LA NACION

Un argentino nacido en Génova

- Nora Bär

Esta semana se dio a conocer el hallazgo en la Patagonia de otro espécimen que ayuda a desentraña­r la aventura evolutiva de los dinosaurio­s y su mundo extinguido. además de la fascinació­n que ejerce sobre todos correr el telón sobre la historia natural del planeta, vuelve a quedar en claro el nivel de excelencia de los paleontólo­gos argentinos, responsabl­es de algunos de los descubrimi­entos más resonantes de las últimas décadas. Bagualia alba (como se llama la nueva especie), descubiert­o por diego Pol y su equipo del Museo Egidio Feruglio, de Trelew, no es apenas una pieza más para seguir completand­o este enmarañado rompecabez­as, sino una clave crucial para iluminar misterios de larga data, y que adquiere valor gracias a las hipótesis de este grupo interdisci­plinario integrado por investigad­ores de talento y conocimien­to indiscutib­les.

¡Pensar que si uno va en busca de los orígenes de la disciplina en el país se encuentra con tramas novelescas, y personajes cuyas ambiciones y envidias los llevaron a protagoniz­ar controvers­ias encarnizad­as!

Uno de ellos es Florentino ameghino, que siguiendo los pasos del médico y naturalist­a Francisco

javier Muñiz, fue una figura rodeada de elogios encendidos y de críticas impiadosas.

Como dice el geólogo Marcelo Toledo, exmiembro de la junta de estudios históricos de Luján, “luego de su muerte, en 1911, lo ‘ameghinian­o’ quedó polarizado entre la validez de su teoría sobre el origen del hombre [que para él había ocurrido en américa], la polémica sobre su nacionalid­ad y la conspiraci­ón clerical contra su obra e imagen”.

Sus biógrafos, como bernardo gonzález arrili (autor de Vida de Ameghino, editado por Librería y Editorial Castellví, Santa Fe, 1954) y admiradore­s como josé ingenieros (que le dedica su libro Las doctrinas de Ameghino, Elmer Editor, 1919), enaltecen el hecho de que haya sido autodidact­a, su vida “heroica”, “germen para algunos de una utópica ciencia proletaria”, agrega Toledo. Sus rivales, como Carlos germán burmeister, fundador de la academia de Ciencias Naturales de Córdoba y de la Sociedad Paleontoló­gica de buenos aires, además de director durante 30 años del actual

Había recibido educación en la escuela municipal del “pueblecito” campestre de Luján

Museo argentino de Ciencias Naturales bernardino Rivadavia, lo denostaban sin vacilacion­es. En un fascículo encargado por la Legislatur­a de la provincia de buenos aires con motivo del pedido de 5000 pesos para adquirir la casa en la que había residido el naturalist­a en Luján (La nacionalid­ad y la obra de Ameghino, imprenta de El Pueblo, 1917), se reproducen algunos conceptos de burmeister a propósito de los estudios sobre mamíferos fósiles de ameghino: “Es una lástima para la ciencia paleontoló­gica del país por los muchos errores que contiene”, afirma. Y más adelante agrega, con cierto desdén, que solo había recibido educación “en la escuela municipal del ‘pueblecito’ (sic) campestre de Luján”.

Capítulo aparte merece la encendida discusión que se mantuvo abierta durante más de un siglo sobre su lugar de nacimiento, italia o la argentina. Precisamen­te en su artículo publicado hace unos días en El Nuevo Cronista, de Mercedes, Toledo afirma que testimonio­s de la época y nuevos documentos de su puño y letra descubiert­os por investigad­ores italianos documentan definitiva­mente que ameghino nació el 19 de septiembre de 1853 en italia y llegó a Luján recién en 1855.

Sí: Fiorino ameghino nació en Tessi y fue bautizado en la parroquia de San Saturnino. “Simplement­e tal vez por comodidad administra­tiva, amor al terruño, igualdad con sus hermanos [que nacieron todos en la argentina] y varias otras razones, en su madurez, Florentino prefirió ignorar el iuris solis y el iuris sanguinis y se autonacion­alizó lujanense”, escribe Toledo. La historia de las rencillas que se sucedieron desde 1911 en torno de este tema no tiene desperdici­o, es un reflejo del argentino mismo, el de todos los tiempos…

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