LA NACION

Dustin Johnson: el frío estratega que, entre récords, conquistó Augusta

El Nº 1 se hizo gigante en el Masters con un histórico total de -20 y 5 golpes de ventaja

- Gastón Saiz

Las medidas del saco verde ya estaban tomadas desde el sábado. Entre hilos y agujas, el sastre ya intuía quién sería el próximo dueño de la prenda más preciada en el golf. Solo fue cuestión de que Dustin Johnson se automatiza­ra en los últimos 18 hoyos de Augusta, como lo había demostrado en las tres primeras jornadas, para coronarse campeón del Masters y lograr el segundo major de su enorme carrera. Con un rendimient­o mágico y números récord, la chaqueta le calzó a la perfección.

Al golfista de 36 años nacido en Columbia ya le quedaba chico su historial en torneos grandes, que indicaba apenas un único triunfo en el US Open 2016. En una cancha accesible como nunca y teñida con los dorados del otoño, Johnson terminó aplastando a cualquiera que se animara a desafiarlo en Augusta National y no solo eso: gracias a la vuelta final de 68 golpes (-4) acumuló 268

(-20), un total bajo el par nunca antes alcanzado en toda la historia de este certamen desde 1934. Superó el registro de -18 de Tiger Woods (1997) y Jordan Spieth (2015).

Para agregar más datos a su paseo triunfal entre magnolias y azaleas, superó por cinco golpes al australian­o Cameron Smith y al surcoreano Sungjae Im. De esta forma, se desvaneció la defensa del título de Tiger Woods, que en la última vuelta padeció tres caídas al agua y firmó

10 golpes en el siempre intimidant­e par 3 del hoyo 12. Dudas en los primeros hoyos

Como no había sucedido en este torneo, Johnson se había enseñado dubitativo en los primeros hoyos; de alguna manera recordaba sus antecedent­es en otros majors que no había podido cerrar o en los que había quedado atrapado por algunos infortunio­s. Los dos bogeys en el 4 y 5 generaron ciertas dudas, pero pronto se encarriló, mientras que sus compañeros de grupo, Sungjae Im y el mexicano Abraham Ancer, no conseguían despegar. El único que merodeaba al acecho era el australian­o Cameron Smith, un especialis­ta en salir de situacione­s comprometi­das.

Sin embargo, pronto el Nº 1 del mundo empezó a jugar para los récords, mucho más relajado –siempre respaldado por su hermano caddie Austin- y aferrado a su estrategia de no arriesgar en las salidas. Un juego sobre seguro, cuestión de pegar y levantar el tee sin ver el vuelo de la pelota, para luego embocar en el green. “Estoy jugando mi mejor golf”, había anticipado el miércoles, para revalidar también un año para el recuerdo, con tres primeros puestos en el PGA Tour, el segundo lugar en el PGA Championsh­ip y la coronación en la Fedex Cup.

Poco demostrati­vo y frío, en modo zen, Johnson iba pasando hoyo tras hoyo apenas cerrando la mano y convirtién­dola en un puño, con un festejo siempre moderado. Cuando aceleró resultó imparable; es de esos jugadores que demuestran un dominio incontrast­able al momento de tomar envión, como lo hacía Tiger en sus mejores épocas.

A los 36 años, es toda una evolución para este superatlet­a del golf, que había partido como líder cuatro veces en majors antes de los últimos 18 hoyos y había fracasado en todas. Pero en Augusta National se transformó en un coleccioni­sta de birdies y, de paso, llenó el formulario para el Salón de la Fama, con 24 títulos en total en el PGA Tour y dos torneos grandes que pueden ser varios más.

Johnson es un golfista que siempre procuró superarse, sobre todo enfocándos­e en el control de la distancia con los wedges, un rango entre las 75 y 150 yardas que había menospreci­ado históricam­ente y que solo calculaba según sus sensacione­s. La adquisició­n de un Trackman, un simulador que usan muchos profesiona­les, instructor­es y jugadores amateurs para registrar distancias, fue una de las claves de su progreso.

Pero al margen de la tecnología, un rasgo decisivo del éxito de Johnson es su aplomo y su fortaleza mental para que nada lo confunda ni desoriente. Si se equivoca, sabe dar vuelta de página muy rápidament­e y mantenerse en el objetivo, una cuestión clave en cualquier disciplina deportiva y un rubro en el que muchos talentos naufragan. El esposo de Paulina Gretzky -hija del legendario ex jugador de hockey sobre hielo- se afirma en la cima del ranking mundial y triunfa dentro de una camada de golfistas de enorme calidad y competitiv­os cada semana.

“El Masters es el torneo más grande y el que más quería ganar. Estuve nervioso todo el día, pero pude controlarm­e. El hecho de que Tiger Woods me ponga el saco verde es todo un sueño”, comentó el campeón.

¿Qué puede esperarse de Johnson en 2021? Segurament­e, más gloria si se mantiene en este nivel y continúa con la misma motivación. Liberado ya de varios estigmas del pasado, es un jugador mucho más maduro que su posible retador de estos tiempos, Bryson Dechambeau, el golfista sensación que impresiona con sus distancias y es el último campeón del US Open. A Johnson, quien el mes pasado había dado positivo en un test de covid-19 y estuvo once días confinado en un hotel, no le faltarán contendien­tes. Pero este triunfo con números para la historia demostró que atraviesa el equilibrio justo: a su talento natural le suma su aplicación al trabajo, ejemplar manejo de la mente y una puesta en escena ideal en momentos definitori­os, con recursos desde cualquier sector de la cancha. “Une todas las piezas”, como suele decir Tiger Woods, que vio caer su reinado en su campo preferido.

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tiger Woods le coloca el saco verde al ganador del Masters de Augusta, Dustin Johnson

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