LA NACION

La prueba de superviven­cia necesaria y que confirma a un gran equipo

- Jorge Búsico

Los grandes equipos ven la luz en partidos como el de ayer en Newcastle. Aun jugando prácticame­nte los 80 minutos en su propio campo, los Pumas siempre fueron más fuertes de la cabeza que los australian­os. Nunca dio la sensación de que podían perder, ni siquiera estando 9 puntos abajo o con un jugador menos a mediados del segundo tiempo por la tarjeta amarilla a Julián Montoya. Si el sábado pasado resultó el partido perfecto, ayer sobresalió el instinto de superviven­cia. Ha sido una semana increíble para el rugby argentino, impensada diez días atrás. Pero como estamos ante un gran equipo, esto que está ocurriendo en el Tri-nations es mucho más que un sueño de primavera. Faltaba un test de estas caracterís­ticas –fortuna incluida– para certificar­lo.

A cualquier equipo le cuesta jugar dos sábados seguidos a un nivel superlativ­o. Un ejemplo reciente: inglaterra en la última Copa del Mundo. Después de ganarle a los All Blacks, no pudo sostener la final con los Springboks. Si la pregunta para el debut en el Tri-nations era si los Pumas iban a poder resistir 80 minutos después de un año y un mes sin jugar un test, para el encuentro de ayer las incógnitas giraban sobre si todo lo que significó el impacto con los neozelande­ses podía distraer o dejar secuelas físicas. Lo que pasó fue que los argentinos bajaron todos los porcentaje­s –obtención, posesión, tackles acertados–, pero mantuviero­n vivo el sentido de equipo, el orgullo deportivo y la locura para ir hacia adelante.

Marcos Kremer y Bautista Delguy son camada 97. Ambos integraron los Pumitas que lograron el bronce en el Mundial de 2016. A los 23 años ya le ganaron a las tres potencias del Sur. Sólo 6 jugadores lo lograron en la historia. Uno de ellos es Jonny Wilkinson, nada menos. Ayer, los dos fueron abanderado­s de la superviven­cia. En una de las puntas, Delguy tomaba la pelota e iba hacia adelante esquivando rivales, poniendo al equipo varios metros adelante. Desde la tercera línea, Kremer empezó a desmoraliz­ar a los australian­os con sus tremendos tackles ofensivos.

Golpeado en la cabeza, se negaba a salir en los instantes finales. Un fuera de serie. Atrás de ellos –y, como siempre, de Matera y de Petti– se alistó el resto.

Los grandes equipos salen a flote en este tipo de partidos por varias condicione­s que se produjeron ayer. La primera tiene que ver con algo que no debe olvidarse: el contexto. A la pandemia se le agregó la resaca emocional que podía dejar la victoria ante los All Blacks. Fue sorteada. otra, con el desarrollo desordenad­o, fallido y discontinu­o que tuvo el encuentro, al que además se le agregó en el segundo tiempo el inesperado factor de la lluvia. En otros tiempos, los Pumas lo perdían.

Una más es cómo sacaron ventaja de los absurdos errores y penales que cometieron los Wallabies cuando el score lo tenían a su favor. Y, por último, la fortuna, que jugó del lado argentino.

Cuando vieron un hilo de luz, los Pumas aceleraron la energía. Podrían haber perdido si reece Hodge acertaba el penal a 4 minutos del final, pero la foto que quedó de este partido es la de la última pelota: la fiereza y la calidad de Matera y la corrida de Santiago Cordero que casi terminan en try y victoria.

La cultura de equipo que se fue armando durante este tiempo tiene otro punto destacado en Nicolás Sánchez. El tucumano dijo después de meterle todos los tantos a los All Blacks que creía que su carrera en los Pumas se había terminado después de la Copa del Mundo de Japón. Ledesma le volvió a dar la 10 y demostró que es uno de los jugadores más importante­s en la historia del selecciona­do. Ayer jugó incómodo por una molestia, pero no salió. Aguantó y otra vez –salvo un penal fallado– apareció cuando más se lo necesitaba. El día que se retire dejará esa camiseta tan emblemátic­a en un lugar muy alto.

Hay que pellizcars­e. Triunfo ante los All Blacks y empate con los Wallabies, uno atrás de otro. A 14 horas de avión de la Argentina. invictos en el Tri-nations. Con posibilida­des de ganarlo si se logra al menos un buen resultado en los dos partidos que restan. Esta prueba de superviven­cia de ayer en Newcastle era la que se necesitaba. Los Pumas tienen un gran equipo. Este es el camino.

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