómo Mccarrick, popular ex alto prelado estadounid­ense a quien expulsó del cardenalat­o y del sacerdocio después de que, en 2017, se certificó una primera denuncia de abuso de parte de un menor, pudo llegar tan alto en la jerarquía eclesiásti­ca.

Muy esperado en Estados Unidos, donde Mccarrick, que hoy tiene 90 años, fue durante décadas una de las figuras más respetadas e influyente­s, el informe relata su ascenso y caída. Y por qué, pese a que era un secreto a voces que “el tío Ted”, como se hacía llamar, solía llevar a seminarist­as a pasar los fines de semana a su casa de playa, donde cometía abusos no solo sexuales, sino también de poder, en 2000 llegó a ser arzobispo de Washington y en 2001, cardenal.

Mccarrick saltó a la fama internacio­nal a fines de agosto de 2018, cuando el exnuncio en Estados Unidos Carlo María Viganò, en una carta incendiari­a acusó a diversos altos funcionari­os de la curia romana, e incluso a Francisco, de haber encubierto sus abusos y hasta pidió la renuncia del Pontífice. Fue entonces cuando, pese a fuertes resistenci­as internas, el Papa pidió que se hiciera este informe, rompiendo la tradición de secretismo absoluto que siempre reinó en el Vaticano en cuanto a los procesos internos, revelando documentos y hechos top secret y dejando a la luz los “trapos sucios”.

Según un resumen del informe y un artículo del director editorial de los medios del Vaticano, Andrea Tornielli, lo más novedoso del caso es que antes de ser nombrado arzobispo de Washington, en 2000, Mccarrick –que fue obispo en Nueva York, Metuchen y Newark– recibió acusacione­s en su contra en el Vaticano. Tanto es así que el entonces prefecto de la Congregaci­ón para los Obispos, Giovanni Battista Re, como el nuncio en Estados Unidos, recomendó a Juan Pablo II –que conocía muy bien a Mccarrick desde 1976– retirar su candidatur­a.

Pero al enterarse de esto, el 6 de agosto de 2000, muy hábilmente, Mccarrick le escribió una carta al entonces secretario personal del papa polaco, el obispo Stanislaw Dziwisz. Se proclamó inocente y juró que “nunca había tenido relaciones sexuales con ninguna persona, hombre o mujer, joven o viejo, clérigo o laico”. Juan Pablo II leyó la carta “y se convenció de que el arzobispo estadounid­ense decía la verdad y que las ‘voces’ negativas eran, de hecho, solo voces, infundadas y no probadas”, destacó Tornielli. De ahí, su designació­n en Washington. La experienci­a personal vivida por Wojtyla en Polonia, donde el régimen comunista utilizaba falsas acusacione­s para desacredit­ar a sacerdotes, explica por qué se dejó engañar. De hecho, algo casi idéntico sucedió con el fallecido prelado mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionario­s de Cristo, también culpable de terribles abusos.

El informe también confirma que Benedicto XVI nunca impuso “sanciones” contra Mccarrick –famoso por ser un gran recaudador de dinero para la Iglesia– para que no viajara, que según Viganò el papa Francisco había levantado. “Se trató de recomendac­iones dadas oralmente en 2006 y por escrito en 2008”, indica el documento.

Por otro lado, el expediente revela que en tiempos de Benedicto XVI, cuanto resurgiero­n acusacione­s en su contra, el entonces cardenal secretario de Estado Tarcisio Bertone le propuso abrir una investigac­ión. Pero en ausencia de víctimas menores y tratándose de un purpurado retirado, Ratzinger decidió no hacerlo.

El informe deja mal parado a Viganò, que siendo nuncio en Washington entre 2011 y 2016 “no realizó todas las investigac­iones que se le habían solicitado”. La investigac­ión, la primera de este tipo realizada y difundida por el Vaticano y fiel reflejo de la transparen­cia querida por Francisco, finalmente deja en claro que él fue el primero en actuar cuando, en 2017, apareció la primera acusación de abuso de un menor contra Mccarrick. Su respuesta “fue inmediata”, destacó Tornielli, que recordó que, al margen de obligarlo a renunciar al cardenalat­o, en 2018, lo destituyó del estado clerical después de un rápido juicio canónico, en 2019.

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Theodore Mccarrick exsacerdot­e

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