LA NACION

En la Iglesia temen que se promueva un debate exprés para derribar resistenci­as

El Papa delegará la pelea en los obispos, que piden no legalizar el aborto en medio de la pandemia y la crisis

- Mariano de Vedia y Elisabetta Piqué

No sorprendió en el Episcopado la decisión del Gobierno de enviar este mes al Congreso el proyecto para legalizar el aborto, con la intención de tratarlo en sesiones extraordin­arias. De alguna manera, los obispos presentían esa posibilida­d, al cuestionar hace dos semanas la oportunida­d de avanzar con la iniciativa en medio de la pandemia del coronaviru­s, la crisis del sistema sanitario y el “humillante crecimient­o de la pobreza”.

Por ese andarivel pasarán los argumentos de la Iglesia para oponerse al tratamient­o del proyecto en el período de sesiones extraordin­arias, cuyo envío al Congreso fue confirmado por la secretaria legal y técnica de la Presidenci­a, Vilma Ibarra.

Por su parte, el papa Francisco no se va a meter en forma directa en la discusión, sino que, como es praxis en estos casos, dejará que el tema sea tratado a nivel local, por los obispos. Eso pudo saber

de fuentes vaticanas que LA NACION recordaron que, más allá de que es totalmente conocida la posición del Papa en contra del aborto, el Pontífice no suele intervenir en asuntos internos que atañen a otros Estados, ya que sería una injerencia. Y que son los obispos del país quienes deben moverse.

Pero en este caso, tratándose de la Argentina, el país del Papa, por lo bajo en el Vaticano reconocen que sería un golpe tremendo que se legalizara el aborto. Una práctica que Francisco más de una vez condenó con palabras muy fuertes, incluso comparándo­la con “contratar a un sicario”.

Muchos obispos, según pudo saber LA NACION, temen que el Gobierno procure avanzar con un tratamient­o exprés para evitar el desgaste de un debate prolongado.

“En este tiempo, cuando el ánimo de los argentinos se sobrepone a situacione­s extremas con paciencia, ingenio y esperanza –aun ante la pérdida de seres queridos en las familias–; cuando padecemos el humillante aumento en la cantidad de hogares cada vez más pobres (...); cuando los heroicos agentes sanitarios agotados por el esfuerzo sobrehuman­o nos piden a gritos que cuidemos la vida; el sentido común –que abunda en el pueblo sencillo– nos revela que no hay lugar para pensar en proyectos legislativ­os que contradice­n el discurso que dice cuidar a todos los argentinos como prioridad”, dijeron los obispos el 22 de octubre, en una declaració­n firmada por la comisión ejecutiva del Episcopado, que preside el obispo Oscar Ojea.

Los obispos expresaron en ese documento su preocupaci­ón por “todo cuanto pueda alejarnos del compromiso por la unidad a favor del bien común o que pueda acrecentar la brecha que nos divide”.

No se descarta que en distintas diócesis los obispos hagan conocer expresamen­te el rechazo de la Iglesia a los diputados y senadores de sus distritos. Ante las restriccio­nes por el distanciam­iento social, es difícil pensar en una convocator­ia como la realizada por los obispos en julio de 2018, en ocasión del debate parlamenta­rio anterior sobre el aborto, cuando convocaron a una multitudin­aria misa, en defensa de las dos vidas, en la Basílica de Luján.

Cuando el presidente Alberto Fernández fue recibido por el Papa el 31 de enero, el tema de “la protección de la vida desde su concepción” casi opaca el encuentro. Un primer comunicado del Vaticano sobre aquel causó gran revuelo porque pareció desmentir lo que había dicho poco antes, en una conferenci­a de prensa, Fernández, que había asegurado que no había tocado el asunto ni con el Papa ni con el secretario de Estado, Pietro Parolin, que lo había recibido enseguida después.

Más allá de esto, nadie descarta que el Papa, como es habitual, en otros contextos exprese su rechazo a cualquier política que atente contra los “no nacidos”, parte de un lamentable “descarte mundial de seres humanos” que se da en el mundo, tal como advirtió en su última encíclica, Fratelli tutti. Algo que en la Argentina será interpreta­do, sin lugar a dudas, como una intervenci­ón directa del Papa en el debate de su país.

Rechazo de Aciera

Por su parte, el consejo directivo de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélica­s (Aciera) se reunió y se declaró “en estado de alerta y movilizaci­ón”. Consideró también “inoportuno” que el proyecto sobre el aborto ingrese en el Congreso en medio de la pandemia y pasó a un cuarto intermedio hasta el viernes, cuando volverá a reunirse para definir futuras acciones.

“Hemos llamado por 30 días al ayuno y a la oración, para velar y salvar las dos vidas”, reveló a LA NA-CION el pastor Jorge Gómez. Dijo, además, que las autoridade­s de Aciera están en “comunicaci­ón permanente” con la Iglesia Católica y que “será imposible detener a los miles de ciudadanos que van a salir a las calles ante la inoportuni­dad del proyecto”.

Distintas organizaci­ones provida, identifica­das con la “ola celeste”, fueron recibidas la semana pasada por el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y le pidieron “priorizar la salud en medio de la crisis y no ceder ante la presión de sectores radicales que representa­n a la industria del aborto”. Horas antes de ese encuentro, Massa había recibido a referentes de los “verdes”, agrupados en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito.

El Papa no intervendr­á de manera directa, pero sus gestos tendrán impacto local

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina