LA NACION

El gran director Ricardo Bartís convirtió a su Sportivo Teatral en un magnífico vivero.

El gran director llenó a su Sportivo Teatral de “otro” tipo de vida

- Jazmín Carbonell

Para todos aquellos que hayan entrado al Sportivo Teatral, la sala y escuela de teatro que Ricardo Bartís fundó allá por los años 80, no les extrañará esta transforma­ción. Las plantas fueron copando la parada casi hasta el punto de de ganarle el espacio al teatro. En estos siete meses durísimos de salas teatrales cerradas y de futuro incierto para la actividad, la vegetación se volvió la dueña indiscutid­a y con esta energía avasallant­e sumado al tiempo imposible para el teatro, Bartís junto a su equipo de trabajo, empezaron a armar este nuevo emprendimi­ento: Teatro Botánico.

La situación para las salas independie­ntes es trágica. Los costos de mantenimie­nto se vuelven imposibles y si en esos primeros meses de estupor se pudieron disponer de los subsidios de este año sumados a los ahorros de algunos de sus dueños, la situación se volvió insostenib­le cuando se extendió a tal punto la paralizaci­ón de la actividad teatral. Por eso la reinvenció­n. Por eso la creativida­d para poder mantener en pie estos espacios que no solo son teatros sino espacios de formación y de experiment­ación. La clave tal vez para que el teatro porteño tenga semejante impronta.

“El Sportivo está cerrado desde el 15 de marzo debido a la pandemia –cuenta Bartís–. Mantener este lugar tiene un costo enorme. Durante los primeros dos meses pensamos que podíamos aguantar, utilizamos el dinero que nos venía de los subsidios para que la gente que trabaja dando clases en el estudio pudieran sobrevivir y lo mismo con las personas que están vinculadas al trabajo dentro del lugar. El mantenimie­nto del estudio lo realiza Hernán Melazzi que es un actor que ha trabajado conmigo dentro del Sportivo, además de un amigo, una persona muy querida y de mucha confianza. Con él nos veníamos preguntand­o cómo íbamos a hacer para pagar todas las cuentas cada vez que llegaban. Los servicios son carísimos por el barrio –pleno Palermo– y todo el tiempo nos aparecía la idea de poner un vivero. Es muy querido para nosotros el tema de las plantas tanto en la terraza como en el patio y se le ha otorgado siempre un rango protagonis­ta dentro de nuestro espacio”.

Melazzi además de ser un gran actor, hace dos años estudia jardinería y las pasiones con el maestro entonces se duplicaron. ¿Por qué entonces no conjugar plantas y teatro, en el Sportivo Teatral? A ambos se sumó Lorena Regueiro, productora desde hace más de quince años de distintos proyectos dentro del Sportivo. “El estudio es bellísimo: el lugar, las plantas, las flores. Pero es muy triste verlo vacío. Así que empezamos a pensar en esta idea, convertir al Sportivo en un vivero como forma no solo de subsistenc­ia económica sino también para darle vitalidad al espacio”, cuenta Bartís y agrega que previa cita se pueden comprar allí plantines, plantas de huerta, de estación, aromáticas. Se puede buscar Teatro Botánico en las redes y colaborar con esta causa para sostener la cultura y para evitar que la pandemia se lleve parte de ella.

Ricardo Bartís, autor y director de obras emblemátic­as como Postales argentinas, El pecado que no se puede nombrar, Donde más duele, De mal en peor, La pesca, por citar solo algunas, estaba a punto de estrenar La gesta heroica, su propia versión de Rey Lear, de Shakespear­e, en marzo, en el Cervantes. “Al teatro lo veo con mucha preocupaci­ón. Entiendo que hasta que no se produzca una transforma­ción sustantiva a través de la vacuna o algo por el estilo, el teatro va a estar rengo, en una situación de mucha dificultad, muy compleja. Porque la situación protocolar y las distancias arrastran esos problemas a la escena. Tengo tristeza, una enorme tristeza y a la espera de cuándo podremos mostrar nuestra obra”.

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Santiago filipuzzi Bartís, en su espacio

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