Vacunas: los voluntarios le ponen el cuerpo al virus
Quieren colaborar y ser parte de la solución.
“Me pasó a buscar un remisero con máscara de plástico y barbijo. Cuando entré por primera vez al Hospital Militar, me sentí en una película de ciencia ficción: había médicos con trajes de astronautas, gazebos y gendarmes. De pronto, todos empezaron a aplaudirme. Me puse todavía más nerviosa, no entendía nada. ‘Sos la voluntaria 4500’, me dijeron”. Lula González, una periodista de 36 años, decidió postularse al ensayo clínico de la vacuna de Pfizer para evitar más muertes por Covid-19, como la de su abuelo Mario, y para “colaborar con la comunidad científica”.
El voluntariado dura entre uno y dos años, según cada vacuna. Quienes firman el consentimiento se someten a las pruebas clínicas de la fase 3, en las que se calcula la efectividad de la inmunización de la inyección. De todos los que se postulan, los seleccionados deben tener buena salud y estar libres de Covid-19. La aplicación de la primera dosis es solo el comienzo: durante al menos 24 meses les harán un seguimiento clínico de los síntomas y análisis de sangre para controlar los anticuerpos.
“ni los médicos ni nosotros sabemos si nos dan la vacuna o un placebo para no intervenir en la investigación. Es un estándar internacional. Solamente se puede averiguar el contenido una vez que los ensayos hayan finalizado”, explicó González. Pfizer les confirmó a quienes se inyectaron que, cuando reciban la autorización, se la aplicarán a los que fueron inoculados con la sustancia sin efecto.
César Canessa tiene 41 años y también es voluntario de esa vacuna. Se aplicó las dosis en agosto y septiembre porque vio la convocatoria en el diario. “Esta es la única posibilidad de combatir la pandemia. tengo padres mayores, a los que no veo desde marzo. ¿Cómo no iba a buscar una forma de colaborar? Siempre entendí que era un riesgo, pero no me generó miedo”.
La vacuna del laboratorio chino Sinopharm, que también está en la fase 3, se testea en la Argentina a través de la Fundación Huésped, en tres centros Vacunar. Los desarrolladores informaron que se obtuvieron resultados alentadores, basados en la observación del uso de emergencia, al haber sido aplicada a 100.000 trabajadores de riesgo en China.
José María Costa es periodista de
y uno de los 3000 voluntarios la nacion de esa vacuna en el país. una de sus principales motivaciones fue documentar el proceso en un diario íntimo que empezó a publicar en octubre: “Me postulé porque trabajo escribiendo sobre ciencia y salud. Sabía que podía servirme para entender cómo es el proceso desde adentro y contar en primera persona cómo funciona”.
Los médicos les anticipan que pueden tener los síntomas habituales por la vacuna de la gripe. A Costa solo le aparecieron luego de la segunda dosis, durante tres días, “temperatura en la zona de la aplicación, dolor de cabeza, sueño y cansancio”. El caso de Carola Gonçalves, bioquímica de la universidad de Buenos Aires y voluntaria de la misma prueba, es similar: “En Appclin, la aplicación que nos instalan en el celular para hacernos el seguimiento diario, reporté dolor de cabeza, cansancio y fiebre leve. Al día siguiente desaparecieron”.
Gonçalves se enteró de la convocatoria por la cuenta de Instagram de la Fundación Huésped. “Me postulé porque considero que se necesita el apoyo de todos para que la ciencia salve vidas. Es mi granito de arena para acabar con esta pandemia. Sé que una vacuna en fase 3 es segura. De todos modos, soy consciente de que hay riesgos. Como alguien siempre tiene que poner el cuerpo, esta vez soy yo. no me voy a arrepentir”, dijo con seguridad.
La tercera vacuna que se está probando en la Argentina es la de Janssen, compañía farmacéutica de Johnson & Johnson. A diferencia de las dos anteriores, se compone de una única dosis y no necesita mantenimiento de refrigeración especial estricta. La selección de voluntarios comenzó a principios de noviembre, e Ignacio Flores, de 31 años, fue uno de los primeros en recibir la inyección: “Me contactaron el 16, por teléfono, luego de haber leído mi formulario. Al día siguiente, fui a la Fundación Huésped, con traslado provisto por ellos, firmé el consentimiento, me entrevistaron y me hicieron estudios. Ese mismo día me vacunaron”.
Como muchos de los voluntarios, Flores dijo que se postuló para contribuir con la solución a la pandemia. “En un tiempo en que la individualidad no tiene lugar, participar en el estudio es aportar algo para que todos podamos salir adelante. Sé que el mayor peligro es mi salud, por cualquier efecto adverso que pueda producirse, pero acepto el riesgo que conlleva porque sé que esta etapa de pruebas es necesaria para obtener una vacuna efectiva. El aporte que estoy haciendo es muy importante para todos”.
Daniel Rojazo se vacunó el mismo día que Ignacio Flores, pero sus razones son distintas: “Me lo ofreció mi cardiólogo, que tiene un centro de investigación y hace años que trabaja vinculado con Johnson & Johnson. Como tuve infartos de joven, soy paciente de riesgo. Me aconsejó que me diera la vacuna porque confía en ella, y yo confío en él”.