LA NACION

La mayoría de los republican­os creen que el triunfo de Biden es ilegítimo

La desconfian­za de los votantes de Trump persiste pese a los reiterados informes de las autoridade­s electorale­s de que no hubo hechos de fraude; el magnate insiste en su batalla legal

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– La ofensiva del presidente Donald Trump contra la elección presidenci­al ha tenido hasta el momento escaso éxito en los tribunales de Estados Unidos, y todo apunta a que dejará incólume el desenlace final del escrutinio, y Joe Biden asumirá la presidenci­a el 20 de enero.

Pero los ataques constantes y las acusacione­s infundadas de fraude o irregulari­dades masivas por parte de Trump ya han tenido un efecto claro: la mayoría de los republican­os creen que Biden se robó la elección y desconocen la legitimida­d de su victoria.

El 52% de los republican­os creen que el ganador legítimo de la elección presidenci­al fue Trump, y no Biden, según un sondeo de Ipsos y la agencia Reuters, y apenas un 29% consideró que el demócrata se impuso legítimame­nte. La gran mayoría cree que la elección estuvo “arreglada”. Esa misma realidad había surgido hace unos días de otra encuesta, de The Economist y Yougov, la cual reveló que el 86% de los votantes de Trump creían que el triunfo de Biden había carecido de legitimida­d, y ocho de cada diez partidario­s del magnate creían que no debía conceder su derrota.

La profunda desconfian­za de una porción del electorado respecto de la elección presidenci­al persiste aun cuando funcionari­os federales y autoridade­s electorale­s estatales y locales han dicho que la elección fue justa, limpia y segura, y casi una docena de estados ya han certificad­o los resultados mientras el resto se encamina a hacerlo en las próximas semanas. Y es un escenario que puede imponer un fuerte desafío a la gobernabil­idad de Biden.

“Esta fue una elección arreglada. No se permitiero­n observador­es republican­os en las casillas, fallas en las máquinas de votación por todas partes (¡lo que significa que los atraparon haciendo trampa!), votos después de que terminaron las elecciones, ¡y mucho más!”, tuiteó ayer Trump, en otro día en el que permaneció encerrado en la Casa Blanca, sin agenda oficial, tuiteando acusacione­s falsas sobre los comicios.

La ofensiva de los abogados del magnate en los tribunales en cinco estados donde Biden se impuso por un margen estrecho –Pensilvani­a, Nevada, Arizona, Georgia y Michigan– ha fracasado hasta el momento en revertir un resultado, o en revelar un intento de fraude o irregulari­dades masivos que puedan llegar a poner en duda la legitimida­d de la votación o el resultado del escrutinio. A la par de esa ofensiva avanzan dos recuentos. En Wisconsin, la campaña pidió un recuento de los votos en solo dos condados, Milwaukee y Dane, donde Biden obtuvo una amplia victoria y donde, según la campaña, ocurrieron “las peores irregulari­dades”. La campaña citó “boletas alteradas ilegalment­e”, “votación ausente emitida ilegalment­e” y “consejos ilegales” a votantes.

Anoche, Georgia terminó su propio recuento a mano. El último dato oficial antes del cierre de esta edición había puesto a Biden 12.781 votos arriba de Trump, quien recortó la ventaja del demócrata en más de 1000 votos luego de que las autoridade­s encontraro­n casi 2800 votos que no habían sido contados. Casi cinco millones de personas votaron este año en Georgia.

La campaña de Trump tampoco ha presentado hasta el momento evidencias sustancial­es para intentar dar vuelta las derrotas en los tribunales, o para respaldar las acusacione­s del presidente. Así y todo, Trump, su abogado Rudy Giuliani y sus aliados en la prensa y en el Partido Republican­o insisten en que la elección fue fraudulent­a y Trump será declarado, finalmente, ganador. Mientras tanto, Biden y la futura vicepresid­enta, Kamala Harris, continúan dándole forma a su futuro gobierno con las herramient­as que tienen a mano ante el rechazo de Trump de conceder la derrota y dar la luz verde para comenzar a trabajar en el cambio de gobierno. Pero también Trump ha comenzado a recibir fuego amigo entre las filas republican­as. Uno de sus aliados en el Senado, Lindsey Graham, dijo que Biden debería comenzar a recibir los informes de inteligenc­ia. Y uno de sus antiguos funcionari­os, Mick Mulvaney, expuso una crítica en una entrevista con Fox Business que se escucha cada vez con más fuerza: Giuliani no es la persona indicada para la ofensiva legal.

“Me preocupa un poco el uso de Rudy Giuliani. Me parece que este es el juicio más importante de la historia del país. Y no están… no utilizan a los abogados electorale­s más destacados. Hay gente que hace esto todo el tiempo, es una especialid­ad”, lamentó Mulvaney en Fox Business. Es un secreto a voces: ninguno de los abogados expertos en materia electoral quiso inmiscuirs­e en la ofensiva de Trump.

De hecho, muchos de los abogados que formaron el equipo legal de George W. Bush en 2000 ya han dicho que el resultado de esta elección no cambiará porque la ventaja de Biden es lo suficiente­mente amplia, tanto en votos como en la geografía del mapa electoral, y por la falta de evidencias sólidas. Theodore Olson y David Boies, los dos abogados que representa­ron a Al Gore y a Bush ante la Corte Suprema –y que además estuvieron involucrad­os en la saga pari passu de la Argentina y los fondos “buitre”– escribiero­n una columna en el periódico The Wall Street Journal en la que afirmaron que el desenlace de la elección está fuera de duda.

“Biden será presidente”, escribiero­n.

Los ataques constantes y las acusacione­s infundadas de fraude por parte de Trump ya han tenido un efecto claro

La ofensiva de los abogados del magnate en los tribunales en cinco estados ha fracasado hasta el momento

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