El barrio, entre la pasión y las dudas por el cambio

“En esa esquina, había un bar; ahora hay un banco. En esa otra, había una cafetería; ahora hay un lavadero de autos. Cuando se fue San Lorenzo, esta zona de Boedo dejó de ser un barrio y se convirtió en un lugar de paso”, comenta Jorge Silva, de 48 años, en la esquina de la avenida La Plata y Balbastro, a metros del predio al que posiblemente vuelva San Lorenzo. A una cuadra, sobre la calle Avelino Díaz, unos 10 hinchas con la camiseta del club puesta toman cerveza y festejan el avance en la Legislatura porteña. Para ellos, fue un día de fiesta.

Para muchos vecinos, la vuelta del club implicaría una mejora en la realidad social, cultural y edilicia del barrio. Otros temen que produzca inseguridad y bullicio.

“Vivir cerca de un estadio tiene mala fama, pero la realidad es que los partidos se juegan solo dos veces al mes. El resto de los días, va a ser un club como cualquier otro. Creo que tenerlo cerca le va a hacer muy bien al barrio”, opina Matías Cervelo,

de 28 años, desde el mostrador de su pollería, a media cuadra del predio. El joven vive desde que nació en Boedo, pero por su edad no llegó a conocer la sede original de San Lorenzo, club del que es hincha. “Todo lo que sé lo sé por mis papás y mi abuelo, que lo extrañan mucho”, explica.

A Germán, de 47 años, también vecino de la zona desde que nació, la posible vuelta de San Lorenzo le inspira nostalgia. “Yo iba a la colonia de vacaciones del club e iba todos los viernes con mi papá. Ahí no solo se jugaba al fútbol. Había todo tipo de actividades y deportes. En el club se vivía, se formaban parejas, amigos; era el centro social del barrio”, recuerda.

“Prefería tener cerca el supermercado [funcionó un Carrefour en el predio] –dice Graciela, de 40 años, empleada pública–. La semana pasada, los hinchas hicieron una marcha y ruido hasta tarde. Quiero que el barrio se mantenga tranquilo”.