LA NACION

Previa de contraste p. 2

En la antesala de los regresos de Boca y river a la copa Libertador­es, los xeneizes cayeron ante Lanús (2-1) y los millonario­s vencieron a Banfield (2-0)

- Franco Tossi

Boca no podía darse el lujo de relajarse y viajar mentalment­e cinco días antes a Porto Alegre, donde el miércoles enfrentará a Inter por la ida de los octavos de final de la Copa libertador­es. Y lanús no era un rival de paso: debía superarlo en la Bombonera para no empezar a tener problemas con la clasificac­ión a la zona Campeonato. Pero así como los ojos se abrían cada vez más ante una racha invicta, ahora también genera una enorme sorpresa cómo perdió la brújula en el momento menos oportuno: cayó 2-1, segunda derrota seguida y como local, y se le viene Inter... la reacción en el segundo tiempo, con los ingresos de Cardona y Capaldo, no le alcanzó para revertir el resultado. Y terminó con siete futbolista­s amonestado­s, otro síntoma de que –cuando las cosas no le salen– los nervios ganan terreno. No hay que olvidar que en la derrota anterior con Talleres fueron expulsados Izquierdoz y obando.

Russo buscó darle minutos a ciertos futbolista­s. Y el foco fue la vuelta de Mauro Zárate: 299 días debieron transcurri­r –pandemia de por medio– para que volviera a estar entre los once. Extraño, justamente, por la historia compartida: fue su DT en Vélez y terminaron ganando el Clausura 2005. Sin embargo, hasta el momento, Russo no pudo disfrutar del Zárate desequilib­rante, el de la buena pegada, el de los goles.

Aquel partido ante Independie­nte que reinició la Superliga pasada (0-0) tuvo al 9 por única vez como titular. Durante el segundo tiempo se desgarró el gemelo derecho y no sólo salió del equipo durante la recuperaci­ón sino que la estructura ofensiva ya se armó sin él. Y le costó encontrar su lugar: cinco meses de parate, el técnico optó por el equipo campeón para reanudar la competenci­a y sufrió un nuevo desgarro (en el isquiotibi­al izquierdo) poco antes de comenzar la Copa liga Profesiona­l.

El encuentro frente al Granate era su gran oportunida­d de regresar. Nada mejor que poder mostrarse pocos días antes de una serie de libertador­es, la competició­n en la que Russo quiere tener a todos a disposició­n y en buen estado futbolísti­co para poder dar pelea. Encima, con las dudas que existen en ataque: a medida que pasan los partidos, Soldano y Ábila no conforman del todo, más allá de que el último ayer hizo el descuento.

Por lo visto en los últimos parrante tidos, si Miguel Russo tuviera que elegir un compañero de Tevez para enfrentar a los brasileños, no tocaría demasiado lo que venía trabajando. o bien mantiene a un Soldano que sólo hizo dos goles en 23 encuentros oficiales o apuesta, como frente a Newell’s, al ingreso de Cardona como enganche y la soledad de Tevez de ‘9’. Porque si esperaba algo diferente con la reaparició­n de Zárate, se habrá quedado preocupado.

Claro está que toda la estructura fue apática, pero la expectativ­a puesta sobre el ex hombre de Vélez era muy grande. Con Zárate en acción, la sensación de vacío ofensivo no se alteró. Dueño de la pelota parada hasta el ingreso de Cardona, todas las ejecucione­s que se desprendie­ron de su diestra quedaron cortas o encontraro­n siempre un despeje del visitante.

En varias ocasiones simuló infraccion­es que Facundo Tello no

y las veces que intentó pivotear no aportó nada interesant­e, además de haber perdido varias pelotas. lo único rescatable del primer tiempo fue un zurdazo de media distancia, acaso una zona en la que Russo no quiere ver a Zárate.

Sin embargo, ni siquiera en esos momentos estuvo fino. A los 7 minutos del segundo tiempo, cuando Boca empezó a ser algo más protagonis­ta obligado por los dos goles que orsini le convirtió en la primera parte, recibió con tiempo y espacio en el área: tenía dos opciones de pase, pero decidió hacer la individual y la perdió. Encima, en la jugada anterior se ganó la amonestaci­ón.

lanús sorprendió con el esquema con cuatro delanteros (De la Vega, orsini, Sand y Acosta) y golpeó en los momentos justos. Zárate no ganó su partido personal tampoco: terminó sumándose a las preocupaci­ones en el ataque: su actuación no le da demasiado optimismo y termina siendo parte de este Boca que, de repente, pasó de ser invencible a sufrir dos caídas consecutiv­as en las que recibió tres goles (antes sólo le habían convertido 4 en 16 partidos). Un escenario para el alerta, justo antes de toparse con el desafío continenta­l.

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