En la Iglesia temen que se promueva un debate exprés para derribar resistencias
El Papa delegará la pelea en los obispos, que piden no legalizar el aborto en medio de la pandemia y la crisis
No sorprendió en el Episcopado la decisión del Gobierno de enviar este mes al Congreso el proyecto para legalizar el aborto, con la intención de tratarlo en sesiones extraordinarias. De alguna manera, los obispos presentían esa posibilidad, al cuestionar hace dos semanas la oportunidad de avanzar con la iniciativa en medio de la pandemia del coronavirus, la crisis del sistema sanitario y el “humillante crecimiento de la pobreza”.
Por ese andarivel pasarán los argumentos de la Iglesia para oponerse al tratamiento del proyecto en el período de sesiones extraordinarias, cuyo envío al Congreso fue confirmado por la secretaria legal y técnica de la Presidencia, Vilma Ibarra.
Por su parte, el papa Francisco no se va a meter en forma directa en la discusión, sino que, como es praxis en estos casos, dejará que el tema sea tratado a nivel local, por los obispos. Eso pudo saber
de fuentes vaticanas que LA NACION recordaron que, más allá de que es totalmente conocida la posición del Papa en contra del aborto, el Pontífice no suele intervenir en asuntos internos que atañen a otros Estados, ya que sería una injerencia. Y que son los obispos del país quienes deben moverse.
Pero en este caso, tratándose de la Argentina, el país del Papa, por lo bajo en el Vaticano reconocen que sería un golpe tremendo que se legalizara el aborto. Una práctica que Francisco más de una vez condenó con palabras muy fuertes, incluso comparándola con “contratar a un sicario”.
Muchos obispos, según pudo saber LA NACION, temen que el Gobierno procure avanzar con un tratamiento exprés para evitar el desgaste de un debate prolongado.
“En este tiempo, cuando el ánimo de los argentinos se sobrepone a situaciones extremas con paciencia, ingenio y esperanza –aun ante la pérdida de seres queridos en las familias–; cuando padecemos el humillante aumento en la cantidad de hogares cada vez más pobres (...); cuando los heroicos agentes sanitarios agotados por el esfuerzo sobrehumano nos piden a gritos que cuidemos la vida; el sentido común –que abunda en el pueblo sencillo– nos revela que no hay lugar para pensar en proyectos legislativos que contradicen el discurso que dice cuidar a todos los argentinos como prioridad”, dijeron los obispos el 22 de octubre, en una declaración firmada por la comisión ejecutiva del Episcopado, que preside el obispo Oscar Ojea.
Los obispos expresaron en ese documento su preocupación por “todo cuanto pueda alejarnos del compromiso por la unidad a favor del bien común o que pueda acrecentar la brecha que nos divide”.
No se descarta que en distintas diócesis los obispos hagan conocer expresamente el rechazo de la Iglesia a los diputados y senadores de sus distritos. Ante las restricciones por el distanciamiento social, es difícil pensar en una convocatoria como la realizada por los obispos en julio de 2018, en ocasión del debate parlamentario anterior sobre el aborto, cuando convocaron a una multitudinaria misa, en defensa de las dos vidas, en la Basílica de Luján.
Cuando el presidente Alberto Fernández fue recibido por el Papa el 31 de enero, el tema de “la protección de la vida desde su concepción” casi opaca el encuentro. Un primer comunicado del Vaticano sobre aquel causó gran revuelo porque pareció desmentir lo que había dicho poco antes, en una conferencia de prensa, Fernández, que había asegurado que no había tocado el asunto ni con el Papa ni con el secretario de Estado, Pietro Parolin, que lo había recibido enseguida después.
Más allá de esto, nadie descarta que el Papa, como es habitual, en otros contextos exprese su rechazo a cualquier política que atente contra los “no nacidos”, parte de un lamentable “descarte mundial de seres humanos” que se da en el mundo, tal como advirtió en su última encíclica, Fratelli tutti. Algo que en la Argentina será interpretado, sin lugar a dudas, como una intervención directa del Papa en el debate de su país.
Rechazo de Aciera
Por su parte, el consejo directivo de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (Aciera) se reunió y se declaró “en estado de alerta y movilización”. Consideró también “inoportuno” que el proyecto sobre el aborto ingrese en el Congreso en medio de la pandemia y pasó a un cuarto intermedio hasta el viernes, cuando volverá a reunirse para definir futuras acciones.
“Hemos llamado por 30 días al ayuno y a la oración, para velar y salvar las dos vidas”, reveló a LA NA-CION el pastor Jorge Gómez. Dijo, además, que las autoridades de Aciera están en “comunicación permanente” con la Iglesia Católica y que “será imposible detener a los miles de ciudadanos que van a salir a las calles ante la inoportunidad del proyecto”.
Distintas organizaciones provida, identificadas con la “ola celeste”, fueron recibidas la semana pasada por el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y le pidieron “priorizar la salud en medio de la crisis y no ceder ante la presión de sectores radicales que representan a la industria del aborto”. Horas antes de ese encuentro, Massa había recibido a referentes de los “verdes”, agrupados en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito.
El Papa no intervendrá de manera directa, pero sus gestos tendrán impacto local