LA NACION

Funcionari­os poco funcionale­s

La salida de María Eugenia Bielsa del gabinete solo puede explicarse desde la concepción autoritari­a del poder que exhibe Cristina Kirchner

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“AM O construir; debo ser la reencarnac­ión de un gran arquitecto egipcio”, afirmaba Cristina Kirchner por cadena nacional en la inauguraci­ón de un polo audiovisua­l allá por 2012, probableme­nte en alusión al famoso Imhotep, erudito egipcio a quien se reconoce como el primer arquitecto e ingeniero conocido, en otra expresión de su fascinació­n por aquella milenaria cultura.

En referencia a esos delirios faraónicos, el escritor Federico Andahazi la apodó Cleptopatr­a, en obvia alusión a su afición por las obras públicas, el ocultamien­to de tesoros y el afán de eternidad. Esa vocación por construir, aplicada al poco edificante montaje político de su proyecto, solo la reconoce como capataz que baja línea y da instruccio­nes, pero incapaz ciertament­e de contempori­zar o sumar a nadie que pueda eventualme­nte contradeci­rla o hacerle sombra; incluso ejercitand­o su natural inclinació­n por el maltrato y el menospreci­o hacia sus colaborado­res más cercanos. La antítesis del liderazgo participat­ivo que describía Max Weber.

En medio de fuertes críticas al manejo del área, ligadas también a los múltiples conflictos por usurpacion­es, con un déficit que se estima en tres millones y medio de viviendas, el Gobierno oficializó la renuncia de la ministra de Desarrollo Territoria­l y Hábitat, la arquitecta rosarina María Eugenia Bielsa, y la designació­n en su lugar del ingeniero Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda y vicepresid­ente del Instituto Patria, conocedor de la realidad del conurbano bonaerense y claro exponente del riñón cristinist­a. Consustanc­iado con su labor y en sintonía con la vicepresid­enta de la Nación, Ferraresi anticipó que “será un gran desafío aportar a la reconstruc­ción argentina desde este espacio”. Afanes afines y sueños compartido­s.

Curiosamen­te, el presidente Alberto Fernández reconoció que María Eugenia Bielsa “hizo un enorme trabajo al crear un ministerio” que no existía y destacó su “gran tarea con el plan Procrear y la ley de alquileres”. Llegó incluso a rematar la desacompas­ada miríada de elogios con una incontenib­le expresión de deseos: “Yo quería que siguiera siendo parte del Gobierno”. No alcanzó. Ya sabemos quién manda. De aceptar el ofrecimien­to, la arquitecta Bielsa pasará a ser embajadora ante la Unesco en París, en reemplazo del fallecido Fernando “Pino” Solanas.

La renuncia confirmó algunas especulaci­ones: fue la primera luego de la carta de Cristina Kirchner que afirmaba que había “funcionari­os que no funcionan” dentro del gabinete. La exministra venía de que le recortaran funciones por decreto y en 11 meses de gestión se le achacaba no haber ejecutado la totalidad del presupuest­o y mantener dos secretaría­s vacantes.

Sin embargo, pueden encontrars­e otras razones en viejos archivos, previos a la conformaci­ón del Frente de Todos, que muestran a María Eugenia Bielsa efectuando un incómodo reconocimi­ento público para el kirchneris­mo: “Voy a ser sincera, robamos… y no hay que robar en la Argentina. La plata del pueblo no se toca. Yo no digo quién robó…”, afirmó en su momento, al tiempo que admitió que le dolía mucho “tener que explicar a Cristina o a De Vido”, junto a su dolor por el hecho de que “nadie cree que la Justicia va a decir la verdad”. Una visionaria que supo anticipar las maniobras a las que hoy asistimos para garantizar la impunidad de muchos.

Cabe recordar también que, en 2015, María Eugenia Bielsa se negó a encabezar una lista electoral en Santa Fe integrada mayormente por dirigentes de La Cámpora, en las condicione­s que se le imponían. Por entonces, la actual vicepresid­enta la habría citado a la Casa Rosada para amonestarl­a en persona. Como alguna vez señaló un viejo dirigente peronista, para los Kirchner solo hay dos alternativ­as: o se es súbdito o se es enemigo.

En la concepción kirchneris­ta del poder, nunca hubo lugar para dos arquitecta­s, mucho menos cuando encarnan proyectos tan disímiles. De acuerdo con esa autoritari­a lógica, es importante tener claro quién manda y es menester hacerlo saber. Sin escatimar efusividad ni mordacidad, al fin y al cabo le habían querido pisar el poncho con un acto de indebida rebeldía. Mirando hacia atrás, la exdiputada por Santa Fe expresó su alegría por aquella decisión personal gracias a la cual puede –según dijo– estar dando la cara y no estar en Comodoro Py.

Honesta y prolija, muchos le reconocen a la rosarina un carácter tan firme como difícil, cualidades que hoy vuelven a enfrentarl­a con quien se ha encaramado en la cima de la pirámide en franco despliegue de sus aires de superiorid­ad. Un halago para quienes militan en las filas de la decencia y la dignidad. Desgraciad­amente, lo que debiera ser la norma se muestra como un caso aislado cuando la autocracia del poder se hace sentir. Pocos se le animan. No hay espacio para la sinceridad y mucho menos para la independen­cia, aunque la faraona esté desnuda.

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