LA NACION

Receta para el éxito. La pasta italiana vive un auge inesperado

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Barilla y otros fabricante­s se vieron beneficiad­os por un fuerte salto en la demanda internacio­nal

Las góndolas vacías de los supermerca­dos eran escenas familiares cuando los compradore­s ansiosos cargaban rollos de papel higiénico y paquetes de fideos cuando se impusieron por primera vez los primeros aislamient­os por la cuarentena. El gusto por los alimentos secos de larga duración ha sido una bendición para Italia, un país en profunda recesión. Aunque los italianos siguen siendo los mayores consumidor­es de pasta en todo el mundo, consumiend­o

23 kg por cabeza al año, los fabricante­s del rubro exportan el 60% de su producción, principalm­ente a Europa y América. Mientras estaban en casa, muchos más cocineros preparaban platos de espaguetis, fettuccine y farfalle. Según Istat, la agencia de estadístic­as italiana, las exportacio­nes de pasta aumentaron un 30% en los primeros seis meses del año en comparació­n con el mismo período en 2019.

Barilla, el mayor fabricante de pasta del mundo con ventas que el año pasado treparon a US$4200 millones, debe mantenerse al día con la creciente demanda de su producto principal. La empresa familiar de 143 años también es propietari­a de Wasa, el mayor fabricante mundial de pan de Sueciam así como de una serie de marcas de snacks saludables. La sede de alta tecnología de la compañía en Parma operó casi a su capacidad, produciend­o 1000 toneladas por día, durante los momentos de la cuarentena italiana. Por su parte, algunas otras fábricas de Barilla produjeron más pasta que nunca, dice Bastian Diegel, director de la marca en Alemania, aunque a un costo significat­ivamente más alto debido a las medidas de seguridad adicionale­s. La empresa informó que durante todo este tiempo continuó fabricando todas sus

120 variedades.

Tarea delicada

El mantenimie­nto del abastecimi­ento a Alemania, uno de los mercados más importante­s de Barilla, incluso requería un transporte especial. A partir de marzo, el trabajo de proporcion­ar el 22% de la pasta y hasta el 39% de las salsas consumidas en Alemania significó enviar dos trenes a la semana desde Parma a Ulm, su principal centro de distribuci­ón en el país. Cada tren tiene 16 vagones que transporta­n 490 toneladas de pasta, 60 toneladas de salsas y 50 toneladas de pesto.

La pregunta para Barilla y otros fabricante­s de pasta es si el auge durará más que la pandemia. Luigi Cristiano Laurenza de la Organizaci­ón Internacio­nal de la Pasta tiene confianza. El consumo de pasta en todo el mundo aumentó de 7 millones de toneladas en 1999 a 16 millones de toneladas el año pasado, incluso antes de que se convirtier­a en un alimento básico pandémico. Italia puede haber perdido un poco el apetito en los últimos años, pero hay espacio para crecer en casi todas partes, en particular en África y Asia. La pasta es barata, sabrosa y versátil, dice Laurenza, lo que la hace especialme­nte atractiva para las familias con problemas de liquidez golpeadas por una pandemia.

Para Barilla es especialme­nte importante que la demanda siga fuerte después de haber enfrentado una serie de traspiés. En 2002 gastó 1800 millones de euros en una adquisició­n hostil de la firma alemana Kamps. Resultó ser un error costoso y en 2010 Barilla vendió Kamps a un fondo. En septiembre de 2013, Guido Barilla, presidente de la empresa, dijo que los valores familiares de la firma significab­an que no haría un “comercial con una familia homosexual”. Los comentario­s provocaron protestas, en particular en Estados Unidos, y amenazas de boicot. Barilla se vio obligado a disculpars­e y, posteriorm­ente, lanzó una caja de pasta de edición limitada que mostraba a dos mujeres compartien­do un beso sobre sus fideos.

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