LA NACION

Los riesgos del proyecto previsiona­l

El economista Rafael Rofman, investigad­or del Cippec, analiza la propuesta oficial de movilidad.

- por Silvia Stang

Es licenciado en Economía por la Universida­d de Buenos Aires, magister en Demografía Social por la Universida­d Nacional de Luján y PHD en Demografía por la Universida­d de California, Berkeley, Estados Unidos. Fue asesor y consultor de gobiernos de la Argentina y de países de América Latina, Europa y Asia. Entre 2002 y mediados de este año se desempeñó en el Banco Mundial, donde, entre otros roles, tuvo el de especialis­ta líder en Protección Social para América Latina. Es investigad­or principal de Desarrollo Económico y Protección Social en el Cippec Tratar de arreglar los temas fiscales con la movilidad jubilatori­a no es un camino adecuado. En todo caso, habría que debatir íntegramen­te el sistema previsiona­l de la Argentina y definir, entre otras cosas, cuánto se les quiere y se les puede pagar a los jubilados, porque el mecanismo de actualizac­ión existe para que los haberes mantengan su valor a lo largo del tiempo y, eventualme­nte, para que se comparta algo de las ganancias de productivi­dad, si las hay. Esas son algunas de las considerac­iones que compartió, en una charla con la na

cion, el economista Rafael Rofman. Recienteme­nte llegado al Centro de Implementa­ción de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimient­o (Cippec), como investigad­or principal de Desarrollo Económico y Protección Social, Rofman considera que la discusión previsiona­l se da en la Argentina de una manera muy caótica y dominada por debates ideológico­s y de corto plazo. “Hay que tratar de correrse un poquito de eso”, afirma quien trabajó durante 18 años en el Banco Mundial, también como especialis­ta en temas de seguridad social. Y cuenta que el proyecto que lidera en el Cippec busca identifica­r los temas críticos en materia previsiona­l y elaborar documentos que ordenen ideas para el debate y señalen efectos de cada posible política. Y ejemplific­a: “Si querés dar movilidad por recaudació­n, no esperes que no haya una alta volatilida­d”.

–¿Qué otros efectos tendría la fórmula de movilidad jubilatori­a que propone el Gobierno?

–Hay cosas complicada­s en la propuesta. En principio, es un problema que la discusión esté muy dominada por el corto plazo. La razón por la cual las jubilacion­es tienen movilidad es que quienes entran al sistema previsiona­l reciben un beneficio hasta que se mueren; entonces, hay que decirles que si al principio pueden comprar con la jubilación 10 kilos de asado (para graficarlo de alguna manera), más o menos siempre van a poder comprar 10 kilos de asado. Para eso es necesario considerar los precios, no hay con qué darle. Después, hay buenos argumentos para decir que en economías sanas, la productivi­dad y la economía crecen y la gente va pudiendo comprar más kilos de asado a lo largo de su vida; entonces, está el objetivo de dar un poco más; eso lo hago, por ejemplo, consideran­do los salarios o, como se hace en países como Portugal, consideran­do lo que pasa con el PBI. La mayoría de los países mezcla precios y salarios para las actualizac­iones. Los precios garantizan un piso y, como supongo que los salarios reales van a ir creciendo, al incluirlos se da algo de la productivi­dad que gana la economía.

–Acá se propone considerar la recaudació­n de los recursos tributario­s que van a la Anses.

–Meterte con la recaudació­n es complicado. Se podría decir que hay un argumento parecido al de los salarios, porque si la economía crece y hay más productivi­dad, se recauda más. Pero, en primer lugar, la recaudació­n es mucho más volátil que otras variables. Cuando la economía anda mal, la gente deja de pagar impuestos, y cuando mejora, la gente paga lo atrasado; eso genera efectos raros, cuando el objetivo es que la gente pueda comprar cada mes los

10 kilos de asado o, a lo mejor, 11 el año que viene, pero no un día 15 y otro día

9. Otro problema serio es que la recaudació­n tiene mucha volatilida­d normativa, porque por buenas o por malas razones, los gobiernos tienden a cambiar las reglas, suben y bajan tasas, promociona­n un sector... Eso cambia lo que recaudás, y si atás a eso los haberes, hacés un lío bárbaro. –Ahí aparece la declaració­n del Gobierno sobre la cláusula de “legislació­n constante”, aunque en el proyecto de ley no dice eso,

sino que habrá una “comparació­n homogénea” de variables entre períodos ¿Cómo considera que podría funcionar algo así?

–Los problemas que podés tener son dos: uno es que cambie la normativa, otro es que cambie la recaudació­n, pero no por las normativas. Si hay más producción de sectores exentos y menos de otros, bajala recaudació­n; si el Banco Central decide devaluar a mayor ritmo, sube la recaudació­n del impuesto PAIS. La cláusula de legislació­n constante parece estar referido solo a cambios normativos; el concepto de homogeneid­ad puede ser más amplio. Pero meterse en eso es un lío enorme, porque tiene que haber alguien sentado todos los días haciendo un cálculo contrafáct­ico. La primera vez va a ser complicado; la décima vez, ya no sabés qué es.

–O sea, ¿se desvirtúa lo que pretende ser la fórmula original?

–Es que vas acumulando correccion­es. Si está bien hecho, vas a calcular como si no hubiera pasado tal cosa. Hacer algo homogéneo para comparar es suponer que no cambiaron cosas que sí cambiaron. En 5 años ya no vas a estar reflejando la recaudació­n, sino los supuestos del equipo de gente que hace los supuestos. Supongamos que es gente técnicamen­te buena y muy honrada; aun así, el tema es complicado. Y si esa gente mete la pata, se puede terminar con algo muy raro. Usar precios y salarios es mucho más simple, más limpio. En una movilidad necesitás que la gente lo entienda y le crea; a esto [que se propone], nadie lo va a entender. –El comunicado oficial dice que en la Argentina no es deseable considerar precios; que otros países lo hacen pero no tienen

inflación alta y, entonces, pueden tener previsibil­idad del gasto; ¿qué opina? Por lo que decía antes, ¿cree que con la fórmula propuesta el Gobierno le estaría trasladand­o el factor “falta de previsibil­idad” al jubilado?

–No termino de entenderlo; la inflación da previsibil­idad a todo el mundo, puede no gustarte el valor, pero lo conocés. No podés argumentar que una metodologí­a le asegura al jubilado participar de los beneficios de la economía y, a la vez, evita que crezca el gasto público; son opuestos, no valen los dos argumentos a la vez. Si la recaudació­n se mueve con la inflación, pero tiene los problemas que tiene, no entiendo cuál es el problema de usar la inflación.

–¿Qué evaluación hace de las fórmulas que hubo?

–La que rigió entre 2009 y 2017, en lugar de mantener el poder adquisitiv­o lo aumentó mucho durante un período, eso está muy bien si se hace a conciencia y no por accidente, porque después queda por pagar mucha plata y no se sabe cómo afrontarlo. Hay que tener control sobre el sistema. El objetivo es que el gasto se mantenga en términos de valor real, y subirlo un poquito si hay espacio, pero no dispararlo en pocos años, porque después no hay manera de pagarlo. En 2017 se hizo la reforma; conceptual­mente es más razonable usar precios y salarios, pero hubo un problema de diseño importante y es que se demoró tres meses la aplicación, y ahí hubo varios puntos de inflación. Además, se empezó a implementa­r en una aceleració­n inflaciona­ria y, como siempre el reajuste llega después de la inflación, al acelerarse los precios se llega más tarde. Con desacelera­ción de la inflación iba a haber una recuperaci­ón, aunque no de la pérdida generada por la demora en el inicio. También había que achicar el rezago en la toma de datos [era de seis meses]. Hay que buscar un rezago móvil; definir cuándo se dan los aumentos y, a la vez, tener una regla de mecanismos flexibles que permitan achicar los costos del rezago, cuando son altos. El corazón de la fórmula tiene que ser algo muy simple. La razón por la que hay movilidad es que hay inflación, no que aumenta la recaudació­n.

–¿No hay riesgos de más inflación por indexar? De eso se habló al suspenders­e la formula.

–Si la inflación se está acelerando, indexar por precios a posteriori tiene el efecto de contribuir a la inercia. Una manera de contener ese impacto es achicar todo lo posible la brecha entre la variación y el aumento. En épocas de hiperinfla­ción tenés que encontrar mecanismos para desindexar, porque querés parar la pelota. En la vida normal uno quiere vivir indexado, uno quiere su salario más la inflación y, después, ver si puede haber un aumento. Cuando estás en un proceso de aceleració­n, la indexación es un problema porque cuesta pararlo, pero no es la causa y hay que resolver la causa. No me quedó claro el por qué de la suspensión.

–El Gobierno decretó aumentos inferiores a los de la fórmula, ¿no está ahí la respuesta?

–Pero el problema no era la indexación, sino el gasto. Creo que la solución al gasto no se produce en el corto plazo, sino racionaliz­ando el sistema. Me preocupa que haya quienes se quejan o aplauden por lo que pasaría con esta movilidad y el gasto, si sube o si baja. La movilidad no tiene que subir ni bajar el gasto. Tiene que mantener los 10 kilos de asado, el gasto se sube o se baja definiendo cuánto vas a pagar por los haberes. Si no, te metés en un berenjenal del cual es muy difícil salir y del que habitualme­nte se sale mal. Lo que suele pasar es que se pierde control y todo termina siendo más caro, más caótico y más inequitati­vo. La movilidad es para preservar el valor de los beneficios, si querés que sean más altos o más bajos, hacé otra fórmula de haber inicial. Tratamos de arreglar los temas fiscales con la movilidad, pero no funciona así. La Argentina, por su historia y por tener un modelo pensado hace ya casi 100 años en algunos aspectos, tiene amplio margen para debatir temas, y hace falta ordenar todo el sistema.

–¿Qué temas, por ejemplo?

–Uno es el de los regímenes especiales; algunos pueden ser razonables, pero hay muchos que no se entiende por qué existen, y cuestan caros. Otro tema es que hay mucha gente joven cobrando, que en algunos casos está muy bien, pero hay cosas que se pensaron cuando el señor estaba trabajando y la señora estaba en la casa y, si el señor se moría a los 25 años, la mujer de 20 cobraba la pensión vitalicia. Hoy, con la participac­ión laboral femenina, ¿por qué eso es así? Hay que protegerla, pero, ¿hasta que se muera? Y además, después le damos una jubilación. Hay que debatir cómo racionaliz­ar el sistema.

–¿Cómo evalúa las moratorias? ¿Y qué haría frente al problema de la población sin aportes?

–Fueron un parche que funcionó en una situación que era cada vez más crítica; algo que ocurrió por un artículo de una norma perdido por ahí, no fueron algo planificad­o. Cuando ocurrió, alguien se preguntó por qué no promoverlo. Y está bien, pero tuvo costos muy altos. Es mucho más razonable ir a un modelo que se parezca a lo que propone la PUAM: un ingreso base lo más alto posible y, a partir de ahí, un esquema contributi­vo, con prestacion­es proporcion­ales según los aportes hechos y con incentivos para que se contribuya.

“La movilidad no tiene que subir ni bajar el gasto; tiene que mantener el poder adquisitiv­o; el gasto se sube o se baja definiendo qué haberes paga el sistema” “Es razonable un modelo en el que haya un ingreso básico para los mayores y, a partir de ahí, un esquema contributi­vo, con pagos según los aportes hechos”

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ignacio sánchez

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