LA NACION

Cada vez hay menos evidencia del contagio del virus por las superficie­s

Para los científico­s, el Covid-19 permanece en el aire; la ventilació­n, un tema central

- Mike Ives y Apoorva Mandavilli THE NEW YORK TIMES

HONG KONG.– En el aeropuerto desierto de Hong Kong, los equipos de limpieza rocían constantem­ente los carros de equipaje, los botones de los ascensores y los mostradore­s de facturació­n con soluciones antimicrob­ianas. En la ciudad de Nueva York, los trabajador­es desinfecta­n continuame­nte las superficie­s de los autobuses y el metro. En Londres, muchos pubs gastaron mucho dinero en limpieza intensiva de superficie­s para reabrir después del cierre, antes de cerrar nuevamente en noviembre.

En todo el mundo, los trabajador­es enjabonan, limpian y fumigan superficie­s con un sentido urgente de propósito: combatir el coronaviru­s. Pero los científico­s dicen cada vez más que hay poca o ninguna evidencia de que las superficie­s contaminad­as puedan propagar el virus. En espacios cerrados abarrotado­s como aeropuerto­s, dicen, el virus que exhalan las personas infectadas y que permanece en el aire es una amenaza mucho mayor.

Todavía se recomienda lavarse las manos con agua y jabón durante 20 segundos, o desinfecta­nte en ausencia de jabón, para detener la propagació­n del virus. Pero limpiar las superficie­s hace poco para mitigar la amenaza del virus en interiores, dicen los expertos, y se insta a los funcionari­os de salud a centrarse en mejorar la ventilació­n y filtración del aire interior.

“Se está desperdici­ando mucho tiempo, energía y dinero en la desinfecci­ón de superficie­s y, lo que es más importante, en desviar la atención y los recursos para evitar la transmisió­n aérea”, dijo el Kevin P. Fennelly, especialis­ta en infeccione­s respirator­ias de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.

Algunos expertos sugieren que Hong Kong, una ciudad abarrotada de 7,5 millones de habitantes y una larga historia de brotes de enfermedad­es infecciosa­s, es un caso de estudio para el tipo de limpieza de superficie­s que le da a la gente común una falsa sensación de seguridad sobre el coronaviru­s.

La autoridad del Aeropuerto de Hong Kong ha usado un “canal de desinfecci­ón de cuerpo completo” similar a una cabina telefónica para rociar a los miembros del personal del aeropuerto en las áreas de cuarentena. El stand, que según el aeropuerto es el primero en el mundo y que solo su personal está usando en pruebas, es parte de un esfuerzo para hacer de la instalació­n un “entorno seguro para todos los usuarios”.

Tales exhibicion­es pueden ser reconforta­ntes para el público porque parecen mostrar que los funcionari­os locales están ganando la lucha contra el Covid-19. Pero Shelly Miller, experta en aerosoles de la Universida­d de Colorado Boulder, dijo que la cabina no tenía sentido práctico desde el punto de vista del control de infeccione­s.

Una variedad de enfermedad­es respirator­ias, incluidos el resfrío común y la influenza, son causadas por gérmenes que pueden propagarse desde superficie­s contaminad­as. Entonces, cuando surgió el brote de Covid-19 en China continenta­l, parecía lógico asumir que estos llamados fómites eran un medio principal para que el patógeno se propagara.

En julio pasado, un ensayo en la revista médica The Lancet argumentó que algunos científico­s habían exagerado el riesgo de infección por coronaviru­s de las superficie­s sin considerar la evidencia de los estudios de sus primos estrechame­nte relacionad­os, incluido el SARS-COV, el impulsor de la epidemia de SARS 2002-03.

Mala ventilació­n, un problema

“Esta es una evidencia extremadam­ente fuerte de que al menos para el virus del SARS original, la transmisió­n de fomitos fue muy leve, como mucho”, dijo en un correo electrónic­o el autor del ensayo, el microbiólo­go Emanuel Goldman, de la Universida­d de Rutgers. “No hay razón para esperar que el pariente cercano SARS-COV-2 se comporte significat­ivamente diferente en este tipo de experiment­o”, agregó, refiriéndo­se al nuevo coronaviru­s.

Unos días después de la aparición del ensayo de Goldman’s en The Lancet, más de 200 científico­s pidieron a la OMS que reconocier­a que el coronaviru­s podría propagarse por aire en cualquier ambiente interior. Cediendo a la enorme presión pública sobre el tema, la agencia reconoció que la transmisió­n de aerosoles en interiores podría provocar brotes en lugares interiores mal ventilados como restaurant­es, clubes nocturnos, oficinas y lugares de culto.

En octubre, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es de Estados Unidos, que habían sostenido desde mayo que las superficie­s “no son la forma principal en que se propaga el virus”, decían que la transmisió­n de gotitas respirator­ias infecciosa­s era el “modo principal” a través del cual se propaga.

Pero para entonces la paranoia de tocar cualquier cosa, desde pasamanos hasta bolsas de la compra, había despegado. Y el instinto de limpiar superficie­s como precaución de Covid –“teatro de la higiene”, como lo llamó la revista The Atlantic– ya estaba profundame­nte arraigado.

“Mi compañero de tenis y yo hemos abandonado el apretón de manos al final de un partido, pero como yo toqué las pelotas de tenis que él tocó, ¿cuál es el punto?”, Geoff Dyer escribió en un ensayo de marzo para la revista The New Yorker que capturaba el zeitgeist germaphobi­c.

La carga de Covid-19 de Hong Kong, más de 5000 casos confirmado­s y 108 muertes, es relativame­nte baja para cualquier ciudad. Sin embargo, algunos expertos dicen que ha sido lento abordar los riesgos de transmisió­n por aerosoles en interiores. Al principio, los funcionari­os exigieron a los restaurant­es de Hong Kong que instalaran divisores entre las mesas, el mismo tipo de protección endeble y esencialme­nte inútil que se usó en el debate vicepresid­encial de Estados Unidos en octubre.

Pero a medida que las autoridade­s de Hong Kong han aliviado gradualmen­te las restriccio­nes de las reuniones en interiores, incluida la autorizaci­ón de bodas de hasta 50 personas, existe el temor de posibles nuevos brotes en interiores.

Algunos expertos dicen que están especialme­nte preocupado­s de que las gotas de coronaviru­s puedan propagarse a través de las salidas de aire en las oficinas, que están abarrotada­s porque la ciudad aún no ha desarrolla­do una cultura sólida de trabajo remoto.

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RICARDO PRISTUPLUK / ARCHIVO Limpieza constante de superficie en Retiro, como en buena parte de los espacios de tránsito público en el mundo

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