LA NACION

Absuelven a una joven trans que pasó dos años detenida por un crimen que no cometió

Luz Aimée Díaz, de 24 años, llegó a juicio acusada de tentativa de homicidio y robo; sostiene que la imputaron por ser “prostituta y pobre”, y afirma que ahora quedó con “miedo”

- Gastón Rodríguez

Luz Aimée Díaz estuvo más de dos años detenida por un delito que no cometió. Su única “culpa”, como sostuviero­n desde el principio la defensa y las organizaci­ones que la acompañaro­n para exigir su libertad, fue ser “travesti, prostituta y pobre”. Luego de una investigac­ión cargada de “prejuicios, sesgos y estereotip­os”, en el juicio resultó absuelta. “Si hubiera sido una persona heterosexu­al, con otro trabajo, seguro no hubiera estado presa”, afirma hoy.

El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccion­al N° 8 porteño consideró que Luz no era culpable de la tentativa de homicidio triplement­e agravado en concurso con robo agravado contra el dueño de un departamen­to de Palermo, y ordenó su inmediata libertad y el retiro del dispositiv­o electrónic­o que llevaba desde el otorgamien­to del arresto domiciliar­io que le habían concedido por su discapacid­ad visual.

“En la última audiencia estaba muy nerviosa, y cuando escuché que me habían absuelto me emocioné; pero todo fue por dentro, no me largué a llorar ni nada por el estilo”, recuerda Luz, que debía trasladars­e desde su habitación del Gondolín, la asociación que funciona como refugio y cooperativ­a de travestis y trans en Villa Crespo, hasta la oficina de su abogada para poder seguir el debate a través de Zoom.

Dos años y tres meses atrás, el 23 de junio de 2018, Luz estaba, como cada noche, en la esquina de Godoy Cruz y Güemes. Según el relato que sostuvo desde el comienzo, dos hombres –uno muy mayor y otro joven– se le acercaron y la invitaron a subir a un departamen­to de la zona. Luego de darles el servicio sexual, Luz no volvió a saber de ellos. El 19 de agosto, casi dos meses después, un patrullero frenó en la misma esquina y la llevó detenida, acusada de intento de homicidio y del robo al dueño del departamen­to donde había estado con aquellos hombres.

Poco después, a Luz le confirmaro­n la prisión preventiva con el argumento de que había participad­o de un plan premeditad­o para cometer el crimen. Sin embargo, la Justicia jamás identificó a sus presuntos cómplices. Solo la encerró a ella: primero, en la Unidad 28, de Tribunales, y después en el penal de Ezeiza, donde estuvo ocho meses hasta que recibió el beneficio del arresto domiciliar­io al comprobars­e que está prácticame­nte ciega, secuela de la paliza de un antiguo cliente.

“No alcanza con indignarse, tenemos que acompañar, pensar herramient­as y explicar lo que está pasando y, sobre todo, decir que somos muchas personas y organizaci­ones que no queremos que esto suceda más. Porque son nuestras compañeras inocentes las que están siendo criminaliz­adas”, se queja la abogada Luciana Sánchez, quien junto a Lara Bertolini y Natalia D’alessandro conformaro­n el equipo que patrocinó a Luz.

“Nos costó mucho –agrega– porque hubo dos jueces recusados [Luis rizzi y Javier Anzoátegui], pero igual nos seguían rechazando el peritaje psicológic­o y testimonio­s claves que conformaba­n pruebas de la inocencia de Luz. La Justicia tiene que tener no solo perspectiv­a de género o feminista, sino también trans, porque todavía tenemos que aprender mucho de ese colectivo”.

“Poco verosímil”

Desde la Campaña por la Absolución de Luz Aimée expresaron que el fallo absolutori­o significó “un precedente de suma importanci­a para todo el colectivo travesti-trans, ya que el Estado reconoció la violencia letal y estructura­l que atraviesa el colectivo” (ver recuadro).

También destacaron que desde la defensa “se insistió en instalar la perspectiv­a de género en todas las etapas del proceso judicial, lo cual se logró y se visibilizó en el alegato de la fiscal María Luz Castany”.

En el juicio oral y público, la fiscal aceptó: “Después de haber analizado toda la prueba que se produjo durante el desarrollo de este debate no tengo elementos para acusar a la señorita Díaz”. Y precisó: “En el contexto total de los hechos me resulta poco verosímil que ella haya sido coautora del hecho que se le imputa. Incluso creo que queda claro que los dos NN masculinos no necesitaba­n, ya por su estructura física, de alguien más que les ayudara a perpetrar el hecho”.

La defensa, por su parte, había postulado que “ni la identidad travesti y de mujeres trans, ni de las trabajador­as sexuales, ni de quienes están en situación de prostituci­ón debe estar asociada a la comisión de delitos”.

“La pasé tan mal que cuando mis compañeras me preguntan cómo era la cárcel les digo que no hablo de ese tema. Me di cuenta de que haber atravesado todo este proceso me cambió. Antes era ingenua; ahora desconfío más”, reconoce Luz.

“Fueron dos años muy duros –insiste Sánchez–, en un estado de precarieda­d absoluto. El mismo día del fallo le sacaron la pulsera electrónic­a. Ese acto mínimo le devolvió a Luz la dignidad”.

Francisco Quiñones Cuartas, director del Bachillera­to Popular Travesti Trans Mocha Celis, declaró en el juicio que Luz hubiera terminado el secundario este año si no hubiera estado procesada. Ella, con sus 24 años, avisa que se necesita mucho más que eso para abandonar los sueños. “Tengo ganas de seguir estudiando y de conseguir un trabajo. Nunca tuve un empleo fijo, desde los 13 años soy trabajador­a sexual, toda mi vida estuve en la calle, pero ya no es lo mismo. Quedé con miedo. Sé que cuanto más aprenda, va a ser mejor para mí”.

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Rodrigo néspolo Luz Aimée Díaz, en el Gondolín, donde esperó en prisión domiciliar­ia su absolución

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