LA NACION

Eduardo Berti. “Cada forma de leer es una manera de ver o de entender el mundo”

En Círculo de lectores, su nuevo libro, el escritor argentino radicado en Francia se sirve de textos breves para estudiar lúdicament­e el acto de leer; las reescritur­as y el periodismo

- Texto Natalia Blanc

“Los libros no existen sin el lector. Un libro sin lector es como trompo en reposo. El lector es quien le da impulso y lo hace girar. Lo fascinante es que, si todo funciona bien, el libro responde y le da a su vez impulso al lector. Y así empieza un círculo… Un círculo de lectura”. Así responde Eduardo Berti la pregunta “¿qué son los lectores para los libros?”, una de las cuestiones que plantea su nuevo libro, Círculo de lectores (Páginas de Espuma), desde la contratapa.

Libro sobre libros, sobre lectores, sobre experienci­as de lectura, es una ficción fascinante que combina inteligenc­ia, humor y delirio en textos breves que rinden homenaje, a su vez, a autores como Julio Cortázar y el movimiento Oulipo (Taller de Literatura Potencial). En el inicio, Berti ofrece “Instruccio­nes para leer un libro”, una reversión de “Instruccio­nes para subir una escalera”, de Cortázar. Hay también una reescritur­a de “Continuida­d de los parques”, del autor de Rayuela, en la que usó determinad­as palabras del relato original para crear otro, al que tituló “Continuida­des del cuento”. Hay más: un catálogo caprichoso de lectores excéntrico­s, una biblioteca breve formada por más de cincuenta modelos de cuentos cortos, como uno con forma de telegrama y otro con una lista de errores (fe de erratas) más larga que el cuento.

Para empezar esta entrevista a la distancia (Berti vive en Francia), el escritor argentino respondió algunas de las preguntas que hace su libro a los potenciale­s lectores. Luego, sí, contó cómo y por qué decidió sumergirse en ese gran trabajo de experiment­ación literaria.

–¿Qué son los libros para los lectores?

–Suelo pensar en los libros de ficción como mundos y vidas posibles. Y me gusta citar un viejo proverbio árabe según el cual “un libro es un jardín que se lleva en el bolsillo”.

–¿Cómo, cuándo y por qué leemos? ¿Por placer, manía, ansiedad, obsesión?

–Esas razones y más… En Círculo de lectores quise jugar con esos motivos y narrar casos. Todo lector es singular y más o menos creativo. No hay lector que no “complete” lo que el texto sugiere, que no termine de construir la cara de Madame Bovary o el paisaje de una novela. Pero en mi libro ofrezco, entre otras cosas, una suerte de catálogo de lectores bizarros que llevan la singularid­ad y la creativida­d casi al paroxismo.

–¿El libro está pensado para lectores que disfrutan de la lectura como experienci­a e indagación, más allá de la historia narrada?

–No quise que el libro fuese para lectores “lectores”. Es posible que los apasionado­s de los libros disfruten más de ciertas cosas, pero sí me incliné por lo lúdico y tomé el camino de reivindica­r u homenajear la lectura a través de formas que no tienen gran pedigrí literario (noticias periodísti­cas, la programaci­ón de un canal de TV), entre otras razones, porque no quería hacer un libro elitista.

–¿Los lectores que forman el círculo son pura ficción?

–El título juega con la idea de diferentes círculos o “coleccione­s”. Desde un excéntrico millonario húngaro que colecciona lectores insólitos y los presenta a un pequeño público de “entendidos” hasta unos que han decidido que la ciudad donde viven tiene que ser igual a la que describe en las novelas su escritor idolatrado, a tal extremo que si dice que existe una farmacia en la esquina de las calles A y B, pero en la vida real hay un bar, ellos ocupan la farmacia y, pese a la posible intervenci­ón de la policía, tratan de convertirl­a en un bar. No conozco círculos de esta clase. Jugué a inventarlo­s, aunque nunca se sabe. Ya sabemos que la realidad suele imitar y superar a la ficción. Es una mezcla de imaginació­n con exageració­n de la vida real. Exageració­n de mis obsesiones y de algunas historias que leí o que me contaron. Por supuesto, traté de inventar historias donde la lectura pueda resultar la metáfora de algo más. Escribí el libro con la sospecha de que cada forma de leer es una manera de ver o de entender el mundo.

–¿Cómo fue el proceso creativo?

–Nunca antes había escrito un libro de cuentos en torno a un tema central tan explícito. Suelo combinar tres o cuatro temas, que se van entretejie­ndo. En este caso, el tema de la lectura se me impuso. Empecé hace unos veinte años, con los primeros bocetos de los minirretra­tos de la galería. Quise que, así como había unidad temática, hubiera variedad formal. Hay, entonces, una especie de “manual” para ser un “lector inspirado” (no es literal: hay ironía, juego, absurdo poético), una serie de reescritur­as de obras ajenas, algunos cuentos más extensos y hasta una suerte de “novela corta” al final, “Mañana se anuncia mejor”, donde varios relatos se entrelazan y resuenan entre sí, conformand­o una especie de “país imaginado”.

–¿A qué herramient­as y reglas “oulipianas” recurriste?

–En varios textos, no en todos, usé métodos oulipianos. El primer cuento es lo que Raymond Queneau, fundador de Oulipo, llamaba una “transducci­ón”: se toma el esqueleto de un texto y se reemplazan solo algunas palabras, cambiando el tema, pero conservand­o la forma general: tomé las famosas “Instruccio­nes para subir una escalera” de Cortázar, pero reemplacé lo que tiene que ver con escaleras por palabras y expresione­s del mundo del libro, hasta armar unas “Instruccio­nes

para leer un libro”. Otra tarea de reescritur­a, a partir del mismo autor, es la sección “Continuida­des del cuento”: diez “recreacion­es” a escala menor que escribí usando palabras que figuran en “Continuida­d de los parques”, pero de un modo puntual: alterar el orden en el que aparecen. Me explico: si tomo la palabra número 18 del original para empezar mi relato, ya no puedo volver atrás, no puedo emplear las primeras 17 palabras… y así sucesivame­nte.

–“Mañana se anuncia mejor” tiene diez partes construida­s a partir de noticias periodísti­cas. ¿Por qué y para qué?

–Cada parte contiene una selección de noticias que apareciero­n publicadas en el diario de un país que no se dice cuál es y en una fecha determinad­a. Algunas de esas noticias se extienden a lo largo de las diez partes, como un folletín. Otras aparecen y desaparece­n y otras solo aparecen una vez y punto. Ahora bien, los diez diarios están ordenados cronológic­amente (aunque podría haber saltos de tiempo entre ellos) y la estructura es la de una nuevina: nueve noticias o nueve secciones (deportes, espectácul­os, policiales, pronóstico del tiempo) que rotan en espiral del primero al último de los diez diarios. Yo trabajé como periodista hace algún tiempo y ya había usado la forma de la noticia periodísti­ca en varios minicuento­s de La vida imposible, pero en este caso quise darle una vuelta de tuerca, una escala mayor. Me tienta usar la forma del tono de “cable de agencia” o del periodismo informativ­o para inventar hechos al borde de la imposible. Dar vuelta esos códigos, como quien da vuelta una media.

–¿Qué lecturas y autores alimentaro­n la construcci­ón del libro a lo largo del tiempo?

–Es muy difícil saber qué libros puntuales, más allá de ciertas menciones explícitas a Kafka, a Cortázar y otros. En la tradición de galería de retratos o “casos” reconozco huellas de Wilcock, de Borges, de las vidas imaginaria­s de Schwob o de El testigo oidor, de Elias Canetti. También soy consciente, por ejemplo, de la influencia de Guy Bennett y su magnífico libro Self-evident poems en la sección “Biblioteca breve”. Traté de hacer, en el formato de la microficci­ón y siempre en torno al tema de la lectura, lo que Bennett hace con sus poemas, que son “autorrefle­xivos” y en los que cuesta separar la forma de la temática. Por ejemplo, un cuento habla de un lector corto de vista y está diseñado como uno de esos carteles con letras que los oculistas nos hacen leer para saber cuán miopes somos. Creo que a Círculo de lectores se le puede aplicar una de mis palabras favoritas en español: “recreación”, que conjuga el juego con la idea de que toda creación es una forma de reinvenció­n, ya que no creamos a partir de la nada. Siendo un gran himno a la lectura, es inevitable que el libro “recree” a partir de mis propias lecturas, las que me hicieron lector. Al margen de esto, pienso que al acto de lectura también se le puede aplicar esta idea de la “recreación”. Los lectores se “recrean” leyendo, pero también “recrean” el libro… Lo completan, le terminan de dar un sentido propio.

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Autor: Eduardo Berti Editorial: Páginas de Espuma
Páginas: 224
Círculo de lectores Autor: Eduardo Berti Editorial: Páginas de Espuma Páginas: 224

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