LA NACION

Revelan que Netanyahu mantuvo una cumbre con el príncipe heredero saudita

El premier se habría reunido con Mohammed para acelerar la normalizac­ión de las relaciones y hacer frente a Irán, el enemigo común; Riad desmintió la informació­n publicada en Israel

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL EN FRANCIA

PARÍS – El rumor produjo el efecto de una bomba. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se habría reunido ayer en secreto con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed ben Salman. Si fuera cierto –y es muy probable que lo sea–, esta sería la primera vez que ambos países mantienen un contacto oficial a ese nivel, prueba de que se consolida cada vez más un nuevo mapa geopolític­o anti-irán en Medio Oriente.

“El avión partió de Israel a las 19.30, aterrizó en Neom (en el noroeste de Arabia Saudita). Permaneció ahí durante dos horas y regresó a Israel poco después de la medianoche”, anotó el periódico israelí Haaretz.

Según el diario, Netanyahu, acompañado por Yossi Cohen, jefe del Mossad, los servicios de inteligenc­ia exterior de su país, también se reunió con el secretario de Estado norteameri­cano, Mike Pompeo, en gira de despedida por la región.

Las informacio­nes de la prensa israelí fueron confirmada­s por una fuente gubernamen­tal, mientras que los servicios del primer ministro mantuviero­n el silencio.

Según los escasos detalles revelados, los temas tratados fueron el proceso de normalizac­ión bilateral e Irán, que ambos países consideran como una auténtica amenaza.

Arabia Saudita desmintió, sin embargo, la informació­n publicada en los medios israelíes.

“Ninguna reunión se produjo entre el príncipe heredero y responsabl­es israelíes durante la visita de Mike Pompeo. Los únicos presentes en Neom eran estadounid­enses y sauditas”, declaró en Twitter el ministro de Relaciones Exteriores saudita, el príncipe Faisal ben Farhane.

Los rumores del encuentro se producen poco después de que los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Sudán establecie­ron relaciones formales con Israel, alentados por la administra­ción de Donald Trump, que logró así fracturar la solidarida­d de los países árabes con los palestinos.

Un acuerdo similar entre Israel y Arabia Saudita sería la culminació­n de ese proyecto, teniendo en cuenta la importanci­a económica, política y estratégic­a del reino wahabita, que, además, es considerad­o como el protector de los sitios sagrados del islam.

Reacciones adversas

Aunque nadie duda de que el acercamien­to entre ambos países está secretamen­te en marcha desde hace tiempo, los responsabl­es sauditas saben que, de salir a la luz, es muy probable que provoque una violenta reacción en amplios sectores de la opinión pública.

Pero todo parece indicar que esa normalizac­ión se producirá en forma inminente. El sábado pasado, fue el mismo príncipe Faisal quien aseguró que hace tiempo que el reino apoya la normalizac­ión de relaciones con Israel, “pero solo después de que se produzca un acuerdo de paz palestino-israelí”, advirtió.

En 2002, en efecto, la Iniciativa de Paz Árabe, de los sauditas, había ofrecido a Israel una total normalizac­ión de las relaciones con el mundo árabe después que los palestinos obtuvieran un Estado.

Pero la animosidad saudita hacia Israel desapareci­ó en los últimos años. El tono cambió desde que el rey Salman llegó al trono y su hijo, Mohamed ben Salman (MBS), comenzó a actuar como un soberano de facto.

En sus declaracio­nes, el controvert­ido príncipe afirma que tanto Israel como los palestinos tienen derecho a su propia tierra y que Israel tiene intereses comunes con los países árabes, sobre todo ante la amenaza que representa Irán, enemigo acérrimo de Arabia Saudita.

Nuevas relaciones con Israel también ayudarían a rehabilita­r la imagen internacio­nal de MBS, a quien la mayoría de las democracia­s occidental­es reprochan su guerra en Yemen, sus numerosas violacione­s de los derechos humanos y el brutal asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi en el consulado saudita de Estambul, en 2018.

Para Netanyahu, la posibilida­d de una normalizac­ión diplomátic­a entre Tel Aviv y Riad vino como anillo al dedo en otro momento de su complicada situación judicial: la formación de una comisión gubernamen­tal, decidida por el ministro de Defensa, Benny Gantz, para investigar la compra multimillo­naria de submarinos y misiles por parte del primer ministro. Un episodio frecuentem­ente calificado como “el peor escándalo de corrupción de la historia de Israel”.

Interna israelí

Los asesores del primer ministro trataron de restar importanci­a a la decisión de Gantz y utilizarla a favor. En un tuit, Topaz Luk, consejero de Comunicaci­ón de Netanyahu, escribió: “Benny Gantz hace política mientras el primer ministro hace la paz”.

Sin Donald Trump en la Casa Blanca, el problema ahora tanto para la monarquía de los Al-saud como para Israel será cómo seguir con esa normalizac­ión entre regímenes ultraconse­rvadores, a los que solo une el odio a Irán.

El presidente electo, Joe Biden, fue muy crítico con Arabia Saudita durante la campaña, anunciando su intención de poner fin a la ayuda militar estadounid­ense a Riad para su guerra en Yemen, sancionar al régimen por sus violacione­s de los derechos humanos y tratar a los sauditas “como los parias que son”.

Desde su elección, Biden no precisó cuál será su política con el reino, aliado estratégic­o de Washington en la región. Pero los especialis­tas afirman que probableme­nte tenga que trabajar con ellos en temas cruciales como la estabilida­d de los precios del petróleo y una estrategia para contener las ambiciones regionales de Irán, que reactivó su sospechado programa nuclear.

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Dpa Netanyahu, ayer, en el Parlamento israelí

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