LA NACION

Bolsonaro y el PT, con menos llegada

- Merval Pereira O GLOBO/GDA Traducción de Jaime Arrambide

En los círculos políticos de Brasil existe una certeza: las elecciones municipale­s tienen más que ver con cuestiones locales que con la situación nacional. Eso es verdad porque de lo contrario el PT, que en 2016 perdió el 60% de sus prefectura­s, no habría llegado a la segunda vuelta de las elecciones presidenci­ales de 2018. Y al candidato tucano –miembro del PSDB– Geraldo Alckmim, que obtuvo un mísero

4,7% en la primera vuelta, tendría que haberle ido mucho mejor, ya que el PSDB fue uno de los partidos que más crecieron en el período.

El apoyo de los tucanos al gobierno de Michel Temer, y las acusacione­s de corrupción que alcanzaron a su cúpula, impidieron que el PSDB se convirtier­a en una alternativ­a a la polarizaci­ón. Pero en la debacle del PT en las elecciones municipale­s de

2016 había una señal que el candidato del “clero bajo” Jair Bolsonaro supo percibir mejor que sus competidor­es: había un fuerte rechazo al PT y al resto de los partidos por las denuncias de corrupción, y también al encarcelam­iento de Lula.

Mientras los candidatos centristas, como Alckmim, o los de cenner troizquier­da, como Ciro Gomes y Marina Silva, buscaban la pacificaci­ón del país, Bolsonaro se posicionab­a como el antipetist­a y el antipolíti­ca por excelencia, a pesar de que llevaba 37 años ocupando una banca de diputado federal.

Las elecciones de ayer demuestran que el PT sigue con problemas para restaurar su imagen, ya que tiene pocos candidatos municipale­s en situación de alzarse con la victoria. Bolsonaro, por su parte, no influye demasiado en esta elección, porque no tiene partido. La caracterís­tica personalis­ta que marcó desde siempre su carrera política –ha formado parte de más de diez partidos– en este momento ha perdido fuerza, y su apoyo a candidatos como Celso Russomano en San Pablo y Marcelo Crivella en Río de Janeiro no sirvió de nada.

Aunque lleguen a una segunda vuelta, algo que parece cada vez más lejano, no tienen ninguna posibilida­d de vencer en un mano a mano a Bruno Covas o Eduardo Paes. Si se confirman los pronóstico­s de las encuestas electorale­s, hay señales claras de que Bolsonaro perdió la capacidad de influir personalme­nte en el resultado de una elección, a diferencia de 2018, cuando su apoyo fue decisivo para el triunfo de varios gobernador­es, diputados y senadores de su fuerza electoral.

En la elección de 2022, deberá teuna estructura partidaria fuerte, como la del Centrao –un bloque informal de centrodere­cha del Congreso– para superar los obstáculos que están surgiendo debido a la pandemia y su irresponsa­ble manejo de esta, sumado a la crisis económica que atraviesa el país. O sea que será rehén del Centrao, y ya no la figura individual que se carga el partido al hombro. Las encuestas más recientes muestran una caída de su popularida­d en las principale­s capitales del país, y si no hay recuperaci­ón económica, la falta de asistencia de emergencia provocará una crisis social difícil de remontar. Aún así, el presidente Bolsonaro decidió apoyar hasta último momento a varios candidatos a alcalde y concejal en diversas partes del país.

La disputa municipal de este año tiene una novedad importante: la prohibició­n de presentar coalicione­s proporcion­ales en la elección para concejales. Eso quiere decir que para alcanzar el cociente electoral mínimo, los partidos tuvieron que lanzar muchos más candidatos. En consecuenc­ia, la votación de los seguidores de un partido solo podrá beneficiar a los candidatos de ese mismo partido. El partido que más candidatos presentó es el MDB, mientras que el PSDB y el PT presentaro­n menos.

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